Sólo el tiempo lo dirá

Capítulo 24 : Diciembre de 1916 Parte 2

El salón del teatro era tan grandioso como uno esperaría que asistieran los Masen.

Un edificio alto y bien iluminado, lleno de gente vestida con sus mejores y más incómodas prendas. Si Jacob hubiera estado vestido con su ropa habitual, se habría sentido increíblemente fuera de lugar y no era de los que se asustan fácilmente, ya que estaba acostumbrado a llevar sólo un par de pantalones cortos de mezclilla rotos, o incluso desnudo en ocasiones, rodeado de gente completamente vestida. Hacía falta mucho para que alguien como él se sintiera incómodo.

Mientras se detenían, un trabajador del teatro se acercó, probablemente una especie de Vale. Jacob notó que nadie más lo estaba recibiendo esa noche. A veces se olvida de lo ricos e influyentes que eran los Masen. El hombre se acercó primero a la puerta de Elizabeth y se la abrió. Sin embargo, no se molestó en abrir la del señor Masen, ya que se apresuró a salir para estar junto a su esposa. Luego, el hombre se acercó a abrir la puerta de Edward y se alejó para poder salir. Luego, Jacob salió del auto por último. El Vale, si así lo llamaban en esa época, no ocultó su sorpresa a tiempo para que Jacob no lo notara. Sin embargo, parecía experimentado y lo suficientemente inteligente como para no hacer comentarios.

Jacob observó cómo el señor Masen le entregaba las llaves al hombre antes de decirle en qué cabina estaban para que se las devolviera cuando terminara. Muy diferente del servicio de Vale en la época de Jacob, donde habrían guardado las llaves hasta el final de la noche. Supone que la gente no estaba tan dispuesta a confiarle las llaves de su coche a una empresa durante tanto tiempo.

Mientras se preparaban para entrar, Jacob se dio cuenta rápidamente de que los Masen parecían casi formar una formación a su alrededor. El señor Masen directamente frente a él con el espacio suficiente entre ellos para facilitar el paso. Elizabeth, sin pudor, enroscó su brazo en el de él a su derecha y Edward hizo lo mismo a su izquierda. Jacob casi se apartó sabiendo lo socialmente inaceptable que era eso. Elizabeth era una mujer blanca casada y Edward un hombre. Sin embargo, cuando trató de soltar sus brazos, ambos lo rodearon con sus propios brazos aún más fuerte. Podría haber roto el agarre, pero no sin empujarlos un poco. Estaba a punto de comentar cuando el señor Masen habló lo suficientemente alto para que ellos lo oyeran y nadie más.

—No te preocupes, Jacob. Confía en nosotros —dijo sin siquiera molestarse en mirarlos.

Jacob levantó una ceja y miró a Edward y Elizabeth, que estaban a su lado, pero ellos no miraron hacia atrás, sino que miraron hacia adelante con la barbilla en alto y la mirada y el comportamiento que Jacob reconoció como su personalidad de "alta sociedad". Decidió confiar en ellos y simplemente adoptó el mismo aire. Se relajó en su abrazo y caminó con la misma confianza. Decidió que no iba a mostrar ninguna vergüenza por estar tan cerca de la familia que lo rodeaba.

No prestó atención a las reacciones de las personas que lo rodeaban. Siguió el ejemplo de Masen de no preocuparse por volver a ser el centro de atención. Sin embargo, no era como si pudiera dejar de escuchar. Era mucho más difícil ignorar sus palabras cuando se tiene una audición excelente.

“¿Quién es ese hombre? Los de su calaña no suelen ser bien recibidos aquí”.

“¿Qué tiene de especial para poder entrar?”

“Es inapropiado que se toquen de esa manera. Deberían avergonzarse de ese comportamiento, no hacer alarde de él”.

“¿Simplemente van a pasar la línea así como así?”

“No lo sé, pero estoy seguro de que son los Masen, así que si no quieres cometer un suicidio social, te sugiero que bajes la voz”.

El murmullo se hizo más bajo después de ese áspero susurro de alguien entre el público. Tan bajo que ni siquiera Jacob pudo escuchar lo que decían. Subieron al podio y se encontraron con un hombre que los Masen no reconocieron. Debía ser nuevo en el teatro.