He escuchado esa voz antes, pero ¿dónde?
Al pasar unas cuantas horas nos encontramos nuevamente en el trayecto, otra vez a la tortura de permanecer sentada por largas horas. En cuanto me aseé la mujer de la posada consiguió ropa limpia para mí. Parezco una criada con el vestido que me dio, pero al menos no estoy expuesta.
Tarren me observa de vez en cuando para asegurarse de que esté bien. Me había comentado que su palacio queda muy lejos de aquí y no sé si pueda soportar tanto tiempo. Han pasado muchas horas y no veo más que desolación alrededor, excepto por los soldados que viajan con nosotros.
Nos detuvimos unas cuantas veces para que los caballos bebieran agua al igual que yo, y por suerte no aparecieron criaturas ni soldados enemigos por ninguna parte.
El resto de los minutos transcurren hasta que visualizo un manto de estrellas en el cielo cuando saco la cabeza por la ventana. La noche nos abraza mientras que a lo lejos diviso unas luces. Mi corazón late de regocijo al saber que es un pueblo. A medida que avanzamos veo que la aldea es grande y bellamente iluminada por farolas incrustadas en las paredes de las casas iluminando el camino, y a la vez me permiten ver las viviendas bien cuidadas.
Mucha gente camina por las calles cargando cosas y mujeres chismorrean entre ellas al ver a los caballeros. Niños corren alrededor de unos ancianos que creo deben ser sus abuelos mientras ríen con alegría, y otros solo se limitan a ver por las ventanas de sus hogares. El ambiente es agradable y pienso que sería bueno pasar la noche allí, pero desafortunadamente el carruaje continua sin detenerse. Resoplo irritada. Realmente deseo poder descansar, aunque fuese un poco.
El flujo de mis pensamientos se ven interrumpidos por Tarren, y lo miro volviendo mi cabeza hacia él.
—Aguanta un poco más, prácticamente ya estamos en Thenaleer. —gracias a Dios. Anhelo darme un baño y dormir como nunca antes lo he hecho.
Pasan unos minutos más y vuelvo a sacar la cabeza por la ventana ansiosa. Mis ojos se abren de par en par con el majestuoso palacio que se levanta ante mí a unos metros. El castillo de mi madre es grande, pero este es el doble. Si así se ve por fuera no me lo imagino por dentro. Debe ser extraordinario.
Pasamos a través de unas enormes puertas hechas de hierro sólido y cruzamos un ancho puente mientras escucho los cascos de los caballos al avanzar por el pavimento. Y otras puertas, igual de grandes que las anteriores se abren hasta que nos detenemos al cruzarlas. Tarren baja primero y desde afuera me ofrece su mano para ayudarme a descender. Al igual que nosotros los guerreros se bajan de los caballos.
Estaba tan ansiosa por llegar que ahora me siento nerviosa.
—¡El señor ya regresó! —escucho a alguien gritar desde el interior del castillo.
Enseguida veo a mucha gente hacer fila uno al lado del otro frente a nosotros a unos pocos metros. Una distancia considerable, ni tan lejos ni tan cerca, con las manos hacia atrás y postura recta como soldados en una formación. Esos deben ser los sirvientes. Tanto mujeres como hombres están vestidos apropiadamente con sus impecables uniformes.
<<Ni los criados de Elvira son tan regios>>
Tarren se acerca a uno de sus caballeros y le dice algo que no alcanzo a escuchar y yo mantengo mis manos cruzadas frente a mí. Enseguida un señor de unos cincuenta y tantos años, no tan alto, se acerca a él.
—Me llena de alivio saber que el señor ha regresado a salvo. —lo saluda el anciano con una leve inclinación y una reluciente sonrisa en los labios. Él no le responde y el anciano posa sus ojos en mí. No sé qué gesto hacerle después de ver que Tarren lo ignora. Enseguida los dos se dirigen hacia mí y me incorporo en una mejor posición.
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UN TOQUE DE FELICIDAD
FantasyDescubrid ahora la magia que os brinda el mundo, los misterios que posee y lo dispuesto/a que estáis por descubrirlos todos. Los secretos escondidos en estas páginas son un pase para aventuraros a un mundo lleno de fantasía y un poco de detonación i...