Suiza

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Learning to let you go

Corrí por el pasillo con la respiración agitada, una camiseta que me rozaba los muslos y el cabello despeinado, volteé hacia atrás mientras me seguía, viéndolo jadeante y con las manos apretadas en puños, busqué la habitación con la mirada y abrí ...

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Corrí por el pasillo con la respiración agitada, una camiseta que me rozaba los muslos y el cabello despeinado, volteé hacia atrás mientras me seguía, viéndolo jadeante y con las manos apretadas en puños, busqué la habitación con la mirada y abrí la puerta. Entrando para examinarla con la mirada.

La cerré velozmente.

— Abre ahora mismo.

— Vete de aquí... — Jadeé alejándome de la puerta.

— ¡Samantha abre la maldita puerta! — Me gritó, solté una carcajada y apoyé mis manos sobre mis muslos algo agitada.

— ¡Me duele, ya no aguanto! — Dijo Félix frustrado mientras golpeaba la puerta.

— ¡Ni siquiera tiene seguro! — Dije entre carcajadas y caí sobre el colchón mientras mantenía una mano en mi estómago, que me dolía de la risa.

Félix abrió la puerta, indignado con el mismo por pensar que tenía seguro, caminó hacia mi y me abrazó tiernamente por la cintura, me deje caer en el colchón y sonreí acariciando sus cabellos.

— Eres un tonto. — Dije divertida besando su frente, me acarició mientras dejaba un pequeño besó en mi vientre.

— Mmm... Me dijiste que serías buena conmigo porque te traje aquí.

— Estoy siendo buena. — Le aseguré besando sus labios.

Sería la primera vez que follaría en otro continente cosa que me estaba haciendo exageradamente feliz. Cuando llegamos a Grindelwald dormimos un poco, nos besamos, hablamos, comimos, pero todavía no habíamos salido de la cabaña que aquel reservó. Según lo que me dijo el día siguiente sería un día algo movido, iríamos a una pista de patinaje sobre hielo, a ver las tiendas que recorrían el lugar... En fin, iríamos a varios lugares.

Recorrió todo mi cuerpo con las manos, con tanta dulzura que sentía que me derretía, besé sus labios con más insistencia, profundizando el beso un poco más antes de separarme y sonreí contra sus labios.

— Me encanta cuando haces eso. — Me susurró en el oído y besó mi mandíbula con calma, recorriendo toda mi piel dulcemente.

Acaricié sus cabellos, hundiendo mis dedos entre sus rizos con lentitud mientras mi boca disparaba jadeos suaves.

— Mhjm... — Solté un jadeo, ni siquiera podía hablar claramente, sus besos mojados en mi cuello, su calor corporal recorriendome de arriba a abajo, mierda... Jamás podría cansarme de él, lo hacía todo tan bien.

Se separó de mi, sentándose entre mis piernas para acariciar mis muslos suavemente, me arquee suavemente tapando mi rostro con los brazos tímidamente.

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