One more time |• Kookmin

•Capítulo 1•

Dicen que la felicidad no es duradera, Jimin optó por no creer en eso, inocentemente creía que podría contradecir esas palabras y demostrar que la felicidad si podía durar toda una vida. Que los felices para siempre si existían.

Pero tristemente se equivocó.

En esos momentos, debía darle la razón a esas personas, debía aceptar que la felicidad no era duradera y que las cosas con el tiempo se desgastan y se pierden quedando olvidadas para siempre. Ya no sabía cómo debía ver ese ramo de flores que el día de ayer lo hizo sonreír de oreja a oreja.

— Supongo que como todo, comenzarán a marchitarse lentamente — susurro.

— Yo-

— ¿Lo sientes?

No había lágrimas en sus ojos, pero su interior estaba lleno de dudas, una tras otra.

¿Por qué?

¿En qué momento?

¿Cómo es que no pude notarlo?

Jimin lo observó, esos ojos azules como el océano también lo veían.

— Siento que esto será lo mejor para los dos, puedes quedarte con la casa, me iré a mi departamento y-

— ¿Tienes un departamento?— susurro.

Jungkook suspiró y asintió.

— Me dijiste que lo habías vendido.

— Yo, creí que sería bueno tenerlo por si acaso— murmuró.

Jimin sonrió incrédulo, a esas alturas no sabía qué pensar.

— Entonces…¿tenías planeado acabar con esto hace meses y por esa razón no lo vendiste? Decidiste conservarlo para escapar…

Jungkook negó de inmediato con su cabeza y tomó las manos del rubio sobre la mesa.

— No, no es así.

Habían hablado de vender el departamento hace un año, pero las cosas comenzaron a ir mal y aún no había un comprador. Cuando discutían o tenía problemas en el trabajo, iba allí a perder el tiempo hasta calmarse para luego regresar a casa. Decidió conservarlo por esos motivos.

— No lo mal pienses, por favor.

Jimin maldijo el hecho de conocerlo a la perfección, no podía mentirle porque sabía perfectamente cuando lo hacía. Jungkook nunca lo miraba a los ojos, titubeaba en sus palabras y sus manos se movían inquietas justo como en ese momento. Él le estaba mintiendo de forma tan evidente que Jimin no supo si debía echarse a reír por la ridícula situación.
Huia de él, eso estaba claro, siempre lo hacía en lugar de intentar arreglar las cosas. Jungkook era del tipo de hombres que huían de los problemas y al pasar unas horas o máximo un día, entraban por esa puerta fingiendo que nada pasaba.

Ambos eran así, y quizás eso los llevo hasta este extremo.

— Puedes tomarte el tiempo que necesites para firmar.

— ¿Firmar?— susurro mirando los papeles de divorcio a su lado en la mesa.

— Sabes que eres lo mejor que me pasó en la vida Jimin.

— Si lo soy, ¿por qué me dejas? — preguntó en un hilo de voz que llegó a romper el corazón de Jungkook.

Cuando se casaron, juro que no dejaría que nada lastimara a ese hermoso ser, pero ahora era él el causante de esas tristes expresiones y ese corazón roto.

— Jimin.

— Hasta la muerte...— alejó sus manos de las contrarias — ¿De qué sirven esas palabras? Carecen de valor, supongo que no debí confiar en ellas ese día — se puso de pie.