Epílogo

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—Es la niña más hermosa del mundo —dijo Ohm con orgullo mientras mostraba a Mary Catherine, de seis semanas, a sus hermanos para que la admiraran.

—Eso lo dices porque Plan va a tener otro chico —protestó Mean.

—Escúchalos —protestó Earth—. ¿Por qué los bebés vuelven a los hombres tan blanditos?

—Pensaba que era el sexo lo que hacía eso —apuntó Plan con malicia.

—Bueno, eso también —rió Fluke.

Eric estaba junto a los hombres Thitiwat mirando, inmensamente orgulloso, a su hermanita.

La adopción de Eric se había formalizado dos semanas antes del nacimiento de Mary Catherine. Una semana después, Ohm había recibido una llamada urgente del laboratorio que había realizado la prueba de paternidad. En efecto, le informaron, había habido un trágico error y los resultados se habían confundido con los de otra persona. Ohm se había sentido nuevamente horrorizado por haber descargado su ira sobre Fluke, pero él le recordó que mucho antes de conocer el resultado correcto ya había aceptado su palabra sobre la legitimidad de su hija.

Y eso le bastaba.

Earth había señalado acertadamente que lo único que tendrían que haber hecho era esperar al nacimiento de Mary Catherine, pues nadie en su sano juicio dudaría de su origen Thitiwat.

En efecto, tenía el cabello y los ojos oscuros, junto con la complexión olivácea de su padre. Era, en todos los sentidos, Ohm en miniatura.

Fluke contempló a su familia, reunida en la casa de la colina sobre el mar.

Había tanta felicidad allí. En algunos momentos le costaba creer que todo aquello fuera suyo. Que tenía una familia. Que pertenecía a alguien.

—Me gustaría proponer un brindis —dijo Mean mientras alzaba su copa—. Por los esposos Thitiwat. No me cabe la menor duda de que nos mantendrán en guardia hasta una edad bien avanzada.

—Eso, eso —Kao se unió al brindis.

Ohm se volvió hacia Fluke con una sonrisa y él se puso en pie a su lado. Juntos contemplaron al bebé en brazos de su padre mientras abrazaba a Eric contra su cuerpo.

—A mí también me gustaría proponer un brindis —dijo Fluke—. Por Earth.

Para que llene la casa de Kao de niños tan hermosos y descarados como su padre.

—Cierra el pico —dijo Earth, aunque sus ojos brillaban alegres.

—Que Dios me ayude si eso llega a producirse —Kao abrazó a su esposo—. El mundo ya tiene bastante con un solo Earth.

—A mí me gustaría proponer un brindis por el amor y la amistad —dijo Plan.

—Por el amor y la amistad —repitieron ambos a coro. Fin

Amorío SecretoWhere stories live. Discover now