Hace cuatro años.
El suelo es duro, incómodo y frío. El aire húmedo cala en mis huesos, haciéndome temblar sin control. Todo está oscuro, salvo por la luz de la luna que se cuela tímidamente a través de las rendijas de la celda, como un consuelo efímero. De repente, el pasillo se ilumina, pero la luz es débil, titilante. Oigo el crujido de la madera al caer, y en un instante, todo se oscurece de nuevo.-Athena. -Es un susurro, bajo, suave.
Mi mente se desmorona. Estoy delirando. ¿Es posible? Mi cuerpo se acurruca, abrazando mis propias rodillas, como si pudiera protegerme del frío que penetra en mis entrañas. No sé si el miedo me consume o si es el frío lo que está destrozando mi juicio.
-Mi amor, soy yo.
El calor de esas palabras me atraviesa como un rayo de luz en la oscuridad. Mis ojos se abren, casi sin creer lo que escuchan.
-¿Alex? -Mi voz suena frágil, temblorosa.
-Sí, mi amor. He venido por ti. -Su voz resuena en mi pecho, haciendo que la esperanza florezca donde antes solo había vacío.
-¿Me vas a sacar? -Una sonrisa se forma en mis labios, aunque no puedo verla, estoy segura de que él lo sabe.
-Princesa, escúchame..No puedo. Eres prisionera de mi padre. No puedo hacerlo. -Sus palabras me golpean, y las lágrimas empiezan a caer, sin poder detenerlas. -No llores... No quiero que tu hermoso rostro se empañe con esas lágrimas.
A pesar de todo, siento su calor, su mano en mi rostro secando mis lágrimas. Me aferro a esa sensación como si fuera mi única salvación. Pero sé, en lo más profundo de mi ser, que esto será lo último que sentiré de él.
-Alex..Tengo miedo. -Mi voz es casi inaudible, como un susurro a punto de quebrarse.
-Tranquila, te prometo que iré por ti. -De repente, el calor desaparece, y la oscuridad vuelve a envolverme. -Espérame, princesa, te lo juro.
La incertidumbre me consume, y cada segundo parece una eternidad. ¿Cuánto tiempo tendré que esperar? La tortura de no saber me desgasta. ¿Seré capaz de resistir tanto dolor?
-Alex, por favor... No me decepciones. -La súplica sale de mis labios, pero ni siquiera yo la creo.
-Jamás, mi amor. Te lo prometo.
Extiendo la mano en la oscuridad, pero ya no está. Tal vez todo fue solo un espejismo. Quizás la locura finalmente me alcanzó.
La noche es interminable. El frío me congela hasta los huesos, y la oscuridad devora todo vestigio de lucidez. Solo podía pensar en él y su promesa. Pero las sombras se hicieron más densas, y el dolor se volvió mi único compañero.
Al día siguiente, me vendaron los ojos, y me obligaron a caminar a ciegas. Empujaban mi cuerpo hacia adelante, como si fuera un animal, arrastrándome hacia un destino desconocido. Pero lo único que me mantenía en pie era la idea de que todo esto era por él. Todo esto, era por Alex.
Los días se desvanecieron entre sombras y frío. Pero finalmente, un ruido me sacó de mi letargo. Nos arrastraron fuera de la celda, a rastras. Nos trataban como mercancía, algo que podría venderse, algo cuyo valor se medía en billetes. Un precio al que nos habían condenado.
Actualidad.
-¿Athena? -Su voz resuena en mi mente, como una condena.
No quiero escucharlo. No ahora.
Abrazo mis rodillas con más fuerza, ignorando la presencia de Dorian. Pero, como siempre, no me deja en paz. Sus pasos se acercan, y finalmente su figura aparece ante mí. No me obliga a mirarlo, pero algo en mi interior me hace alzar la vista. Nuestros ojos se encuentran, y el escalofrío que recorre mi columna vertebral revuelve mi estómago. Es un recordatorio de todo lo que me ha hecho, todo lo que he perdido.
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El rubí del Emperador [+18]
Romance-¡Lang lebe der Kaiser! -exclaman al unísono una vez abajo. Athena Harrison había vivido cuatro años terribles trabajando en el club nocturno Heaven's; había perdido toda esperanza de vivir otra vez, hasta que, en una noche inesperada, su destino ca...