Sólo el tiempo lo dirá

Capítulo 4 : Conociéndote, agradándote

Jacob Black es… interesante.

No se parece a nadie que Edward haya conocido antes en su vida. Durante los últimos días, Jacob ha estado postrado en cama por órdenes de su madre y Edward ha estado cuidándolo, por lo que no han tenido más que tiempo para hablar.

Todo lo que Jacob le contaba sobre sí mismo y su tribu era completamente nuevo para Edward. Hacían cosas que Edward nunca hubiera considerado que alguien haría y parecían tener una vida feliz y libre. A Edward le había llegado a encantar escuchar sus historias. Pasaba todo el día a su lado para escuchar más. Solo salía para traerles la comida o durante su tiempo designado de lección de música y sus estudios, pero siempre se aseguraba de terminar lo más rápido posible para poder volver a su lado y escuchar más en las últimas horas de la noche.

En ese momento, Jacob le estaba contando que él y sus amigos solían saltar desde un acantilado. Al parecer, eso es cuando uno se lanza voluntariamente desde un acantilado. Edward nunca se imaginó que haría eso. Le preguntó a Jacob por qué arriesgaría su vida de esa manera. Jacob solo se rió ante la pregunta.

“Solo es peligroso si vas cuando el viento es demasiado fuerte. Cualquier otro día es perfectamente seguro”, explicó mientras tomaba otro sorbo del té que le había recetado el médico.

—Pero ¿cómo se maneja con la altura? —preguntó Edward.

—Una vez que superas tu miedo inicial a la muerte, es tan fácil como respirar —dijo Jacob y Edward no pudo evitar poner los ojos en blanco.

—¿Eso es todo? —dijo con sarcasmo y Jacob se rió. Edward no pudo evitar sonreír al oírlo. La risa de Jacob siempre estaba llena de alegría genuina, a diferencia de la risa falsa o condescendiente que había escuchado durante las reuniones sociales.

Una vez que Jacob se recompuso, terminó su té antes de entregarle la taza a Edward, quien la colocó en la bandeja junto a él. Volvió a mirar a Jacob cuando este dio un fuerte suspiro de exasperación. Edward levantó una ceja interrogante ante eso.

—¿Crees que tu mamá me dejará levantarme pronto? —dijo Jacob y Edward le dirigió una mirada de simpatía. Por lo que había visto en los últimos días, Jacob parecía estar casi recuperado. Así que podía imaginar que el pobre hombre se estaba cansando de estar acostado todo el día.

—Han pasado tres días, así que tal vez te deje salir a caminar un poco por la casa hoy —dijo Edward tratando de ser útil, pero solo recibió otro gruñido de frustración. Esta vez, claramente, lo hizo para divertir a Edward.

—¿Solo en la casa? —dijo, quejándose. Edward se rió suavemente ante eso.

"Sí, a diferencia de ti y de tus amigos que saltan del acantilado, consideramos la salud una prioridad". 

—Oye, ¡considero la salud una prioridad! Pero no cuando interfiere con la diversión —dijo Jacob, recibiendo un golpe juguetón con una almohada de un Edward que reía. Jacob solo le devolvió la sonrisa. Antes de que su mirada se volviera una de cariño. Era una mirada que Jacob le dirigía a menudo y que Edward no entendía realmente. Solo se conocían realmente desde hacía cuatro días y solo se habían sentido cómodos el uno con el otro durante dos de ellos, pero esa mirada hacía parecer que habían sido amigos durante un año. Edward pensó que debía recordarle a Jacob a alguien de su casa. Tal vez por eso Jacob era tan amigable con él incluso cuando recién se habían conocido.

—Voy a preguntarle a mamá si puedes caminar por una hora —dijo Edward amablemente antes de tomar la bandeja de comida que estaba saliendo.

—¡Oh, gracias, mi amable ángel! —dijo Jacob con dramatismo. Edward se limitó a poner los ojos en blanco y reírse entre dientes. Escuchó la risa de Jacob mientras salía de la habitación y bajaba las escaleras para guardar la bandeja de comida antes de ir a ver a su madre. Llamó educadamente a la puerta esperando que su madre le diera permiso para entrar.