Capitulo 9

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El hecho de que Fluke se escondiera en su habitación no le convertía en un cobarde. Simplemente era reservado y cauteloso. En la planta inferior, Ohm saludaba a su familia, llegada para acompañarlo en la boda.

Fluke seguía sin comprender por qué.

No era una ocasión festiva para celebrar la unión de dos almas gemelas y toda esa almibarada parafernalia de las bodas.

Lo único que sabía de los Thitiwat era que Ohm tenía dos hermanos mayores, que ambos se habían casado recientemente, y que al menos un bebé se había incorporado al clan.

Por lo que Ohm le había contado, sus hermanos estaban vomitivamente enamorados de sus respectivos esposos.

Cerró los ojos y tuvo que admitir que se moría de envidia, y que odiaba la idea de conocer a esa gente tan asquerosamente feliz.

Sin duda Ohm les había contado que la boda se debía a un revolcón y un condón defectuoso.

Se miró en el espejo e intentó borrar la expresión sombría de su rostro. El traje elegido para la ocasión era uno recto de color blanco con cortes clásicos.

La tela de su camisa se fruncía delicadamente a la altura de su cintura y se amoldaba a su cuerpo antes de ajustarse sobre la tripa y colgar un poco suelto después.

Había dudado entre recogerse el pelo o dejarlo suelto. A Ohm parecía haberle encantado el peinado que había llevado la noche que se conocieron y, en un impulso de vanidad, se lo cepilló hasta hacerlo brillar y lo dejó caer suelto sobre su rostro.

Por último, perdió el tiempo, como el cobarde que era, consciente de que lo esperaban.

No supo cuánto tiempo llevaba en su habitación cuando una cálida mano se posó sobre su hombro, pero no se dio la vuelta. No le hacía falta. Sabía que era Ohm.

De repente, algo frío se deslizó por su cuello y se volvió.

—No te muevas —dijo Ohm mientras cerraba la gargantilla—. Es mi regalo de bodas. Hay una pulseras a juego, pero no me acordaba de si tenías algo con que ponerlo.

—Ohm, esto es demasiado —Fluke se volvió hacia el espejo y soltó una exclamación de sorpresa al ver el exquisito colgante de diamantes.

—Mis cuñados me han asegurado que nada es demasiado para un esposo —Ohm sonrió.

—Parecen unas personas muy sabias —Fluke le devolvió la sonrisa. —¿A que no ha sido tan difícil? —¿Qué? —Fluke frunció el ceño.

—Sonreír.

Fluke lo miró con expresión culpable mientras aceptaba la cajita que contenía unas impresionantes pulseras de diamantes.

—¿Tienes los lóbulos perforados?

—Casi nunca llevo pendientes —Fluke asintió—, pero están perforados.

—Entonces espero que hoy lleves éstos.

Entonces le dio unos pendientes y Fluke se los puso sin dilación y se volvió hacia él. Ohm lo miraba fijamente.

—Hablando de mis cuñados. Están ansiosos por conocerte.

—¿Y tus hermanos no? —preguntó Fluke.

—Ellos se muestran un poco más comedidos en su recibimiento. Se preocupan por mí. Me temo que es tradición familiar intentar arruinar la boda de los demás — dijo secamente.

—Bueno, al menos eres sincero —Fluke no sabía si reír o sentirse abatido. Al final ganó la risa—. Y te estoy agradecido. Evitará que haga el ridículo en su presencia.

Amorío SecretoWhere stories live. Discover now