CAP 1

471 54 18
                                    

Sergio Pérez

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sergio Pérez.

Amsterdam, Países Bajos.
08 de Diciembre, 2011.

Todo lo que quería de Max Verstappen es que me dejara solo. Que retrocediera, ya sabes, que me diera un poco de espacio. Todo comenzó el verano después del segundo grado, cuando nuestro camión de mudanzas se detuvo en su barrio. Y considerando que ahora estamos a punto de terminar el octavo grado, eso, amigo mío, hace más de media década de evasión estratégica y malestar social.

El no sólo irrumpió en mi vida. El irrumpió, acuñó e hizo su camino en mi vida. ¿Acaso lo invitamos a entrar en nuestro camión de mudanzas y comenzar a mover las cajas? ¡No! Pero eso es exactamente lo que hizo, tomando el mando y mostrándose solo como Max Verstappen podía hacerlo.

Mi padre Antonio intentó detenerlo.

—¡Oye! —dijo mientras Max movía todo— ¿Qué estás haciendo, niño? ¡Estás dejando lodo por todas partes!

Lo que era cierto, también. Sus zapatos estaban totalmente impregnados de barro. Sin embargo, Max no se detuvo. En cambio, plantó su trasero en el suelo y comenzó a empujar una caja grande con los pies.

—¿No quieren un poco de ayuda? —Me miró— Parece como si tú la necesitaras.

No me gustó aquella implicación. Y a pesar de que mi padre Antonio me había estado echando el mismo tipo de mirada toda la semana, me di cuenta que este chico no le gustaba tampoco. 

—¡Hey! No hagas eso —le advirtio— Hay algunas cosas muy  valiosas en esa caja.

—Oh. Bueno, ¿qué tal esta? —se escabulló a una caja etiquetada como "LENOX" y me miró nuevamente— ¡Deberíamos  empujarla juntos!

—¡No, no, no! —dijo mi papá, y luego lo levanto por el brazo— ¿Por qué no te vas a tu casa? Tu madre probablemente estará preguntándose dónde te encuentras.

Esta fue la raíz de mi presentimiento de que el chico no sabía interpretar las indirectas. De cualquier tipo. ¿Huyó hacia su casa, cómo haría cualquier niño normal al ser echado? No. Max dijo:

—Oh, mi madre sabe dónde estoy. Me dijo que estaba bien —luego señaló hacia la calle y dijo— Sólo vivimos por allá.

Mi padre mira hacia donde Max señalo y murmuro:

—Oh... —entonces él me miró y gruñendo me ordenó— Checo, ¿no es hora de que entres y ayudes a tu padre Carlos?

Supe inmediatamente que se trataba de un juego-zancadilla¹. Y no pensé en ello hasta más tarde, pero la zancadilla no era un juego que hubiera ejecutado con mi padre Antonio antes. Frente a él, hacer algo así no podía estar permitido. Es como si estuviera en contra de las leyes parentales el deshacerse de alguien, no importa cuán molesto o cubierto de lodo estuviese. Sonreí y le dije:

MI PRIMER AMOR | CHESTAPPEN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora