Recuerdos entre el polvo

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Jin se dirigía hacia la obra, su corazón latiendo con fuerza mientras caminaba por el terreno polvoriento. Aunque trataba de mantener la compostura, una ligera capa de sudor cubría su frente. Era la primera vez que se encontraba en el lugar desde el derrumbe, y no podía evitar que los recuerdos inundaran su mente, implacables.

A su alrededor, los ruidos de la construcción eran ensordecedores: el martilleo constante, las voces de los obreros, el crujido de la maquinaria pesada. Todo le parecía vagamente familiar, y al mismo tiempo, extraño. Se detuvo un momento, tomando aire profundamente, y luego se forzó a avanzar. Tenía que concentrarse en su trabajo.

Mientras caminaba por la obra, un grupo de obreros pasó a su lado, cargando vigas de metal. Sus miradas eran fugaces, indiferentes, excepto una. Un hombre de cabello oscuro y mirada profunda lo observó un segundo más de lo necesario, antes de seguir adelante. Jin sintió una extraña sensación en el pecho, pero no le dio mayor importancia.

Sin embargo, aquel encuentro fugaz no pasó desapercibido para Yoongi. Sentado cerca de un montículo de escombros, Yoongi observó al arquitecto de lejos, sus ojos entrecerrándose ligeramente mientras el rostro de Jin despertaba algo en su memoria. Una chispa de reconocimiento, como una sombra que se movía al borde de su conciencia.

—¿Quién es ese? —preguntó uno de los obreros, un hombre mayor con rostro curtido.

—No sé, probablemente uno de los arquitectos o ingenieros —respondió Yoongi distraídamente, sin apartar la vista de Jin.

El hombre mayor asintió, pero Yoongi seguía observando a Jin mientras se alejaba, como si intentara recordar dónde lo había visto antes.

Más tarde, ese mismo día, Jin estaba revisando unos planos cerca de uno de los cimientos cuando notó que le faltaba una herramienta. Miró alrededor, buscando ayuda, y vio a Yoongi, quien se encontraba organizando materiales en un rincón de la obra.

—Disculpa... —dijo Jin, acercándose con una sonrisa amable—, ¿puedes ayudarme a encontrar una regla de medición? Creo que la he dejado en alguna parte.

Yoongi se volvió lentamente hacia él, y por un momento, sus ojos se encontraron. Hubo un parpadeo de reconocimiento en los ojos de Yoongi, pero lo ocultó rápidamente.

—Claro, puedo buscarla —respondió Yoongi, en tono neutro.

Mientras caminaban juntos en busca de la regla, Jin intentó iniciar una conversación.

—¿Cuánto tiempo llevas trabajando aquí? —preguntó Jin, tratando de sonar casual.

Yoongi se encogió de hombros.

—Unos meses. Lo suficiente para saber que este lugar necesita más que simples reparaciones.

Jin sonrió con suavidad.

—Tienes razón. Estamos tratando de hacer algo diferente esta vez, asegurarnos de que sea seguro para todos.

Yoongi se detuvo, su mirada se volvió dura de repente.

—¿Seguro? —repitió con un tono irónico—. Espero que esta vez realmente lo sea.

Jin parpadeó, desconcertado por la intensidad en la voz de Yoongi, pero no dijo nada. Encontraron la regla, y Yoongi se la entregó sin más comentarios. Cuando sus manos se tocaron brevemente, una sensación extraña recorrió a ambos, un eco de algo que ninguno de los dos podía identificar claramente.

Esa noche, mientras revisaba algunos documentos en su pequeño apartamento, Jin se detuvo de repente, recordando la expresión de Yoongi. Había algo en esos ojos oscuros que despertaba un sentimiento inquietante en su pecho, una especie de familiaridad mezclada con dolor.

"¿Por qué siento que lo conozco?", pensó Jin, apoyando la frente en su mano. Se esforzó por recordar, buscando en su memoria. La sensación de reconocer a Yoongi, de haberlo visto antes en otro contexto, era fuerte, pero difusa.

Al mismo tiempo, en una pequeña habitación alquilada, Yoongi se encontraba sentado en su cama, su hombro doliendo después del largo día de trabajo. Cerró los ojos, pero las imágenes del pasado lo asaltaron de inmediato: el polvo, los escombros, los gritos ahogados. El rostro de un niño, asustado, atrapado entre los restos del centro comercial derrumbado.

—Jin... —susurró para sí mismo, casi sin querer, abriendo los ojos de golpe.

Yoongi se levantó rápidamente, caminando por la habitación en un intento de alejar los recuerdos. Pero el rostro del arquitecto que había visto hoy seguía flotando en su mente. Jin. El niño que había visto entre los escombros... el que había llorado desconsoladamente cuando encontró a su hermano, ya sin vida.

Al día siguiente, Jin y Yoongi volvieron a encontrarse en la obra. Esta vez, Yoongi no pudo evitarlo. Se acercó a Jin mientras revisaba nuevamente los planos, su voz más firme de lo habitual.

—Tú estuviste allí, ¿verdad? —dijo Yoongi abruptamente, sus ojos clavados en los de Jin.

Jin lo miró, sorprendido, pero al mismo tiempo, una luz de comprensión comenzó a brillar en su mirada.

—¿Allí? —repitió, sintiendo que su garganta se cerraba—. ¿Te refieres al... al derrumbe?

Yoongi asintió lentamente, sin apartar la vista.

—Yo te vi. Eras solo un niño. Buscabas a tu hermano.

El rostro de Jin palideció, y por un momento, no pudo decir nada. Luego, como si todas las piezas del rompecabezas encajaran de repente, una oleada de emociones lo invadió.

—¿Y tú...? —murmuró Jin—. Tú eres... tú también estuviste allí, atrapado... ¿Eras tú, el hijo del albañil?

Yoongi apretó los labios, asintiendo de nuevo.

—Sí. Mi padre murió ese día. Y tú... tú no pudiste salvar a tu hermano.

Ambos se quedaron en silencio, mirándose, mientras los recuerdos dolorosos resurgían con fuerza. La tensión en el aire era palpable, cargada de emociones que habían permanecido enterradas durante años.

Jin sintió que su respiración se aceleraba, el peso de la culpa volviendo a aplastarlo.

—Yo... lo siento —dijo en un susurro—. No sabía que tú...

Yoongi levantó una mano para detenerlo.

—No tienes que disculparte por eso —respondió con dureza—. Nada de lo que digas cambiará lo que pasó. Pero quiero saber... ¿por qué estás aquí, realmente?

Jin tragó saliva, tratando de mantener la calma.

—Estoy aquí para... arreglar las cosas, para asegurarme de que este proyecto sea seguro, para que nadie más pase por lo que nosotros pasamos.

Yoongi soltó una risa amarga.

—Arreglar las cosas... —repitió—. Eso es imposible, Jin. El pasado no se puede arreglar.

Jin asintió, sintiendo el peso de esas palabras.

—Lo sé. Pero al menos quiero intentarlo.

Los ojos de Yoongi se suavizaron un poco, pero la desconfianza seguía allí, profundamente arraigada.

Desde los cimientos (Yoonjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora