CAPITULO XIV

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⚠️Advertencia: al igual que el capítulo X, este también contiene aquel tema delicado. Se puede decir que es un poco más fuerte.💀 Si no queréis leerlo puedes pasar al siguiente cap. Una disculpita si después lo hago parecer muy normalizado.

Si la vergüenza y el miedo pudiese asesinar, hace rato estuviese sepultada

Subo a la alcoba dejando a Tarren atrás. Se dirigió al campo para continuar con el entrenamiento. Ahora que me encuentro sola decido hacer un telegrama para mi nana. No puedo seguir con esta angustia que tengo sin saber nada de ella. Me siento en una silla y empiezo a humedecer la pluma con la tinta para redactarla apoyada del tocador.

Mi estimada Mariane...

<<No. Así no>> 

Arrugo la hoja porque no es una buena manera de comenzar a escribir y menos a alguien con quien compartir la mayor parte de mi vida. Así que reorganizo muy bien las palabras en mi mente y vuelto a intentarlo.

 Así que reorganizo muy bien las palabras en mi mente y vuelto a intentarlo

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Termino la carta con lágrimas goteando sobre ella. Todas mis emociones se despertaron y siento que me ahogo. Abro uno de los cajones y saco la caja musical que guardé allí desde el primer día que pisé este dormitorio. Doy varias vueltas en la manivela y un segundo después el cofre se abre revelando a la bailarina mientras emite una suave melodía que me entristece aún más. Paso los dedos por el diseño rememorando el día en que mi padre me la obsequió.

Me encontraba en el jardín con Lidxy y allí había aparecido con una amplia sonrisa que le llegaba a los ojos. Las manos las tenía tras su espalda y allí nos reveló lo que traía. A mi hermana le regaló una hermosa pulsera de diamantes y a mí la caja musical. Cuando supe lo que hacía me maravillé tanto que todas las noches la hacía funcionar para dormir. Aunque no era de oro, ni de plata ni de diamantes, para mí tenía un valor único. Especial.

Y lo sigue siendo.

Es el regalo que más atesoro. En él guardo mis más preciados recuerdos.

***

Las horas transcurren y los rayos del sol del atardecer se cuela por el ventanal de la alcoba y enseguida es reemplazado por la luz de la luna. En un abrir y cerrar de ojos se hizo de noche. Aún me encuentro en la habitación, pero no estoy sola. Hace un momento Tarren entró sin avisar y sin decir nada comenzó a quitarse la armadura.

Vuelvo a sentir ese pánico de la otra noche.

—¿Te... vas a quedar aquí? —pregunto nerviosa y él me mira con un extraño brillo en los ojos.

—Es evidente, ¿no? —responde con lógica.

Cuando vi que ingresó y se dirigió al guardarropa yo me dispuse a acercarme a la puerta en caso de que algo pasara. Algo como "la última noche que vino sin decirme"

UN TOQUE DE FELICIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora