alone

15 2 0
                                    



Abril garza siempre había sido una soñadora. Desde pequeña, su mundo estaba lleno de libros de fantasía y cuentos de hadas. Vivía en un pequeño pueblo donde todos parecían conocerse, pero su corazón anhelaba algo más.

Una tarde, mientras paseaba por el parque, sus ojos se encontraron con los de samantha Rivera. Ella era todo lo que Ari había imaginado: cabello rizado, sonrisa despreocupada y una mirada profunda que parecía entender su alma.

—Hola, soy abril pero me puedes decir Ari—dijo ella, dando un paso hacia ella.

— samantha pero dime Rivers—respondió ella,extendiendo su mano. —¿Eres de aquí?

—Sí, he vivido aquí toda mi vida. Pero, ¿y tú? Pareces un poco... diferente.

—Acabo de mudarme. Buscando nuevas aventuras—dijo, riendo suavemente.

El aire se llenó de una conexión instantánea.

Después de ese encuentro, Ari y Rivers comenzaron a verse con frecuencia. Sus paseos por el parque se convirtieron en una rutina. Compartían sueños y miedos, y con cada encuentro, sus corazones se acercaban más.

—No puedo creer que nunca hayas probado el café de la tienda de la esquina—dijo Ari un día mientras caminaban.

—Nunca lo he hecho. Tal vez deberíamos ir—sugirió Rivers, con un brillo en sus ojos.

—Es un trato—respondió ella, sonriendo.

Mientras se sentaban en la terraza, Ari se atrevió a preguntarle.

—¿Y qué es lo que buscas en esta nueva aventura, Rivers?

Ella se detuvo por un momento antes de responder.

—Busco… algo real. Una conexión. Algo que valga la pena.

La relación creció, pero también las inseguridades. Un día, Ari se detuvo frente a un gran árbol. La luz del sol brillaba a través de las hojas.

—Rivers, he estado pensando...—empezó ella, nerviosa.

—¿Qué pasa, Ari?

—¿Y si lo que tenemos no es suficiente? Me asusta la idea de perderte.

Rivers la miró, acercándose un poco.

—No digas eso. Lo que tenemos es especial. Solo tienes que creer en nosotros.

Con el tiempo, sus sentimientos se hicieron más fuertes y un día decidieron dar un paso más allá. En un atardecer dorado, Rivers tomó la mano de Ari.

—Hay algo que necesito decirte—comenzó, con voz firme, pero suave.

—¿Qué es?—preguntó ella, con el corazón acelerado.

—Te amo, Ari. Y quiero compartir mi vida contigo.

Ari sintió que el mundo se detenía. Su corazón se llenó de una alegría indescriptible.

—Yo también te amo, Rivers. Siempre lo he hecho—respondió ella con una sonrisa emocionada.

Los años pasaron, y Ari y Rivers se convirtieron en pareja. Juntas enfrentaron desafíos, pero siempre se apoyaron. Establecieron su hogar en un pequeño apartamento lleno de sueños y risas.

Un día, mientras decoraban la casa, Ari le dijo:

—¿Alguna vez has pensado en tener una familia?

Rivers la miró, sus ojos brillantes.

—Por supuesto. Sueño con tener una casa llena de risas y amor.

Ari sonrió, imagino su futuro juntos.

Un par de meses después y con la emoción en el aire, Ari se sentó en la mesa con Rivers.

—Tengo que decirte algo. Estoy embarazada—confesó, sintiendo una mezcla de miedo y alegría.

Rivers la miró, atónita. Luego, una gran sonrisa se dibujó en su rostro.

—Eso es increíble, Ari. Vamos a ser madres.

Su abrazo fue un reflejo de amor puro. En ese momento, ambos supieron que su amor había trascendido a una nueva etapa.

El día llegó. Ari dio a luz a una hermosa niña a la que llamaron Luna. Rivers estaba a su lado, sosteniendo su mano.

—Es perfecta—susurró Ari, con lágrimas de felicidad.

—Y eso es solo el comienzo—respondió Rivers, mirando a su pequeña con amor.

La familia creció, y cada día era una nueva aventura. De la risa en el desayuno a las noches llenas de historias, Ari y Rivers supieron que su amor había creado algo realmente especial.

Años después, mientras su hija crecía, Ari y Rivers se sentaron juntos en el jardín, observando a Luna jugar.

—¿Te das cuenta de que esto es lo que siempre soñamos?—preguntó Ari.

—Sí, y todo comenzó con un encuentro inesperado en el parque—respondió Rivers, sonriendo.

Ari y Rivers conocieron el amor en su forma más pura y, juntos, formaron una familia. Nunca se detuvieron en su búsqueda de aventuras ni dejaron de soñar.

—¿Cuántos cuentos crees que nos faltan por escribir?—preguntó Ari.

—Incontables—contestó Rivers, apretando su mano.

Y con esa certeza, supieron que su historia apenas estaba comenzando.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 11 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Un amor entre dos mundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora