Capitulo 15

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Durante los días que siguieron, Fluke descansó y se recuperó bajo la atenta vigilancia de Ohm y del personal que había contratado.

Al principio le resultó extraño ver a otras personas en la casa, pero eran tan discretas que pronto se acostumbró a su presencia.

Ohm incluso hizo llamar a un médico para que comprobara el estado de la incisión y para que le retirara las grapas, ahorrándole el viaje a la ciudad.

En poco tiempo se convirtió en un joven mimado y malcriado, y se sentía mortalmente aburrido. Se moría de ganas de dar un paseo por los alrededores. Más que nada deseaba bajar a la playa, pero también recorrer el resto de la isla.

Según Ohm, la isla era pequeña y no muy conocida por los turistas que viajaban al Caribe. La principal fuente de ingresos de los lugareños era la pesca. Había muchos planes para construir un exclusivo centro de vacaciones para gente adinerada.

El objetivo era mantener la isla tan privada y virgen como fuera posible sin dejar de asegurar un flujo de ingresos para la población local.

El día siguiente de la visita del médico, quien le había retirado las grapas y declarado en buena forma, Fluke abordó el tema de un paseo por la playa tras el desayuno.

—No estoy seguro de que debieras bajar escalones tan pronto, pethi mou — Ohm frunció el ceño.

—Pero puedo sujetarme a ti —insistió Fluke con voz mimosa—. Por favor, Ohm, me voy a volver loco aquí. Llevo tanto tiempo mirando a lo lejos que empiezo a tener la sensación de estar contemplando una postal.

—No sé cómo decirte que no —él sonrió—. De acuerdo, después del desayuno bajaremos a la playa. Haré que el cocinero nos prepare una cesta de comida para llevar.

—¡Gracias! —Fluke saltó en la silla como un niño—. ¡Qué ganas tengo de ir!

—Asegúrate de llevar calzado cómodo. No quiero que resbales en las escaleras.

Fluke le sonrió. La situación que vivía en esos momentos era perfecta. Atrás había quedado la sensación de que el mundo se desmoronaría a su alrededor en cualquier momento. Sólo faltaba que él consiguiera abrirse.

Durante días había discutido consigo mismo, vacilado ante la falta de valor para preguntar. El otro problema era que, si conseguía hacerle hablar de su pasado, él mismo se vería obligado a hablarle del suyo.

Pronto, se prometió. Pero no aquella mañana. Nada iba a arruinar el paseo por la playa.

Con la cesta de picnic en una mano y la otra sujetando con firmeza a su esposo, Ohm inició el descenso por las escaleras esculpidas en el acantilado. Con cada peldaño que bajaban, el sonido del mar se hacía más fuerte y Fluke se sentía más excitado.

Cuando al fin posaron los pies sobre la arena, el joven miró hacia arriba, hacia el impresionante acantilado que aislaba del resto del mundo esa franja de playa.

—Es como si estuviésemos en nuestro pequeño mundo particular —dijo Fluke impresionado.

—Nadie puede vernos, salvo desde un barco —Ohm sonrió—, y sé de buena tinta que los lugareños no pescan en este lado de la isla.

—Eso abre la puerta a toda una serie de inconfesables posibilidades, ¿verdad?

—Puedes estar seguro de que, una vez recuperado, pienso ceder a unas cuantas de esas posibilidades —dijo Ohm con la mirada brillante.

Fluke se echó a reír y se quitó los zapatos, hundiendo los dedos de los pies en la cálida arena. Incapaz de resistirse a la llamada de las espumosas olas, se apresuró hacia la orilla, deseoso de sentir el agua alrededor de los tobillos.

Amorío SecretoWhere stories live. Discover now