Capítulo 8 : Primer día en el trabajo

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Jacob tarareó en voz baja mientras daba vuelta el último panqueque de la bandeja. Miró el producto terminado, satisfecho con el desayuno americano completo de tocino, huevos, panqueques y jugo de naranja. Tres porciones separadas para él, Edward y Elizabeth.

Una vez que terminó, tomó las tres bandejas y las equilibró perfectamente en su brazo con la habilidad de alguien que claramente pasó tiempo como camarero.

Tarareando todavía en voz baja, subió las escaleras y se dirigió a la habitación de Elizabeth, sabiendo que ella estaría despierta haciendo sus lecturas matutinas. Una vez que llegó a la puerta, usó sus pies descalzos para tocar la puerta lo mejor que pudo.

—Pase —escuchó que Elizabeth lo llamaba. Colocó con cuidado la tercera bandeja sobre su cabeza para poder abrir un poco la puerta antes de volver a ponérsela en la mano y empujar la puerta hasta el final con la espalda. Elizabeth lo vio entrar confundida y divertida.

—¡Buenos días, Elizabeth! —dijo Jacob alegremente con una gran sonrisa mientras caminaba hacia ella. Colocó una bandeja en su regazo mientras ella se sentaba en su cama.

—Buenos días, Jacob. ¿Qué es todo esto? —dijo Elizabeth inclinándose para oler la deliciosa comida que tenía frente a ella. Estaba claramente sorprendida no solo de ver a Jacob despierto tan temprano, sino también de que hubiera cocinado.

—Esto es un agradecimiento por contratarme —dijo Jacob mientras colocaba las otras dos bandejas en el suelo para no tener que equilibrarlas mientras hablaba.

—Oh, Jacob, no tenías por qué hacer nada de eso. Estamos tan felices de tenerte aquí como tú quieres quedarte. Tal vez incluso más —dijo Elizabeth mientras frotaba suavemente el brazo de Jacob, ya que no podía levantarse y abrazarlo con una bandeja en su regazo.

“Puede que sea cierto, pero aun así quería demostrarte mi agradecimiento. Sé lo mucho que disfrutas leyendo por la mañana y de esta manera puedes pasar un poco más de tiempo leyendo hoy, ya que no tienes que preparar el desayuno”, dijo Jacob sonriendo.

—Bueno, gracias Jacob. Supongo que estas otras bandejas son para Edward y para ti —preguntó y Jacob asintió y recogió las bandejas.

—Sí, y debería llevárselo antes de que se enfríen de nuevo —dijo Jacob. No tener microondas era una mierda.

—Está bien, entonces ve y tráeselo. Necesitará toda la energía que pueda conseguir después de todo —dijo y Jacob lo miró desconcertado. Elizabeth se rió entre dientes, la mirada le recordó a un cachorro confundido.

“Hoy es el primer día de clases contigo. Me imagino que la repentina abundancia de actividad física será mucha”, dijo y Jacob le dio una mirada de comprensión. Casi olvidó lo que significaba su nuevo “trabajo”. Probablemente él y Edward volverían a estar retozando en el patio trasero y tal vez Jacob haría algunos ejercicios reales.

—Supongo que es verdad, ¿eh? Bueno, esto será divertido —dijo la segunda parte sonriendo para sí mismo. Elizabeth debió haberlo oído porque se llevó la mano a la boca para reprimir la risa.

—Bueno, Elizabeth, espero que disfrutes de tu desayuno y de tu libro —dijo Jacob a modo de despedida, devolviéndoselo a Elizabeth cuando finalmente salió de la habitación. Un poco emocionado porque por primera vez él despertaría a Edward en lugar de al revés. Veremos si le gusta tener el sol en la cara a primera hora de la mañana.

Entró a su habitación lo más silenciosamente posible colocando las bandejas en la cama de Edward ya que él estaba durmiendo en la de Jacob acurrucado sobre una almohada que Jacob había reemplazado.

Sólo el tiempo lo diráDonde viven las historias. Descúbrelo ahora