Ambición pt 4

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Él venía con sus reproches absurdos de nuevo haciéndola enfadar; ella lo empujó suavemente con sus manos, haciendo que Daemon la sujetara de las muñecas y la pusiera contra la cama poniéndose entre las piernas de Tn.


-Puedes llamarme como te plaza, crees que tienes el derecho de reprochar y reclamar -dijo Tn mientras lo miraba.

-¿No tengo derecho a reclamarle a la puta que compré? Cada noche, compré tus caricias, pero nunca tu amor -declaró Daemon en un susurro al oído de Tn.

La castaña cerró los ojos, sentía el movimiento de las caderas de Daemon, haciendo que sintiera su erección contra la tela de sus bragas que ya se encontraban húmedas para la desgracia de Tn.

-Fuiste un buen cliente -respondió Tn.

El problema es que ambos eran demasiados orgullosos para admitir sentimientos por el otro, al menos con palabras por sus cuerpos, y lo demostraban. Daemon se había acostado con cientos de mujeres antes de conocerla, pero solamente ella había entendido sus reglas: solo sexo a cambio de dinero. Ambos eran iguales de cierta manera; tomaban lo que querían de las personas y después se iban.

Daemon puso su mano derecha sobre la boca. Tn después de todo, sería un problema que su hermano escuchará los gemidos de ella mientras la embestía.

-Supongo que sí, te llena de monedas, entre otras cosas -dijo Daemon mientras hacía un lado las bragas de la reina.

El príncipe miró hacia bajo y vio la humedad de la castaña en la parte interna de sus muslos, provocando una sonrisa en sus labios.

-Quiero que grabes en tu memoria cómo siente estar con el hombre que amas y no con él que te vendiste por un trozo de oro -declaró Daemon con un tono ronco en su voz.

Pasó las yemas de sus dedos sobre los pliegues de Tn para después con su pulgar tocar el centro de placer, haciendo que Tn cerrara los ojos como si quisiera evitar sentir el placer que solo Daemon podía darle.

-¿Qué pasa, Tn? No te gusta, tal vez prefieras otra cosa más grande -dijo él mirando cómo ella se agarraba de las telas de las sábanas.

El príncipe dejó de tocarla por unos instantes, viendo cómo los fluidos de Tn se deslizaban por el interior de sus muslos.

-Te daré lo que quieras solo si me lo pides -declaró Daemon quitándose aquel cinturón que tenía en sus pantalones para después bajarlo.

Ni siquiera la había dejado hablar o reponerse de aquella tortura. Cuando presionó sus labios contra los de ella, introduciendo su lengua sobre la cavidad oral de la castaña, él separó un poco del beso para hablar.

-¿ A quién quieres, Tn a mí o a mi hermano?- cuestionó Daemon con voz ronca, presionando su hombría contra la feminidad de Tn.

-Yo necesito a ti -dijo ella tragándose su orgullo en aquel momento y odiándose por ello.

Él sonrió y presionó sus labios contra el cuello de ella, dejando un rastro de besos húmedos, recorriendo así con sus labios la suave piel de ella hasta que llegó aquella zona húmeda. Él pasó su lengua sobre los pliegues de Tn y después la llevó hasta el centro de ella.

Introdujo un dedo en el interior de su amante, sintiendo que ella se contraía alrededor de él, y cuando sintió que ella estaba lista, se introdujo en su interior.

-Ah... Daemon... -dijo ella con respiración entre cortada, sintiendo como él comenzaba a moverse en su interior.

-Deberías de mantenerte en silencio, si no quieres que mi hermano escuche como te lo hago.

La habitación se llenó de gemidos y jadeos cada vez que sus cuerpos chocaban contra el otro, hasta que ya no pudieron más, sin embargo, en la mañana siguiente el príncipe se había ido de Kingslanding tal cómo se lo había pedido el rey.


Esa había sido la última vez que ambos pudieron estar juntos haciendo sus rencor a un lado; era como la despedida de todo lo que fueron y lo que no.


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Diez años después.


El cielo se encontraba nublado; más nubes estaban cargadas de agua.Tn estaba al lado de Viserys, mirando cómo el atúd de madera que contenía el cuerpo de Laena caía al mar, como la tradición de la casa Velaryon indicaba. Se escuchaba el llanto de las hijas de Daemon que recién habían perdido a su madre.

Era extraño que se volvieran a ver en esta situación tan lamentable, Tn miraba a Daemon como si quisiera ofrecerle consuelo por la perdida de Laena. La castaña sabía que durante diez años la Velaryon se dedicó a hacer feliz a Daemon. Había escuchado sobre cómo la Velaryon y el príncipe habían volado a lomos de sus dragones hacia las ciudades libres. Después de unos minutos la castaña vio cómo Daemon se dirigía a la playa y por qué lo siguió.

Ambos caminaron sobre la arena de la playa en silencio, lo único que se escuchaba era el sonido de las olas del mar, era extraño que después de todo lo que habían vivido ahora solo eran dos desconocidos. Tn sabía que Daemon nunca perdonaría el hecho de que se hubiera casado con Viserys y le hubiera ocultado la existencia de su hijo al cual ahora tenía que llamar sobrino.

-Lamento la perdida de tu esposa -dijo Tn en un murmuro que apenas él pudo escuchar.

Daemon miró el mar que se encontraba enfrente de ambos con nostalgia, debajo de las profundidades se encontraba Laena.

-Decidir cómo morir es un privilegio que poco tenemos -respondió Daemon con tristeza en su voz y después agregó-. Ella murió como lo que era una mujer que en su interior tenía fuego.

Laena siempre fue alguien apasionada y salvaje que no tenía miedo a nada ni nadie, había domado a los más grandes dragones de Westeros, era una mujer digna de admiración. Laena había muerto por las llamas de Vhagar pero lo hizo con honor, no sobre una cama con el vientre abierto como Aemma. Era así como la Velaryon quiso morir con la frente en alto como una Targaryen.

Pocas veces Daemon dejaba ver su lado vulnerable; pero cuando lo hacía llegabas a comprender su naturaleza ambivalente. A pesar de que el corazón de Daemon solo le pertenecía a una mujer desde que la conoció, le tuvo un gran cariño a Laena.

-¿Nuestro hijo cómo está?- cuestionó Daemon, mirando los ojos celestes de la castaña.

Tn sonrió un poco; después de todo, ni Aemond ni Rhaenyra habían asistido al funeral; había preferido quedarse en Kingslanding planeando su boda, la cual sería en unos cuantos meses más.

-Se parece a tí, es orgulloso y osado, solo un poco caprichoso -respondió Tn.

Aemond pasaba la mayor parte de su tiempo encerrado en una biblioteca, y si no estaba en esos dos lugares, estaba con Rhaenyra haciendo otras actividades probablemente más agradables que las anteriores.

-Supongo entonces que es como su padre.- dijo él con un tono de orgullo.

-Para mi desgracia -declaró la reina, estaba tratando de hacerlo sonreír.

Él la miró; ella seguía igual de hermosa, Tn había ganado un poco de peso en los últimos años, pero aún conservaba su figura esbelta. Debajo de sus ojos tenía unas manchas oscuras que revelaban sus desvelos cuidando al rey durante su enfermedad; aún así, fuera de eso, su rostro seguía impecable. Daemon se acercó a ella y levantó su mentón con la mano, haciendo que sus miradas se encontraran.

-¿Eres feliz con él?- cuestionó él, arqueando una de sus cejas plateadas.

Tn tenia todo lo que cualquiera mujer podía desear, pero los años pasan factura y ya no era la misma joven que sedujo al rey solo para darle una vida mejor a su hijo. Fueron diez años que ella tuvo que vivir con el desprecio de Daemon.

-Mi vida es tranquila tengo todo lo que podía desear, pero no te tengo a ti.- respondió

Se que dije que está sería la parte final pero decidí hacer otras dos

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Se que dije que está sería la parte final pero decidí hacer otras dos.

Perdón por la tardanza.

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