Capitulo 17

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—Señor Thitiwat, tiene una llamada.

Fluke le dio las gracias a la doncella y esperó a que se fuera para contestar.

—¿Diga?

—Fluke, soy Mean. Tengo información sobre Eric. Las noticias no son muy buenas.

Fluke frunció el ceño y entró en la casa para oír mejor, sin el eco del rugido del mar.

—¿Qué sucede?

—Lo he encontrado. Está en un hogar de acogida. El estado de Florida se hizo cargo de su custodia hace dos años. Desde entonces ha pasado por seis hogares.

—¡No! —susurró Fluke mientras agarraba el teléfono con fuerza. La noticia iba a destrozar a Ohm.

—¿Estás bien, Fluke?

—Estoy bien —contestó Fluke con voz temblorosa mientras tragaba con dificultad. Los recuerdos que había reprimido tanto tiempo afloraron a su mente—. Gracias por tu ayuda, Mean. Me gustaría que me enviaras todo por correo electrónico. Quiero estudiar toda la información a fondo antes de contárselo a Ohm.

—Lo comprendo. Te lo enviaré en cuanto colguemos. Y, Fluke, si necesitas que te ayude en algo más, dímelo.

—Gracias, Mean. ¿Qué tal está Plan?

—No ha sido fácil para él —Mean suspiró—. No se encuentra bien con el embarazo, y el estrés de haber tenido que identificar a los secuestradores y de volver a declarar le está afectando.

—Lo siento —contestó Fluke con dulzura—. ¿Se quedarán mucho más tiempo en Nueva York? ¿Tendrá que quedarse hasta el juicio?

—No si puedo evitarlo —exclamó él—. El fiscal del distrito ha ofrecido un acuerdo. Si lo aceptan, se librarán del juicio y Plan habrá acabado con esta pesadilla.

—Dale muchos mimos de mi parte.

—Lo haré. Si hay algo más que pueda hacer, dímelo.

—Lo haré, Mean.

Tras colgar el teléfono, Fluke fue en busca del portátil. Minutos después, recibió el mensaje de Mean. Lo leyó con detalle. Y frunció el ceño.

Habría que hacer algunas llamadas, pero se moría de ganas de contarle a Ohm lo que había descubierto. Eric no tenía ninguna necesidad de continuar en un hogar de acogida cuando tenía una familia dispuesta a quererlo.

Ohm se hundió en la silla tras su escritorio y contempló con tristeza el montón de cartas. Jamás se había relajado tanto en cuestiones de trabajo.

Fluke era el culpable de su falta de atención.

Los correos electrónicos se contaban por cientos, su buzón de voz estaba saturado y llevaba días sin abrir ninguna carta. Sus hermanos le iban a mandar al infierno, pero también se alegrarían de saber que el trabajo ya no era el único sentido de su vida.

Suspiró y encendió el ordenador para echar un vistazo a los mensajes acumulados. Después descolgó el teléfono para escuchar los mensajes del buzón de voz. La mayoría era informes rutinarios. Unos cuantos eran mensajes de pánico de algún gerente de sus hoteles, y uno le ofrecía comprar el nuevo hotel de Río de Janeiro. El último mensaje le hizo sonreír: no muchas empresas podían permitirse comprar un hotel Thitiwat.

No reparaban en gastos.

En cuanto hubo terminado con el buzón de voz, telefoneó a Mean. Quería preguntar por Plan y saber qué había pasado con la identificación de los secuestradores.

Amorío SecretoWhere stories live. Discover now