Finn:
Estábamos todos en la sala de espera. Marco, Leonardo y yo sentados, tratando de mantener la calma, mientras Andrea se movía como un torbellino de un lado a otro.
No había forma de detenerla. Iba y venía sin parar, con los brazos cruzados, soltándolos, volviendo a cruzarlos, mordiéndose el labio, y lanzándome miradas ansiosas cada pocos minutos. A cada rato me preguntaba si era normal tanta demora, y yo, en un intento de mantener la calma, simplemente respondía "sí".
Cerraba los ojos por momentos, intentando no marearme con su constante vaivén. Verla tan inquieta me ponía más nervioso de lo que ya estaba.
Mónica, a unos metros más allá, estaba inmersa en una conversación telefónica con la madre de Elijah. Al parecer, ella y su esposo, junto con mis padres, ya estaban por tomar el próximo vuelo desde Berna. Le envié un mensaje a Kylian para que avisara al resto de nuestros amigos, y después me limité a esperar.
Marco y Leonardo, en contraste, parecían tener la paz del mundo. No pronunciaban una palabra, pero sus expresiones reflejaban una paciencia admirable. Observaban todo con serenidad, como si hubieran presenciado este tipo de situaciones mil veces antes.
Hasta que finalmente, la puerta de la sala de espera se abrió. Vito Minelli, mi colega, apareció con una amplia sonrisa en el rostro. Antes de que pudiera decir una palabra, Andrea casi lo atropelló al lanzarse hacia él, desesperada por saber cómo estaban su hermana y su sobrina.
Vito levantó las manos, divertido ante la reacción, y con una calma que contrastaba con la impaciencia de Andrea, dijo:
- Todo está perfecto. Madre e hija están en un estado de salud impecable, ambas gozan de una salud de hierro. Ya las han trasladado a la habitación, y Elijah está con ellas. Pueden ir a verlas, felicidades, familia. La pequeña es preciosa - hizo una pausa, como si hubiera olvidado algo, y luego añadió con una sonrisa traviesa
- Ah, antes de que lo olvide... Elijah les manda a decir que la niña no es pelirroja, así que es Kraufman de ley - anunció Vito con una sonrisa, provocando una carcajada general en la sala de espera.
- Pero italiana... al final, es italiana - añadió Marco con orgullo en la voz, mirando a sus hermana con una sonrisa traviesa.
Parecía que la estancia en Suiza, con la madre de Elijah cerca, había sido más de lo que podían soportar.
Elijah, acostumbrado a la independencia, había decidido regresar a Roma con Gina antes del parto, buscando un poco de paz. Al final, Roma, con todo su caos, resultaba ser el refugio perfecto para ellos.
Mientras observaba cómo los demás desaparecían por el pasillo, no pude evitar sonreír. La familia estaba creciendo, y ver a Elijah convertirse en padre, a pesar de todas las bromas, hacía que todo pareciera más completo.
Yo me quedé un momento atrás, dejando que la familia entrara primero. Sabía que iban a sofocar a Gina, especialmente Andrea, que seguramente no iba a parar de hablar ni un segundo.
Me acerqué a Vito, dándole una palmada en el hombro en señal de agradecimiento.
- Gracias, Vito... impecable como siempre - le dije con sinceridad.
Él sonrió y se inclinó un poco hacia mí, bajando la voz como si estuviera compartiendo un secreto.
- Todo fue dentro de lo normal, salvo por Elijah. Nadie hubiera creído que es médico. Casi se desmaya cuando vio a la niña-
Solté una carcajada. Lo imaginaba perfectamente. Elijah, pese a su profesionalismo, tenía un lado emocional que, como Andrea, era difícil de controlar en los momentos más importantes.
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Sencilla dignidad- La liberación de los secretos - Libro II
RomanceEn ocasiones, las ataduras que nos aprisionan nos sumergen en una oscuridad intrincada, donde solo los secretos más profundos de nuestros corazones encuentran refugio. Es entonces cuando el orgullo y la vanidad irrumpen, desatando la destrucción a s...