capitulo 17

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manada del norte. (misma noche)

Esa misma noche, después de que la luna se tiñera de un rojo profundo, el cielo parecía reflejar el miedo que envolvía a ambas manadas. El silencio obsoluto y el extraño color de la luna habían dejado a todos inquietos. Uno a uno, los lobos, desconcertados y temerosos, se retiraron a sus hogares, incapaces de entender lo que el cielo les había mostrado.

En la cabaña, Jimin y Tae permanecían en silencio, sus corazones aún latiendo rápido por lo que habían presenciado. Tae, sintiendo el peso de la noche sobre sus hombros, decidió que necesitaba un momento a solas. El aire en la cabaña se sentía denso, y el miedo, aunque silencioso, lo oprimía.

—Voy a salir un rato —dijo Tae en voz baja, mirando a Jimin, quien asintió sin preguntar nada. Ambos estaban perturbados por lo que había sucedido, pero no sabían cómo procesarlo.

Tae salió de la cabaña y caminó en dirección al bosque, buscando el lugar donde él y Jungkook se habían unido en cuerpo por primera vez. La brisa de la noche era fría, pero el contacto con la naturaleza lo reconfortaba. Cuando llegó al lugar, se sentó junto a un viejo árbol, recordando cómo sus vidas habían cambiado desde ese primer encuentro.

El silencio del bosque lo envolvía, pero de repente, un crujido rompió la calma. Sonidos de ramas quebrándose lo hicieron girar la cabeza, alerta. Entre los árboles, dos ojos azules brillaron intensamente en la penumbra.
Tae se puso en pie de inmediato, su corazón acelerado, pero algo en esos ojos le resultaba familiar.

Un lobo blanco, grande e imponente, emergió de entre los arbustos, moviéndose con la gracia de un depredador, pero sin la amenaza de uno. Tae, sorprendido pero extrañamente calmado, no sintió miedo. El lobo se acercó lentamente, sus ojos azules clavados en los de Tae.

—Jungkook... —susurró Tae, reconociendo al instante a su alfa—. ¿Qué haces en mi territorio? ¡es peligroso! ¿estas bien?, ¿que paso con ese lobo?

El lobo no respondió con palabras, pero sus movimientos lo decían todo. Jungkook, en su forma animal, se acercó a Tae con una suavidad inesperada. El deseo y la pasión eran palpables en el aire, envolviendo el espacio entre ellos como una corriente invisible que los unía.

Tae dio un paso hacia él, el frío de la noche desvaneciéndose mientras el calor de Jungkook lo envolvía. El alfa, en busca de su omega, había recorrido el bosque bajo el influjo de algo más fuerte que el deber, más intenso que cualquier otra cosa: el deseo.

—No deberías estar aquí... —murmuró Tae, aunque su voz carecía de convicción. La luna roja que había marcado la noche parecía influir en ellos de formas inexplicables.

Jungkook, aún en su forma de lobo, acercó su hocico al cuello de Tae, inhalando profundamente, reconociendo su esencia, su vínculo. El contacto envió una corriente de electricidad por el cuerpo de Tae, quien cerró los ojos, sintiendo cómo el mundo a su alrededor desaparecía, quedando solo ellos dos bajo la luna.

La pasión los llamaba, envolviéndolos en la misma fuerza que los había unido desde el principio.
Jungkook había desafiado territorios y peligros, guiado por un impulso imposible de ignorar. Y en ese instante, bajo la sombra de los árboles, no había nada más que el latido de sus corazones, sincronizados con el ritmo de la luna.

Jungkook, en su forma de lobo, continuó acercándose lentamente. Sus movimientos eran tranquilos, pero cargados de un propósito claro. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, sus ojos se clavaron en los de Tae.

—No deberías estar aquí —repitió Tae, con una voz temblorosa, aunque sus palabras carecían de firmeza—. Es peligroso. Si alguien te ve...

El lobo, transformándose poco a poco en su forma humana, se alzó frente a él. Jungkook, ahora en su forma humana, respiraba con dificultad, sus ojos ardían con una mezcla de deseo y necesidad.

nuestro peligroso amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora