Capítulo 4: Comienza la investigación

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27 de septiembre, 10:45 AM

Centro de Detención – Sala de visitas

Shouko regresó a la sala de visitas, con Trucy siguiéndola. Hitohito seguía allí, sentado en el lado opuesto del vidrio. Shouko se sentó en la silla frente a Hitohito, y Trucy se quedó de pie junto a ella.

– ¿Volviste? – preguntó Hitohito, aparentemente confundido. Shouko le escribió a su amigo.

[Quería quedarme contigo un rato más]

– Uhh... gracias... – replicó Hitohito con tristeza. El aire se puso silencioso entre los dos amigos.

Hitohito la miró al rostro: todavía había rastros de sus lágrimas en sus mejillas, de cuando se puso a llorar ante el prospecto de que él fuera encerrado de por vida, y por su petición de que ella se olvidara de él y siguiera adelante con su vida. Sintió una punzada de culpa en la boca de su estómago por haber hecho esto, no porque dejara de creer que fuera una causa perdida, sino porque la hizo llorar.

(«Soy un amigo horrible para ella...») pensó Hitohito para sí mismo. Estaba tan enredado en su propia miseria que no se detuvo a considerar cómo se sentiría Shouko respecto a todo esto. Incluso si se sentía indigno de su amistad, él podía ver que ella todavía se preocupaba por él, y eso hizo que su intento de que ella siguiera adelante con su vida sin él luego de que inevitablemente fuese condenado resultara aún más difícil.

Pensó en lo que le dijo Athena, y entre más pensaba en ello, más llegaba a la conclusión de que tenía razón: él no quería despedirse de Shouko, o incluso de Najimi. Recordaba su declaración con mucha claridad:

– "Hitohito... ¡voy a defenderte!"

Recordó la mirada de determinación en su rostro, y se dio cuenta de que no sólo hablaba completamente en serio sobre defenderlo, sino que iba a dar absolutamente el 100% en ello. Esto le dio una chispa de esperanza de que podría salir bien de esto, y quizás las cosas podrían volver a cómo eran antes. Cuando conoció a Shouko por primera vez, cuando intercambiaron mensajes en el pizarrón. Antes de que Ren se metiera a fuerza en sus vidas y tratara de separarlos.

Pero incluso con esta esperanza, el miedo que venía con ella todavía existía. Incluso si, por alguna clase de milagro, lo declaraban inocente, Ren todavía seguiría suelta, y no había duda en su mente de que ella le haría algo horrible una vez que lo sacaran de prisión. No quería ni pensar en ello, especialmente ya que el sólo hacerlo lo transportaba de vuelta a ese fatídico día que pasó secuestrado en su casa. Sólo podía imaginársela haciendo algo mucho peor, sólo para dejar claro su punto de que él ni siquiera merecía respirar el mismo aire que Shouko. No quería ni pensar en ello, su mejor amiga estaba aquí y lo último que ella necesitaba era verlo derrumbarse de nuevo frente a ella.

Trucy sólo observaba a los dos amigos mirándose en silencio. Quería decir algo para romper este silencio incómodo, pero no podía. Quería darles espacio, pero al mismo tiempo, odiaba verlos allí sentados y agonizando en sus cabezas por culpa de la situación de Hitohito. Afortunadamente, él se aclaró la garganta para decir algo.

– Perdón por no hablar mucho, es que... tengo demasiadas cosas en mi mente. – Hitohito se rascó detrás de la nuca nerviosamente. Eso al menos era cierto.

[Lo entiendo. Debe ser horrible estar atrapado aquí.] le escribió Shouko. Eso era quedarse cortos. Para Hitohito, las únicas diferencias entre el closet de Yamai y la celda en la cárcel que estaba ocupando ahora era que al menos la celda era más grande, y no estaba amarrado todo el tiempo.

– Sí... no es nada divertida... – Hitohito se puso a juguetear con los dedos nervioso. Shouko podía ver que estar en prisión le recordaba cuando Ren lo secuestró. Pensó en lo solo y asustado que debió sentirse entonces, y sin duda ahora mismo también debía sentirse igual, especialmente mientras le escribía su siguiente mensaje.

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