CAPITULO 22

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La campana de la entrada de la puerta volvió a sonar, Vilches junto a Chiara estaban curando la herida de un Yildas que miraba con cierto apuro a Chiara desde el abrazo que le había dado. Salieron al escuchar el jolgorio, y entrando por el portón, Massamba primero con una cesta bambú colgada sobre su pecho, y un tronco de árbol apoyado sobre su hombro, tras él Ngouabi que apoyaba el mismo tronco sobre su hombro y colgando de él, un antílope, al verlo chiara se dio la vuelta y entró nuevamente al hospital, Vilches elevó los ojos hasta el cielo, ante aquella huida. Massamba dejó el animal sobre una tela que Teresa había preparado en el suelo para que las mujeres comenzaran a partirlo. Sacó también de aquel kitikoala de bambú, varios pesacados ante la admiración de los niños, y Mona que miraba expectante todo, mientras Valiente ante el tamaño de aquel bicho echado en el suelo al que miraba con ojitos tristes, se escondía tras Mona. Aquel gesto hizo que Violeta, cogiera al pequeño en brazos y se lo llevara de allí, entendiendo que quizás el recuerdo había llegado a su mente, y eso le había puesto triste.

- ¿Y Chiara?

- Dentro, le da pavor ver las piezas de caza

- ¡Y qué no le da pavor! – se quejó negando con la cabeza

- ¡Está claro!, tú – le guiñó el ojo graciosamente Vilches

El perro había guiado a Nmaba hasta su nieto, él orgulloso le hacía entrega de su primera lanza, con ella y la maestría de Massamba que le había enseñado, había cazado aquel ejemplar, la seriedad en el rostro del joven muchacho, demostraba que en esa salida algo había cambiado, quizá, como pensaba Teresa, la ilusión de un joven muchacho, había quedado perdida en la selva y había regresado convertido en todo un hombre.

En el despacho de Vilches, Chiara, una vez terminó con Yildas que seguía tímido con ella, se puso a leer, sentada en el sillón de Vilches.

- Se va a enfadar como te vea ahí, no soporta que nadie se siente –se paró en la puerta

- Ya... pero yo no soy nadie, soy Chiara . Hola Valiente – le sonrió al animal que seguía abrazado al cuello de Violeta "quien fuera Valiente"

- Di lo que estás pensando – sonrió

- Dilo tú, lista – le preguntó, aunque no pudo evitar ponerse colorada

- Estoy segura que te encantaría estar justo donde está Valiente

- ¿Y si así fuera?, ¡oh claro!, ¡es verdad como no me había dado cuenta antes! eres algo bruja y te crees todo lo que piensas, todas a tus pies

- No, simplemente tu deseo por mí se ha dejado notar – le dijo mirando sus pechos

- ¡Qué desagradable eres!

- Ahora no soy encantadora... ¡oh claro! ¡es verdad como no me había dado cuenta antes! eres algo bruja y solo lo soy cuando hay luna llena y te conviertes en loba

- Uhhhhh – murmuró Vilches notando entre ellas como subía la tensión

- ¿Loba? – sonrió se levantó lentamente encaminándose hacia ella con actitud muy relajada, muy descarada por otra parte - Pues yo de ti miraría el cielo, no vaya a ser que haya luna llena esta noche, vamos Valiente

El animal se pasó a sus brazos y salieron, Violeta la miró, la provocación tanto en sus palabras como en sus ojos la habían dejado un tanto desconcertada, pero al reaccionar soltó un silbido mientras sonreía, y se fue tras ella.

La hora se acercaba, todo estaba preparado, los hombres se pintaban con el color blanco y rojo en sus caras sinónimo de guerreros vencedores, Ngouabi había estado escuchando a su abuela, consejos sobre vida, sobre muerte y sobre mujeres, a veces el orgullo de hombre les hacía ser impulsivos y buscar imposibles, ella quería que sintiera los latidos de su corazón por encima de sueños. Y mientras le hablaba le ayuda a vestirse como guerrero porque ella sabía que gracias a Massamba se sentía un poco más guerrero desde aquel día. Los niños estaban siendo arreglados por Nsona y Sissou que a esas alturas ya estaba completamente integrada como una más del poblado, y aquella tarde en especial se sentía un poco más feliz, Chiara había supervisado la cura a Yildas, miradas furtivas y divertidas, algo de tensión, timidez en su cara cuando se le cayó la gasa, una sonrisa divertida en Chiara , al igual que Yildas, aquella niña que entró con el terror reflejado en sus ojos, con una vivencia horrible en su piel marcada a fuego, con la pérdida de su hijo, estaba en ese momento sintiéndose enfermera, sintiéndose útil, y porque no, enamorada. Dos sentimientos que jamás en su corta vida pensó podría llegar a sentir. Por su parte Vilches trataba de olvidarse del nuevo trabajo que debían hacer, con un poco de suerte, de todos los desplazados que iban a ver, ninguno transportaba la enfermedad, las cifras eran claras 100 muertos, 25.000 desplazados. Todos sabían que entre los que huían habría más infectados, por eso, necesitó aquel día más que nunca ponerse en contacto con Cruz, ella había vivido la situación por tres veces, y las tres habían sido verdaderas pesadillas, solo su voz en aquel momento sería capaz de tranquilizarlo. Quien estaba más nervioso de lo habitual era Massamba, ante la ausencia de Yildas, él era el jefe en ese momento, y aquello hacía que Lula que seguía las tradiciones, lo estuviera preparando para hacer su aparición, una capa de piel de león le cubría del cuello a los pies, él tendría el honor de partir la pieza más grande ante todos, Lula en silencio le pintaba la cara, el pecho, y el hombre sentía la presencia de aquella joven con su hijo cargado en su espalda, y sin poderlo evitar sentía nuevamente el calor de una familia, el calor de un hogar, no pedía nada, sin embargo, día a día recibía mucho de parte de la joven y sobre todo del niño que se mostraba siempre feliz en los brazos de aquel enorme hombre.
En su cabaña Violeta vigilaba con cuidado de no ser vista, tenía su liputa bien extendido sobre la cama, pero su obsesión era mirar hacia la cabaña de Teresa, Chiara llevaba allí como una hora, no había salido y eso le hacía sospechar que algo tramaba, sonreía sin poderlo evitar, y unas ganas feroces de entrar y descubrir lo que hacían la empujaron con una sonrisa traviesa a como era costumbre en ella, entrar y sorprenderlas. Salió sigilosamente, y cuando llegó a la puerta, trató de abrir, pero se encontró con la sorpresa de que no podía.

Aventuras en la selva - KIVIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora