Cap 03

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 — Es increíble que aún luego de la muerte me causes tanto disgusto querido — murmuró para sí mismo el rubio, observando el reloj en la pared

Se haría tarde; Pero no iría a sus sesiones psicológicas sin antes haber bebido un café... pero tampoco deseaba ser imputar, aquello era desagradable

¿Cuánto tiempo se tomaron?

— Disculpa — llamó, intentando no demostrar su impaciencia — ¿Podrías apresurarte un poco? Tengo algo que hacer

— El tiempo es una virtud — comentó con una sonrisa amable y cálida

Sin embargo, solo fue una sonrisa que creó un revoltijo lleno de molestia en los intestinos del mayor por su desagradable comentario

— La puntualidad es una dicha — se atrevió a decir, presionando sus uñas contra la madera del mostrador

La puntualidad es una dicha Jimin

Solo me retrase un minuto

Un minuto que podrías haber usado haciendo la cena o algo más

Flash Back

— Lo lamento cariño — se lamentó, sonriendo ligeramente, intentando apaciguar la molestia en la mirada de su esposo

— Jimin — reprendió con solo mencionar su nombre — el tiempo y la puntualidad es una dicha que no puede ser desperdiciada —- negó con su cabeza, tomando el mentón del rubio, obligándolo a subir su mirada y conectarla a la suya

— no quiero, hoy llueve — suplico con su mirada gris, siendo consciente de su penitencia — tendré frío

— Debiste pensarlo antes de holgazanear — sonrió con cinismo, soltando al más bajo, para luego limpiar su mano con completo afán — colócate tu traje y ve a la casa de perro, dormirás esta noche en aquel lugar

—Pero cariño...

— Tu mismo deseaste este castigo por tu impuntualidad — se giró, caminando hacía el sofá, sentándose — No quiero ver tu rostro al girar, ve acatando la orden querido

— Está bien — respondió, apretando un poco su camisa entre un puño en su mano derecha

—Tampoco tienes derecho a comer está noche — dijo en un tono alto, acomodándose en el sofá, tomando el control remoto — Ten una linda noche pequeño borrego — río por lo bajo, escuchando los pasos de Jimin a su espalda

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— Por favor, te lo ruego — suplicó contra la puerta trasera de la casa, escuchando los truenos, cerrando con fuerza sus ojos al ver la noche aclararse por los relámpagos

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