iv. media nightmare . . .

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franco
05/04/2024





Me desperté con el celular explotado con notificaciones. Seguro alguien volvió a hacerse viral con el tema de Oliver y Estelle, mátenme. Para ahorrarme el dolor de cabeza, decidí tomarme un rato antes de agarrar el celular y, en su lugar, empezar a despabilarme y arrancar el día. Aunque costó, salí de la cama para ir a desayunar. Decidí llevar el celular en el bolsillo del pantalón de mis pijamas, ya que capaz después de comer si estaría de humor como para procesar los comentarios boludos que estaban bombardeando mis notificaciones en las redes.

Sin gastar el tiempo en acomodarme la cara o el pelo, salí de mi cuarto y bajé las escaleras en dirección a la cocina. Si bien me costaba esto de despertarme, no había nada como la paz y el silencio de ser el único despierto en casa.

Al parecer no iba a tener tal placer esta mañana, puesto a que en los últimos escalones para llegar a la planta baja empecé a escuchar ruido proveniente de la cocina. Puta madre, ¿a quién se le ocurrió levantarse a esta hora? Seguro a mi mamá, aveces le pinta la loca. Antes de entrar a la habitación me tomé un segundo para respirar profundo. Paciencia, ya voy a tener mi momento de paz en un rato cuando salga con la bicicleta.

No me esperaba para nada que la que esté adentro de la cocina sea Maitena. Hoy se termina el mundo, mi hermana se lavantó antes que yo. Estaba sentada en la isla de la cocina, tomando uno de sus jugos verdes con gusto a culo y mirando TikTok en su celular. El piso de la casa es tan viejo que siempre un chirrido te delata cuando entras a algún ambiente, por lo que ella supo apenas crucé la puerta y se apuró a dejar de hacer lo que se estaba haciendo.

Antes de que me digas algo, fue un total y completo accidente—se olvidó de que existían los saludos y se apresuró a decirme, dejándome completamente confundido—. Ok, por tu cara supongo que todavía no abriste tu celular y no estás entendiendo una mierda de lo que estoy hablando. Antes de hacerlo escúchame, por favor.

¿Qué hiciste Maitena?—pregunté, harto de sus macanas. ¿Acaso no le fue suficiente con el quilombo que hizo en el paddock de la fórmula 3 en 2022? Pensé que con eso ya había cumplido su cuota de caos por lo menos por tres décadas.

Puede que haya descubierto a la pianista de ayer—dijo con su tono de voz que incluso no siendo su mellizo sabría que intenta prevenir que me enoje.

—¿La pianista?—pregunté sin entender a que se refería hasta que me volvió a la mente mi pedaleada de ayer a la mañana—. Ahh, ¿es una señora? Mira vos, ¿qué tiene que ver con mi celular explotando de notificaciones, Mai?

—No es una señora, pelotudo—su mirada matadora no podía tener otro efecto en mi que no sea una risa, ya la ví tantas veces que le perdí el miedo—. ¿Te acordás de la vecina de Pau? ¿Agus? Resulta ser que tiene una prima de Uruguay que se vino por la temporada de turismo.

Sé lo que pretendía que pregunte, pero no le iba a dar el gusto. En su lugar, le hice un gesto con la mano para que siga explicando y lo acompañé con mis cejas levantadas, sabiendo cuanto le molesta que le haga eso.

—Vino a tocar el piano a los hoteles, boludito—que feliz que me hacía molestarla, era tan divertido el tono que ponía—. Ella es la pianista.

—¿Así que ella es la vieja?—seguí bromeando. Entre todas las notificaciones seguro había una de María cagándome a pedos, así que divertirme con la culpable de esto era simplemente payback por el quilombo que seguramente me causó.

shakes; FRANCO COLAPINTODonde viven las historias. Descúbrelo ahora