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Junio
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Draco entró tambaleándose en la biblioteca quince minutos pasadas las nueve, con un enorme dolor de cabeza y una caja de caramelos de manzana bajo el brazo. Localizó la butaca más cercana, situada en el extremo opuesto de la sala y bajo una ventana insoportablemente luminosa. Se tumbó en ella, cerró los ojos para protegerse de la luz y se permitió sonreír cuando oyó que se acercaban unos pasos.
—¿Dónde has estado? —preguntó sin abrir los ojos, en un esfuerzo por adelantarse al aluvión de preguntas que sospechaba que Granger había estado a un suspiro de pronunciar.
—Podría preguntarte lo mismo, —dijo ella—. No me recibiste en el Flu hoy.
Con los ojos cerrados, casi pudo discernir una pizca de decepción oculta tras su tono altivo.
No dijo nada. En lugar de eso, Draco buscó a ciegas en su caja de caramelos y desenvolvió uno, metiéndoselo en la boca mientras maldecía en silencio a Theo por pensar que sería divertido vaciar todas las pociones para la resaca. Puto idiota. Había estado a punto de pedirle ese giratiempo experimental solo para recuperar las pociones.
La oyó suspirar.
—De hecho, este año me he tomado algunas vacaciones... bueno, me han obligado. No se me permite acumular más hasta que haya utilizado algunas. El Ministerio debería haberte informado de que no estaría aquí la semana pasada. Fue una decisión de última hora.
Draco sonrió para sí y buscó otro caramelo a ciegas.
—Lo hicieron. —Abrió los ojos, retrocediendo ante la ofensiva luminosidad de la habitación—. ¿Qué hiciste? —preguntó.
—Me quedé en casa. Leí mucho. Hice algo de colada, limpié a fondo la cocina.
Draco se sentó erguido, ignorando la sacudida que sintió en el estómago al moverse. Se metió otro caramelo en la boca, deseando que tuviera algún tipo de propiedades calmantes para el estómago. Se obligó a hablar a pesar de las náuseas. Esto era de vital importancia.
—Eso es espantoso, Granger. Eso no son vacaciones. Eso son labores del hogar. Créeme, aprecio la limpieza tanto como cualquiera, pero no voy a pasar unas vacaciones haciéndolas. Las vacaciones son para pasarlas en playas, montañas nevadas o explorando ciudades antiguas en ruinas. Incluso los museos, que me gustan bastante, pero de los que me han informado que no son una de las actividades favoritas de la mayoría, serían preferibles a limpiar a fondo una cocina.
Habían sido muchas palabras. En rápida sucesión. Junto con imágenes de manchas de grasa en las superficies de la cocina. Draco se sentía mal. Muy mal. Volvió a tumbarse, agarrándose el estómago con una mano y tapándose los ojos con la otra para bloquear la luz. Optó, benévolamente, por ignorar la risita maleducada que se cernía sobre él.
—Bueno, apenas tengo tiempo para limpiar a fondo la cocina si no. Era una buena oportunidad.
Draco dejó caer la mano que le cubría la cara y se obligó a abrir los ojos. Arrugó las cejas, decidido a transmitir su incredulidad. Aquello era ridículo. Era Hermione Granger. Seguro que tenía cada hora de cada día planeada al segundo, teniendo en cuenta todo en su vida, incluido las labores del hogar.
Suspiró de nuevo.
—Estoy aquí de nueve de la mañana a siete u ocho de la tarde, cinco días a la semana. No tengo mucho tiempo libre.
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Beginning and End - Dramione (Traducción)
RomanceAños. Divididos en meses, semanas, días, horas, minutos, segundos y momentos. Simples en un extremo, complejos en el otro. En la experiencia de Draco, los momentos, incluso cuando eran simples, tenían la costumbre de volverse irrecuperables. Los mom...