Volver a la verdad

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Eran las 9:00 en Chicago, se veían a los nenes y nenas cansados de jugar que se iban de la plaza, enfrente de ellos, dos chicas de 14 años deslizando piezas de ajedrez en un tablero, un señor grande y con la cara arrugada se acercó a la mesa y sonrío con nostalgia, no reconoció a la hija de ese personaje político y adinerado de la tele, Lila, pero si reconoció a el silencio de dos personas que no tienen que hablarse para entenderse, Hannah y Lila eran amigas desde muy chicas, se lo hacían saber a la gente sin siquiera ellas darse cuenta.
-Pareciera ser que ustedes dos son unas estrategas-Dijo el señor con un tono dulce pero con una voz que parecía ser lejana, como si se fuera raspando mientras llegaba a salir de su boca. El señor extendió su mano para ofrecerles lo que parecían dos caramelos.
-Gracias señor- Le contesto Lila, quien estaba acostumbrada a hablar con personas  grandes y sabía diferenciar un señor adorable, un viejo de mierda y un enfermo mental- ¿Le gustaría sumarse a nuestras partidas?
-Me agrada esa oferta, me pueden decir Jenkins, por cierto- Jenkins iba a dejar de hablar ahí pero al ver la combinación de la cara de Lila, curiosa por la posible personalidad que podría llegar a tener Jenkins, y Hannah, que había reaccionado de una forma un tanto defensiva, se río un poco y continuó- No se preocupen, no vengo a secuestrar a nadie, solo me gusta ver a sus mentes trabajar.
Hannah entrecerró los ojos, como analizándolo de a poco, Lila entendió que el comentario era para su amiga y busco por arriba de la mesa el brazo de esta, cuando logró agarrar su mano y captar su atención, le hizo una seña con los ojos como diciendo "Hannaaaah, mente en el juego" a lo cual Hannah le hizo caso "solo porque era Lila", después de un rato de juego, se empezó a sentir mas cómoda con la presencia del señor Jenkins, pero al recordar que Lila le había agarrado la mano se sonrojó de una forma incontrolable, preocupada e impacientada por el miedo de que Lila se diera cuenta la miro, pero Lila estaba demasiado concentrada en el juego como para mirarla a ella, un alivio le recorrió en todo el cuerpo, aún mas incontrolable que el sonrojo.
-Para, dejame ver eso- Dijo Jenkins acercándose al tablero- Ahh, las dos son muy buenas, pero usted jovencita, juega muy defensivamente- Señaló a Lila- Aveces hay que arriesgarse un poco.
Lila se sorprendió bastante, no se había dado cuenta hasta ese momento pero  esa defensa era un poco la dinámica de la amistad, ella defendiendo, ayudando a Hannah con cada golpe que se hacía y dedicándole todo el tiempo que fuera necesario a ponerle una curita, mientras que Hannah sospechaba de todas la personas que se le acercaban a Lila, viéndolos como amenazas para Lila, cada una ayudaba a la otra a darle prioridad a sud propios problemas y no solo a los de la otra, se complementaban. El señor Jenkins noto el pequeño gesto de sorpresa y análisis de Lila, y como no sabía sí era algo bueno o malo, decidió agregar por las dudas:
-Solamente un consejo de parte de un viejo que ha tenido una buena cantidad de batallas dentro y fuera del tablero.

Se levanto de su silla para irse a su casa, sin decir ni una palabra, pero con una lentitud que daba a entender que se retiraba, a lo lejos, se escucho a una voz decir algo que pretendía ser profundo pero que no aportaba nada del todo:
-¡Recuerden, en el ajedrez, como en la vida, a veces hay que sacrificar un peón para capturar una reina!
A la gente grande se le permite decir esas cosas como grandes consejos, su felicidad importa mas que tener la razón en cosas tan sencillas como esas.
-Sabes, Hannah, creo que el señor Jenkins tiene razón, Estuve jugando de una forma demasiado segura, capaz tendría que arriesgarme un poco- comentó Lila mientras veían irse a el señor Jenkins.
-¿De qué estas hablando?- Le preguntó Hannah confundida
-No, ¿viste que el señor Jenkins dijo que juego muy a la defensiva?, Bueno, por eso digo.
-¿Y que sabe el señor Jenkins?, yo te enseñe a jugar Ajedrez- Hannah se halagó a ella misma, Lila levantó una ceja pero no se enojo.
-Aja, ¿Pero quien ganó la ultima vez?
-Bueno, me agarraste  distraída, ¡Pero solo tuviste suerte!- Hannah se sonrojo con vergüenza y un poco de frustación- Te tenía en jaque mate hasta que hiciste ese absurdo sacrificio de alfil.
Lila se río un poco y dijo con calma:
-Puede que sea hora de que las dos nos arriesguemos un poco, porque parece que a mi me esta funcionando.
Hannah había cambiado el enojo con felicidad, le encantaba ver reír a Lila, sin embargo, antes de poder contestar, escucho  la voz de su madre llamándola, tenían el apartamento en esa misma cuadra, la cara de Hannah volvió a cambiar y paso a ser un suspiro depresivo:
-Tengo que irme, mamá no se siente bien hoy y no nos alcanza para llamar a un doctor.
Lila asintió con la cabeza mostrando preocupación, el padre de Lila era un personaje televisivo que se había enriquecido y convertido en un famoso político con mucha plata antes de que ella siquiera fuera un plan, pero sabía que el entorno de Hannah era diferente y la quería ayudar todo lo que pudiera, el padre de Hannah había muerto cuando las dos eran chiquitas, mientras su madre sufría una enfermedad crónica, y no había nadie en la familia que tuviera un trabajo como para considerarse de clase media ni mucho menos algo mas arriba de eso.
-Toma esto, por sí tu mamá necesita algún medicamento, o cualquier otra cosa- Lila le entrego a Hannah lo ultimo que le habían dado sus padres de plata para la semana, Hannah lo necesitaba mas que ella.
Hannah abrazó muy fuerte a Lila, rozando el llanto, quiso hablar claro pero estaba sintiendo demasiadas cosas al mismo tiempo como para poder comunicarse bien.
-Gracias- se escucho la insegura y tambaleante voz de Hannah, irónico ya que Hannah se caracterizaba por su voz infantil pero firme. Lila la agarró de los hombros
-No estas sola, me podes contar todo lo que le va pasando a tu mamá, ok?
La voz de Hannah volvió a ser infantil, pero no dejo de temblar
-Ok.
Las dos amigas (casi hermanas) se despidieron, pero mientras Hannah entraba al edificio, la sonrisa de Lila se borraba, por mas de que sabía que decirle a Hannah, este tipo de situaciones se hacían cada vez mas recurrentes, lo cual la empezaba a preocupar.
                                                  Ring ring
Sonó el telefono de Lila, llamada de su madre, al contestar, le habló la asistente de su madre
-¿Hola?
-Ni tu madre ni tu padre pueden venir a buscarte, volvé sola.
                           Cuelga la llamada
-...
Esta no era la primera vez que se daba esta situación, ya había vivido esto un par de veces, llamó al chofer que compartían entre sus padres, lo único que le podía dar era uno de los caramelos de Jenkins y pelusas de las piezas de ajedrez.
-No más cosas raras, no necesito tu tipo de problemas.
El chofer se fue sin siquiera haberla mirado a los ojos, solamente con esa frase como hola y chau.
Lila mantuvo la calma "debió tener un día duro, o capaz mis padres lo sobreexcedieron" pensaba ella, como justificando este comportamiento, Lila estaba psicológicamente entrenada para pensar que todo el mundo tenía un buen motivo para hacer lo que hacía, de esta forma, la gente podría decir que su padre se transformaba en otra persona estando con ella, o que el, en el fondo, el era un dulce, todo esto era una telaraña de mentiras lentamente tejidas por su padre, Lila lo sabía pero, inconscientemente, buscaba una forma de justificarlo, tal cual hacía con todo el mundo.

Rosa y verdeWhere stories live. Discover now