4. Tu jefe

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Temo

-No está, se fue minutos después de que la señorita Viena lo hiciera

-¿Porqué nadie me dijo nada? -La secretaria va a responder pero la mando a callar levantando mi mano. -Joder Viena te arrancaré la cabeza en cuanto te vea -Digo por debajo -¡Una de ustedes venga a mi despacho! -Pronuncio antes de volver a mi oficina.

-A la orden se...

-¡Límitese a escucharme! -Digo sin voltear hacia la secretaria yo mas bien miraba por el ventanal de mi oficina. -Mañana a las ocho en punto de la mañana quiero a todos los vicepresidentes en la sala de reuniones ¡Haga énfasis en que sean puntuales! Y larguese de aquí -Cuando escucho la puerta cerrarse me tomo la cien.

Tarde o temprano esa mujercita me va a hacer perder la paciencia lo juro.

Continúo con el trabajo que venía haciendo desde la mañana y cuando por fin logro terminarlo son las ocho de la noche. Probablemente ya todo el mundo se había ido, lo confirmo al salir de la oficina. Suspiro y sigo mi camino hasta salir del edificio. Espero al valet con mi vehículo y al momento en que se estaciona frente a mi y me entrega mis llaves subo al vehículo.

-Buen viaje señor -Asiento sin mirarlo y empiezo a conducir hacia la casa. El hogar que me había quedado incompleto desde el momento en que ella se fue.

Cuando llego a casa dejo el vehículo fuera y entro.

-Pensé que nunca llegarías -Dice mi hijo menor, Horacio, al verme entrar por la puerta.

Horacio ha sido en mi vida como el último milagro, aún recuerdo sus cachetes rosados y su pelo rojizo al nacer, con el tiempo se ha vuelto rubio pero nunca he dejado de llamarlo rojizo, aunque solo en mi mente por los últimos ocho años, lo he amado con mi vida desde que nació y nada me complace más que verle en sus propios asuntos.

Lastimosamente nuestra relación se ha ido por la borda, siendo yo, por supuesto el único culpable de esto.

-Buenas noches para ti también Horacio.

-Sabes que no me ando con códigos de étiqueta.

-Es más bien educación - Hablo determinate.

-Lo dice quién no me mira a la cara cuando me habla -Interviene Daniel, mi hijo mayor. Llevo mi vista hacia él.

Mi primer hijo, desde que nació ha sido mi tormento, el día en que nació hubo un gran diluvio en nuestra ciudad tanto así que cuando ya estábamos listos para irnos no pudimos a consecuencia de las inundaciones, es sin

Tenía razón en toda la conversación que recién sostenía con Horacio no lo había mirado a la cara.

-¿Hay algo que deba saber?

-Pues todo está como lo dejaste cuando saliste por esa puerta esta mañana.

-De otra manera no debería ser, ahora, se me permiten ambos estaré en mi habitación

Observo a mis hijos por unos momentos, veo su expresiones y lo necesitados que se ven de cariño pero, de eso ya no me queda nada. Suelto un suspiro y camino en dirección a mi dormitorio pero detengo mis pasos en cuanto pienso en mi hija mayor.

-¿Está Alicia en casa? -Mis hijos asienten yo los imito y continuó mi camino.

Una vez en mi habitación termino de quitarme la corbata y luego el saco, evito como siempre mirar hacia la puerta que lleva al closet, donde aún permanecían todas las pertenencias de mi ex-esposa.

Perder a mi esposa me dejó en un abismo y una terrible mezcla de sentimientos. Al principio, no podía creerlo; me decía a mí mismo que no era real aunque su muerte era inminente los eventos anteriores a su muerte aún siguen doliendo en cada célula de mi. Luego, enfrenté la ira empecé a pensar en todas las cosas que podría haber hecho diferente, intentando hacer tratos imposibles en mi cabeza, hasta ahora ha sido mi compañera junto con la tristeza profunda de haber perdido lo que nisiquiera fue mío en primer lugar.

CONVERGENCIA ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora