Capitulo 11

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Ohm se quedó en el salón, y miró taciturno hacia

la terraza donde Fluke entretenía a su invitado.

¿Exactamente qué significaba ese Alex para él? ¿Era el padre de su bebé? ¿Lo había dejado tirado y luego se había arrepentido? También era posible que los dos le estuvieran estafando.

Al ver sonreír a Fluke, y luego reírse abiertamente ante algún comentario de ese hombre, Ohm entornó los ojos. Y mucho más cuando el tal Alex lo atrajo hacia sí para abrazarlo.

Los puños de Ohm se cerraron con fuerza. Decidió darse media vuelta y marcharse. No iba a darle la satisfacción de morder el anzuelo.

A medio camino se paró en seco, repentinamente consciente de lo que hacía: huir. Su ira aumentó aún más ante la idea de hacer el ridículo.

Nadie iba a obligarlo a huir.

Se dio media vuelta y abrió la puerta de la terraza, enfrentándose a los dos. Fluke le recibió con el ceño fruncido y un reflejo de reproche en la mirada.

—¿Ya lo han aclarado todo? —preguntó Ohm con suavidad.

—No del todo —contestó Alex secamente—. Le he ofrecido a Fluke mi apoyo para que este matrimonio no sea su única alternativa.

—Qué amable, pero llegas tarde. Ya es mi esposo.

—El divorcio no es complicado de obtener.

—No lo sería, suponiendo que yo estuviera dispuesto a ello. Cosa que no estoy.

—Ya basta, ustedes dos —exigió Fluke—. Alex, por favor. Aprecio muchísimo tu ayuda, pero Ohm tiene razón, es demasiado tarde. Estamos casados y me gustaría que esto saliera bien.

—Si necesitas algo, lo que sea, ponte en contacto conmigo —la expresión de Alex se suavizó al mirar a Fluke—. Puede que tarde unos días en llegar, pero vendré, ¿de acuerdo?

—Gracias, Alex —Fluke le sonrió y lo abrazó con fuerza—. Agradezco todo lo que has hecho por mí, y por permitirme alojarme en tu apartamento.

De modo que el apartamento era de Alex, no de Fluke. No había exagerado al afirmar que no tenía dinero ni un lugar adónde ir.

Una sensación de culpa se agolpó en su mente ante la idea de el joven, solo y desesperadamente necesitado de ayuda.

—Si estás seguro de que no puedo hacer nada —Alex lo sostuvo por las mejillas y lo besó en la frente—, me vuelvo al aeropuerto para ver si puedo tomar un avión hoy mismo. Con suerte, estaré allí de vuelta en un día o dos.

—Siento mucho que hayas hecho este viaje en balde. Si hubiera recibido tu mensaje, te habría dicho que no te molestaras en venir.

A Ohm le costó mantener una expresión neutra. El hecho de borrar el mensaje se había vuelto en su contra. Suponiendo que Fluke dijera la verdad.

Fluke acompañó a Alex hasta la puerta. Minutos después, Ohm oyó el sonido del coche al marcharse y enseguida apareció él con expresión furiosa.

—¿De qué demonios iba todo eso? —preguntó.

—Qué curioso — Ohm enarcó una ceja—. Soy yo quien debería preguntarlo.

—¿De qué estás hablando? Alex es un buen amigo. El único que tengo. Si eso te supone algún problema, ya sabes dónde está la puerta.

—Cuánta lealtad —murmuró Ohm—. Me pregunto si esa lealtad también se extiende a mí.

—Déjalo ya, Ohm. Si quieres discutir, discutiremos, pero no tengo tiempo de juegos mentales.

Amorío SecretoWhere stories live. Discover now