CAPITULO XII

45 4 1
                                    

Nota: a partir de aquí el vocabulario cambia en las escenas íntimas. Los términos sexuales serán más profundos y soeces como se distingue en la actualidad. Esto lo aclaro por si se les hace extraño el cambio de ciertas expresiones.


¿Es un entrenamiento o una batalla?

SAHORY

Ha pasado una semana desde que Tarren se fue y no he hecho otra cosa que reprimir este extraño sentimiento que apareció de la nada. Nunca en mi vida me imaginé preocuparme por una persona que no fuese Lidxy.

Sí. Estoy preocupada por él, no sé si se encuentra bien o si algo malo le sucedió o simplemente no quiere regresar tan pronto. Y lo peor es que probablemente esté enojado conmigo por haber tenido esa actitud aquella noche, por forcejear cuando simplemente debía acceder a sus peticiones.

Ahora me encuentro recostada en la cama. Apenas me levanté me di un baño, me puse ropa y volví a acostarme. No tengo ánimos ni ganas de salir de aquí. Son solo las ocho de la mañana.

—Señora, ¿estáis despierta? —es Makenna la que toca la puerta.

—Sí, pasa. —me siento en el borde de la cama con los pies colgando.

—Aquí está su desayuno. —pone la bandeja de plata con frutas, pan y leche sobre la mesita de noche.

—Gracias Makenna, eres muy amable.

—Es mi deber, señora. —hace un pequeño asentimiento con la cabeza sonriente como siempre.

—¿Ya trajeron la madera para el fuego? —pregunto.

Ayer en la tarde Arnold me informó que ya no había suficiente leña en la cocina para hacer la comida como es debido, así que me pidió el consentimiento de hacerla traer del bosque. Y hasta ahora no me han reportado nada al respecto.

—Sí mi lady, esta mañana trajeron mucha y el señor dio la orden de apilarlas en la bodega.

Mis ojos se agrandan al oír aquello y mi corazón martilla con fuerza contra mi pecho.

—¿El señor? ¿Él... está aquí? —pregunto sin poder creerlo.

—Sí señora, llegó en la madrugada junto con los caballeros Sunlivey.

Trago saliva. Así que así se hace llamar su grupo de guerreros: "Sunlivey".

—¿Y dónde está ahora?

—En el campo de entrenamiento con los demás soldados. —exclama y lo que dice a continuación lo recita en voz baja. —No quiero que piense que soy una chismosa, pero en la madrugada cuando llegaron, uno de ellos llegó herido, tal parece que se enfrentaron con monstruos en el camino, ya que en el brazo izquierdo de Josué se le veía un vendaje blanco manchado de sangre como si hubiese sido curado a medias. De inmediato el señor lo llevó a la quinta torre para que el brujo lo tratara.

Mi boca está abierta por todo lo que dice y encuentro un punto intrigante.

—¿El brujo? —pregunto con extrañeza.

—Sí, el que cura las heridas de todos aquí.

—¿Un brujo que cura heridas? —no le encuentro sentido.

—Todos los reyes, emperadores, duques, marqueses y demás nobles tienen un brujo o una hechicera que poseen hechizos curativos y saben de muchos conjuros para tener sus castillos protegidos con esa magia. —explica —Prácticamente son como uno más entre los sirvientes solo que tienen su propia torre en el palacio y poseen conocimientos mágicos y esas cosas raras. Son mucho más que médicos, pueden curar cualquier enfermedad y todo tipo de lesiones.

UN TOQUE DE FELICIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora