Capitulo 45

38 17 0
                                    

Mis manos sujetan mi esmoquín y la camisa contra mi pecho porque obviamente ya no lo tengo puesto, y me estoy riendo de la lucha que está teniendo Mingi con su puerta.

—Maldita llave —murmura, y me río más—. Pero… ¿qué le pasa?

Ni él mismo entiende por qué su llave no entra en la cerradura, y la situación me provoca más y más risa. Estiro de su mano y me pasa la llave. Al intentarlo, la puerta se abre de golpe y doy un chillido. Al segundo me doy cuenta de que acabo de dejar caer mi ropa y me agacho a recogerlas al tiempo que la versión tatuada de Mingi se hace ver frente a nosotros.

—Pero ¿qué…?

Me tapo la boca con una mano, avergonzado, al tiempo que vuelvo a poner mi esmoquín y camisa contra mi pecho desnudo para cubrirlo mínimamente y me echo a reír, pero no por gracia, más bien por pena y nerviosismo.

—¿Por qué sigues aún aquí? ¿No te ibas? —Escucho preguntar a Mingi.

—Lo mismo podría preguntarte yo, ¿no tenías una cita con…? —comienza a decir Keeho —. ¡Ay, lo siento!

Y se echa a reír. Yo tengo más ganas de que me trague la tierra.

—Menudas ganas, ¿no? —Le pica su tatuado hermano.

—¡Cierra el pico! —exclama Mingi.

—¿Con quién hablas, amor? —Oigo preguntar a Haku mientras lo veo salir del pasillo.

¡Ay, Dios, me va a ver todo el mundo medio desnudo!

—Oh… —dice cuando se acerca a la puerta.
Ahora de verdad, quiero que me trague la tierra pero ya.

—¿Quieren algo, un mapa hasta la salida quizá? —pregunta Mingi, irritado por la situación embarazosa, y ambos comienzan a reír.

—Ya nos vamos, ya —dice Keeho, elevando las manos al aire.

—Pasenlo bien —suelta Haku y carraspea—. Digo, diviértanse. Ay no, lo que quiero decir es… Nos vemos luego. Venga, adiós.

Su tono incómodo, nervioso y divertido a la vez hace que me relaje un poco. Al menos no soy el único que se siente mal por la incómoda situación que acaba de darse sin querer. Acabo de entrar en su casa y me apoyo en la pared del pasillo. Mingi hace lo mismo y queda frente a mí.

—Qué forma tan estupenda de arruinar el momento —comenta.

Asiento y me río.

—No es culpa de ellos.

Nos miramos por un segundo entero y nos echamos a reír aún más.

—Anda, ven aquí —digo estirando los brazos, sin importarme el hecho de que mi esmoquín y camisa vuelvan a caer al suelo, dejando ver todo mi torso desnudo.

Y mi espalda termina apoyada en otra pared, creo que eso es una pared, o quizá sea una puerta, no lo sé. Porque mis piernas están rodeando su cintura. Casi sin querer, echo un codo hacia atrás y le doy al pomo de una puerta, así que, sí, mi espalda sí está apoyada en una puerta. Lo malo es que, al darle, se ha abierto. Lo bueno, Mingi ha podido impedir que me abriera la cabeza.

—Dios… —murmuro antes de soltar una carcajada.

—¿Estamos siendo un poco patosos o me lo parece a mí? —bromea, pero lleva toda la razón. Estamos terriblemente patosos.

—Yo estoy siendo patoso —digo apartándome cuando mis pies tocan el suelo. Miro hacia atrás y me doy cuenta de que acabo de abrir la puerta del baño.

—¿Te apetece una ducha juntos? —propongo, mirándolo divertido—. Estoy seguro de que me debes un par de duchas contigo, así que… —Me encojo de hombros—. El destino así lo quería —digo burlonamente.

—Claro, para que derrames el gel y nos caigamos los dos —bromea.

Forcejeo contra su pecho juguetonamente y señalo su ropa.

—Quien se desnude de último, paga la siguiente cena.

Me mira vacilante, como si lo último que quisiera hacer en su vida fuera planear otra cena conmigo.

—¿Y cuándo te he dicho yo que cenaría contigo, después de lo que ha pasado esta noche?

Lo miro fijamente a los ojos, intentando averiguar si bromea o si lo dice en serio. Después de unos segundos en silencio, comienza a reírse.

—Deberías ver tu cara. —Señala el espejo.
Cuando le doy la espalda para hacerlo, él comienza a desabrocharse la camisa a toda prisa.

—¡Tramposo! —exclamo. Me quito lo que me queda de ropa sobre el cuerpo y lo dejo caer al suelo mientras me acerco a la bañera.

—¡Eh, eh, eso no vale! —se queja. Parecemos unos niños, jugando a esta tontería—. Tú ya estabas a medio vestir.

—¡Todo se vale, perdedor! —le digo entre risas.

Él es quien, a todas luces, va a pagar nuestra próxima cena.

El chico del baño de al lado ✓ Minjoong [Ateez]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora