Acto 4: Capitulo 2

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Un amanecer radiante bañaba el paisaje en un cálido resplandor, la luz del sol emergiendo detrás de las colinas como si pintara de oro los árboles y campos a su alrededor. Las sombras se estiraban suavemente, danzando al ritmo de la brisa matutina, mientras el cielo se teñía de tonos rosados y naranjas que anunciaban el inicio de un nuevo día. La vista era un espectáculo de serenidad y vida, donde la naturaleza y la luz se fusionaban para crear una escena digna de un cuadro.

Sin embargo, esa belleza fue cortada de golpe por un grito de impresión. El desconcierto llenó el aire mientras tres grupos de personas se hacían visibles en el mirador.

El primer grupo estaba compuesto por un hombre adulto que sostenía de la mano a un niño y una niña. Más adelante, el segundo grupo incluía a dos mujeres, una mayor y otra menor, junto a un joven que apenas llegaba a la adolescencia. Por último, un tercer grupo consistía en cinco jovencitas y un hombre adulto, que observaba la escena con una calma inquietante.

(Que reunión extraña)-ayanokouji-

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Semanas atras:

"Y bien, ¿qué deseas de mí, Kiyotaka-kun?" —preguntó Mauro con una mezcla de curiosidad y cautela en su voz.

"No sé de qué hablas", respondió Ayanokouji con su característica calma, sin emoción aparente.

Ayanokouji miró a Mauro, quien lo observaba con atención, esperando una respuesta que no llegaba. La ligera inclinación de la cabeza de Mauro revelaba su desconcierto, como si tratara de descifrar el misterio detrás de las palabras del joven.

"Ambos sabemos que nunca me llamarán por asuntos de la preparatoria. Siempre supe que Ichika era alguien despreocupada, supongo que no le puse límites a sus facetas. A pesar de todo, lo único que recibía eran reclamos. Pero ahora... me han llamado por algo más, por otros comportamientos. Curioso, ¿no?" —dijo Mauro, su tono ligeramente incrédulo.

"A veces, los hijos experimentan cosas nuevas", respondió Ayanokouji con la misma serenidad, sus palabras siendo tan ambiguas como de costumbre.

"Sí, lo sé. Hace poco, ella vino a mi oficina. Estuvo allí, ¿cuánto diría? Unas tres horas, calculo." Mauro hizo una pausa, evaluando la reacción de Ayanokouji, quien no mostraba ningún cambio en su expresión.

"....." —el silencio de Ayanokouji reflejaba su confusión interna, aunque no lo dejaba entrever.

"No te hagas el desentendido, Kiyotaka-kun. Sabes muy bien de quién hablo. La persona que estuvo presente el día de tu nacimiento. Hace algunos meses, he notado que intentas que tú y ella se encuentren. Es fácil deducirlo por su comportamiento y el modo en que se ha acercado a mí. ¿Acaso me costaste algo, o me equivoco?" —Mauro lo observaba con atención, buscando respuestas en las reacciones del joven.

Ayanokouji permaneció en silencio, su mente trabajando en posibles respuestas, pero optó por no decir nada.

"Bien, no entraré en detalles, ya que, francamente, no me importa tu vida personal. Lo que sí sé es que tu familia me resulta molesta. Así que he decidido mantenerme alejado de ella, si no te molesta", dijo Mauro con un aire de determinación.

"Mauro-san, ¿por qué aceptó a las hijas de una mujer como Rena Nakano?" —preguntó Ayanokouji, su tono apenas mostrando interés.

"Vaya, preguntas cosas personales, ¿eh? Bueno, creo que me lo busqué al entrometerme en tus asuntos... ¿Por qué lo hice? En aquel entonces, estaba creciendo en el mundo de la medicina, labrándome un nombre. Pero al concentrarme tanto en ayudarla a recuperarse, me desvié de mi meta original. Si tuviera que responder como alguien de tu edad, diría que fue por algo de 'calor femenino'. ¿Te decepciona mi respuesta?" —Mauro esbozó una leve sonrisa, casi irónica.

Un genio con cinco tontas(Go-tōbun no Hanayome)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora