La pequeña grieta

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El calor del mediodía envolvía la construcción, mientras Jin observaba desde su oficina en el segundo piso. A través de la ventana sucia, veía a Yoongi trabajando con precisión, pero también con una especie de frialdad mecánica. Cada movimiento era medido, eficiente, sin errores, pero sin entusiasmo. Jin notó que Yoongi siempre parecía evitar las conversaciones largas con sus compañeros de trabajo. Mantenía una distancia que había aprendido a reconocer: una barrera que alguien levanta cuando no quiere que los demás se acerquen demasiado.

Jin no había dejado de pensar en su última conversación con Yoongi, en cómo parecía haberlo alejado más. Sabía que no sería fácil, pero tenía que intentarlo de nuevo.

Decidió salir de su oficina y acercarse a la obra, caminando con cierta vacilación. Encontró a Yoongi trabajando en una esquina, colocando ladrillos con precisión. El sudor perlaba su frente, pero su expresión seguía siendo imperturbable, enfocada. Jin se detuvo a una distancia prudente y, tras unos segundos de duda, decidió hablar.

—Hey, Yoongi. —Jin comenzó con tono ligero, intentando sonar más casual—. ¿Todo bien con lo que estás haciendo? Vi que moviste las vigas en la mañana, parece que solucionaste el problema de alineación.

Yoongi se detuvo por un momento, sin levantar la vista, y continuó trabajando.

—Está bien, supongo —respondió con un tono neutro—. Es lo que hay que hacer.

Jin sintió una pequeña punzada de frustración ante la brevedad de la respuesta, pero no se dejó intimidar.

—Sabes, realmente me sorprendió cómo resolviste eso tan rápido. Eres bueno en lo que haces —dijo Jin, sincero, pero con cautela.

Yoongi finalmente levantó la mirada, fijando sus ojos en Jin, como si estuviera evaluando cada palabra.

—No tiene nada de especial —replicó, casi sin emoción—. Hago lo que se necesita para mantener el trabajo. Nada más.

Jin sintió el peso de esas palabras, notando la tensión que las cargaba.

—Entiendo... —respondió lentamente—. Solo quería que supieras que, si en algún momento necesitas algo, aquí estoy. No es fácil estar en un sitio como este... no después de todo.

Yoongi frunció el ceño ligeramente, como si sopesara si valía la pena continuar la conversación. Había una mezcla de incomodidad y resignación en su expresión.

—Jin... —comenzó, con un tono más serio—. Mira, sé que tienes buenas intenciones, pero honestamente, no estoy buscando simpatía. No quiero que cada vez que alguien me mire, recuerde lo que pasó o lo que perdí. No soy una víctima para ser rescatada.

Jin asintió despacio, comprendiendo.

—No quiero que pienses que te veo de esa manera. Creo que solo quería... no sé, entenderte un poco mejor. A veces parece que llevas tanto peso encima.

—¿Y qué más da? —interrumpió Yoongi, su tono se endureció—. Todos llevamos algo, ¿no? A nadie le importa realmente. Solo quieren que hagas tu trabajo y sigas adelante.

Jin sintió que había tocado un nervio sensible, pero decidió seguir.

—No estoy intentando decir que todo va a estar bien, Yoongi. Sé que no es tan simple. Solo quiero que sepas que me importa lo que pase contigo.

Yoongi soltó una risa breve, cargada de amargura.

—¿De verdad? —preguntó, incrédulo—. ¿Por qué te importaría? Apenas nos conocemos, y no creo que nuestras vidas fueran a cruzarse si no fuera por... ya sabes.

Jin apretó los labios, reconociendo la verdad en sus palabras.

—Tal vez sea porque veo a alguien que ha tenido que pelear demasiado, alguien que merece más. Yo no pude salvar a mi hermano, pero... cuando veo lo que llevas encima, no puedo evitar sentir que debo hacer algo.

Yoongi tomó una respiración profunda, como si estuviera conteniendo algo.

—No necesito que nadie intente salvarme, Jin. Lo que quiero es que me traten como a cualquier otro, sin sentir lástima. No quiero que cada conversación sea un recordatorio de lo que no pude ser, de lo que se perdió.

—Lo entiendo —admitió Jin—. No soy bueno con estas cosas, Yoongi. Solo... siento que tú y yo podríamos ayudarnos, de alguna manera.

Yoongi negó con la cabeza, su expresión mostrando una mezcla de cansancio y desilusión.

—No necesito ayuda, Jin. No quiero ser bueno en esto, no quiero estar aquí. Pero esto es lo que hay, ¿entiendes? No tengo otra opción. Así que solo déjame hacer mi trabajo y vivir mi vida.

Jin respiró hondo, tomando un momento antes de hablar.

—Sí, entiendo que no es lo que querías, Yoongi. Y lamento si he hecho que las cosas sean más difíciles. No quería imponerte nada.

—Solo... no me etiquetes —respondió Yoongi, con más calma—. No quiero ser una víctima en tu historia. Solo quiero ser Yoongi, el que trabaja aquí porque necesita hacerlo, el que está tratando de no pensar demasiado en lo que pudo ser.

Hubo un breve silencio, uno que no se sintió tan incómodo como antes. Jin finalmente asintió, reconociendo la realidad que Yoongi enfrentaba.

—Tienes razón, no es mi lugar decirte qué deberías sentir o hacer. Pero... —sonrió un poco—, eso no significa que no podamos encontrar alguna forma de sobrellevar todo esto juntos. Después de todo, el trabajo aquí es suficiente para volver loco a cualquiera.

Yoongi lo miró, un poco sorprendido por el cambio de tono.

—¿Sobrellevarlo juntos? —repitió, con una ligera sonrisa incrédula.

Jin se encogió de hombros, tratando de parecer despreocupado.

—No sé... tal vez el día de pago podríamos salir a tomar una cerveza o algo así. Al menos, por un rato, podemos olvidarnos de toda esta mierda. Claro, si no tienes una reunión más importante o algo.

Yoongi lo miró por un momento, como si estuviera considerando la oferta. Finalmente, dejó escapar un suspiro y, para sorpresa de Jin, una pequeña sonrisa apareció en su rostro.

—Quizá... —dijo lentamente—. No suena tan mal. Pero no prometo nada, ¿de acuerdo?

Jin asintió, contento con la respuesta.

—Está bien, no tienes que prometer nada. Solo piénsalo. Podría ser bueno para ambos... un pequeño respiro de todo esto.

Mientras Yoongi volvía a su trabajo, Jin se alejó sintiéndose más ligero. Había sido una conversación difícil, pero al menos había una pequeña grieta en el muro que Yoongi había levantado a su alrededor. No era mucho, pero era un comienzo.

Yoongi, por su parte, se permitió una breve risa mientras ajustaba los ladrillos, pensando que tal vez, solo tal vez, ese tipo de distracción no estaría tan mal después de todo.

Desde los cimientos (Yoonjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora