« ¿Los de siempre? »

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Le gustaba su trabajo, más o menos; estaba cerca de casa, la paga no era mala, sus jefes son comprensivos... Y aunque los turnos, por lo general, eran tranquilos, bueno, el turno nocturno tenía sus peculiaridades...

- Su cambio. - Phuwin levantó la mirada y encontró que el hombre lo veía con sus ojos fijos en él. Esa mirada lo ponía muy nervioso. Si era algo bueno o malo, Phuwin no podía decidirlo. - ¿Señor?

Pero no lo demostraría.

El hombre (que en realidad no era tan mayor, pero eso Phuwin no podría saberlo), apuntó con su barbilla un punto detrás de Phuwin, de manera insistente cuando Phuwin no le entendió. - Ah, ya. ¿Los de siempre?

Ni siquiera espero a que el hombre asintiera cuando giró y tomó la caja de cigarros que aquel hombre prefiere, además de la botella del vino de arroz dulce que compra cada noche.

Phuwin estiró la mano y el hombre arqueó la ceja, las palabras tambalearon en la lengua de Phuwin, pero la idea fue bastante clara: faltaba dinero para cubrir los cigarros, el cambio había sido sólo un par de monedas. El hombre ignoró las monedas y le entregó a Phuwin una tarjeta... negra. Ohhh. Bien, ¿Qué hace alguien con una tarjeta centurión comprando vino y cigarros baratos en una barata tienda veinticuatro horas? ¿La habrá robado? Nahh. Su traje decía algo distinto. - Err, creo que será difícil meterla en el... lector. - Phuwin sonrió angustiado. Los ojos café del hombre lo observaron... ¿Impacientes? Su mirada profunda casi hace que Phuwin sude frío.

- Bien.

Dijo el hombre mientras le arrebataba la tarjeta a Phuwin quien no registró el movimiento, sorprendido por la voz ronca del hombre. Creyó que era mudo o algo así, que tenía alguna complicación para hablar, pues el hombre nunca había dicho... nada, ni una palabra. No le quitaba el atractivo, sin embargo. ¿Qué? ¿Atractivo quién?

El hombre rebuscó en los bolsillos de su pantalón hasta que sacó un billete. Ok, Phuwin recibió el billete, lo miró y pensó si tendría el cambio suficiente. No fue necesario vaciar la caja registradora, el hombre exhaló y le dijo que se quedara con el cambio, agarró el vino, los cigarros y se fue tan rápido que Phuwin no pudo negarse.

Phuwin suspiró apoyándose en el mostrador.

¿Volverá mañana?

¿Volverá mañana?

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Una Vida Sencilla « PondPhuwin »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora