Ecos de venganza.

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Canción de la historia:

Espero disfruten de la historia. ️❤️

🌷•🌷•🌷

Desde pequeña, Mikasa había sido una niña de curiosidad insaciable, una cualidad que solía exasperar a su padre en innumerables ocasiones. A pesar de su frustración, él la amaba con una devoción incondicional. Su amor por Mikasa era tan profundo que su preocupación por ella no conocía límites; la idea de que le pudiera suceder algo lo atormentaba.

Tras la muerte de su esposa, el Rey se volcó en su rol de padre. Mikasa era el único vínculo que le quedaba con la mujer que había amado y perdido. La semejanza entre madre e hija era evidente, y a veces, esa coincidencia lo desbordaba emocionalmente.
Encontraba en su hija un consuelo y un recuerdo tangible de su esposa, aunque eso también lo llevaba a un estado de constante ansiedad por la seguridad de su hija.

—¡Mikasa! ¡Mikasa! —llamaba el Rey desesperado buscando a su hija.

—¡Su majestad! —uno de sus guardias llegó hasta él.

—¡¿Dónde está la princesa?! —su expresión y voz furiosa hizo temblar al hombre.

—E... Ella e... está bien. —titubeó —La princesa solicita verlo.

El hombre aseveró la mirada, el guardia empezó a caminar, guiando así al Rey quien con su semblante delataba lo preocupado que se encontraba en esos instantes.

Al llegar al jardín del palacio grande fue su sorpresa al ver a su pequeña princesa ahí, estaba rodeada de guardias que se inclinaron con respeto en cuanto lo vieron, pero lo que más captó su atención fue la sábana rosa que sostenía entre sus manos, alzó su mirada hacia el cielo, la sábana, extendida con gracia, caía desde lo alto de la ventana del aposento de ella, ondeando suavemente hasta tocar el suelo del jardín.

—Su majestad. La princesa intentó escapar —comenzó a relatar uno de ellos —. Por suerte pudimos llegar a tiempo e impedir que escape.

—Lo sentimos tanto su majestad —habló uno por todos —este fue nuestro descuido.

El hombre de cabello rubio miraba severamente a su primogénita. Los ojos grises de la menor desprendían inocencia y vergüenza.

Ese era un punto débil en el Rey.

—Mikasa. —su voz ronca erizo de pies a cabeza a la pequeña. Su padre se notaba molesto.

—Lo siento papá. —la suave e inocente voz de la princesa tocó el corazón de su padre —Prometo no volver a hacerlo. —dijo con la cabeza gacha.

Verla así fue como una punzada en su corazón.

No pudo, simplemente no pudo.

El Rey no pudo resistirse otra vez. Al final no castigó a la pequeña traviesa, su hija le había dicho que tenía planeado escaparse, su deseo era conocer otras partes del mundo además del palacio donde vivía.
Su padre lo único que hizo fue darle a cambio un regalo para que se olvidará de la idea de salir del palacio.

Aunque aquella vez no fue la última en que la pelinegra hizo una "travesura". Pasado tres días, la pequeña Mikasa había ocasionado un desastre en la cocina.

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⏰ Última actualización: Sep 10 ⏰

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Ecos De Venganza - Two-shot (Eremika)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora