Rhaenyra
Podría tal vez ser un capricho estar con ella o una forma de vengarme de Daemon, pero me gustaba tenerla a mi lado, sentirla bajo mi control. Deseaba que el maldito niño de Aegon viera cómo su madre está a mis pies, entregada a mí.
Siempre tuve el deseo de tenerla a mi lado. Era la delicia del reino y la única que se me había escapado de las manos era ella. Contemplaba la idea de tenerla; siempre deseé acercarme a ella, pero cuando mi padre se casó con ella, todo se fue al caño. Sin embargo, eso solo me impulsó a desearla aún más
-Rhaenyra-su voz se quebró-. Debemos parar, debo irme.
-No me interesa lo que debas o no debas hacer -le respondí mientras se alejaba.
-Es crucial que me vaya, no pueden vernos, iniciarán rumores -podría ser cierto, pero no me importaba. Quería permanecer a su lado.
-No pasará nada, Alicent, no seas paranoica.
-Rhaenyra, créeme, lo último que quiero es que mi hijo escuche que su madre se acuesta con la Reina/Hermana. -Yo, en cambio, anhelaba que él se enterara.
-Alicent, no pasará. Hace unos momentos no parecías tan preocupada.
-Esto no es correcto -su voz tembló.
Me acerqué, ignorando la distancia que intentaba poner entre nosotras. Tomé su rostro entre mis manos, inclinándome hasta que nuestros labios apenas se rozaban.
-Dime, ¿realmente quieres que me detenga? -susurré.
Su respiración se agitó, y su mirada se oscureció con el deseo que trataba de sofocar. Sin esperar una respuesta, mis manos descendieron lentamente por su espalda, trazando el contorno de su cuerpo. Alicent cerró los ojos, como si la culpa la consumiera, pero su cuerpo se inclinó hacia el mío, buscando el calor de mi piel.
-Rhaenyra... -murmuró, pero ya no había resistencia en su voz.
Mis labios encontraron los suyos con una intensidad que había estado conteniendo, y su cuerpo respondió con la misma desesperación que sentía dentro de mí.
Todo esto había pasado tan rápido, de repente. No lo creería posible, pero ahora la tenía conmigo. Después de tanto tiempo deseándola, era difícil asimilar que finalmente estaba a mi alcance. Su piel, su mirada... todo lo que alguna vez había imaginado estaba frente a mí. Y aunque sabía que no debería, que todo esto era un error que podría destruirnos, el simple hecho de tenerla ahora, aquí, a mi lado, lo hacía inevitable.
La mujer que inició todo esto para usurpar mi trono, la que albergaba un rencor y odio que nunca parecían desvanecerse. La madre del hijo que deseaba la muerte de los míos. Nunca imaginé volver a verla aquí. Sabía que aún quedaban sentimientos en ella al ver cómo Lucerys y ella compartían momentos juntos. Sé que toda la guerra y los acontecimientos han pasado rápidamente, pero el peso de su traición sigue tan presente como siempre como el del deseo y amor.
ella me pertenece.
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"Tu me perteneces"
Romansa"Tiempos de Traición y Lealtad junto a ti" Después de la muerte de Lucerys, algo se desató en Alicent; algo cambió dentro de ella. Ya no apoyaba la causa de su hijo como antes. Ya no veía sentido en hacerlo. Alguien a quien amaba había muerto y, con...