¿Un asesino? ¿Un delincuente? ¿Qué eres realmente?
¿Por qué no pudo evitar acercarse a aquel chico?
Un chico sentado precisamente en la silla frente a sus narices, esperando pacientemente una cita psicológica al igual que él... ¿Eran iguales? Gran...
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— Es increíble que aún luego de la muerte me causes tanto disgusto querido — murmuró para sí mismo el rubio, observando el reloj en la pared
Se haría tarde; Pero no iría a sus sesiones psicológicas sin antes haber bebido un café... pero tampoco deseaba ser imputar, aquello era desagradable
¿Cuánto tiempo se tomaron?
— Disculpa — llamó, intentando no demostrar su impaciencia — ¿Podrías apresurarte un poco? Tengo algo que hacer
— El tiempo es una virtud — comentó con una sonrisa amable y cálida
Sin embargo, solo fue una sonrisa que creó un revoltijo lleno de molestia en los intestinos del mayor por su desagradable comentario
— La puntualidad es una dicha — se atrevió a decir, presionando sus uñas contra la madera del mostrador
La puntualidad es una dicha Jimin
Solo me retrase un minuto
Un minuto que podrías haber usado haciendo la cena o algo más
Flash Back
— Lo lamento cariño — se lamentó, sonriendo ligeramente, intentando apaciguar la molestia en la mirada de su esposo
— Jimin — reprendió con solo mencionar su nombre — el tiempo y la puntualidad es una dicha que no puede ser desperdiciada —- negó con su cabeza, tomando el mentón del rubio, obligándolo a subir su mirada y conectarla a la suya
— no quiero, hoy llueve — suplico con su mirada gris, siendo consciente de su penitencia — tendré frío
— Debiste pensarlo antes de holgazanear — sonrió con cinismo, soltando al más bajo, para luego limpiar su mano con completo afán — colócate tu traje y ve a la casa de perro, dormirás esta noche en aquel lugar
—Pero cariño...
— Tu mismo deseaste este castigo por tu impuntualidad — se giró, caminando hacía el sofá, sentándose — No quiero ver tu rostro al girar, ve acatando la orden querido
— Está bien — respondió, apretando un poco su camisa entre un puño en su mano derecha
—Tampoco tienes derecho a comer está noche — dijo en un tono alto, acomodándose en el sofá, tomando el control remoto — Ten una linda noche pequeño borrego — río por lo bajo, escuchando los pasos de Jimin a su espalda
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— Por favor, te lo ruego — suplicó contra la puerta trasera de la casa, escuchando los truenos, cerrando con fuerza sus ojos al ver la noche aclararse por los relámpagos