Donde nace la luz aparece la oscuridad, no puede existir un día soleado sin un poco de sombra, y el mundo no puede ser mundo si un villano no toma todo el peso de un mal lado de una historia para que el héroe pueda inflarse como un foco de luz para los que ven todo de la forma más superficial y ligera posible. Ese papel le había tocado a él por muchos años, por siglos y luego milenios hasta que las superioras y manejadoras de todas las creencias en el mundo hicieron su propio trabajo por él dejándolo en diferentes culturas como un pobre diablo... ¿No te parece familiar esta historia de mala reputación para que su origen sea desconocido?
Si no estaban de acuerdo con las grandes controladoras de este universo, eran encerrados en las cortinas de humo, si no estaban de acuerdo con las jefas eran exiliados del paraíso y eran obligados a tomar algunos tipos de formas físicas y agarrar terreno dentro del planeta tierra como pudieran para sobrevivir, si sus orígenes y nacimientos no concordaban con el gran plan divino de las más grandes, estarían destinados a hacer su trabajo de forma independiente y ser catalogados como unos rebeldes hasta el fin de los tiempos.
Todas las polillas necesitan un faro de luz, todas las abejas necesitan una abeja reina, todas las escuelas necesitan un director y definitivamente todas las bestias y aberraciones necesitan un padre, un jefe, una oveja negra que se atribuya el cargo a toda una familia de rechazados que desde siempre se mandaron solos, pero todos necesitan una cara representativa, ¿No? Al igual que todas las Deidades en este universo lleno de azar y malos entendidos, el Dios del Caos y la Muerte no era más que un simple señuelo aprisionado en un título que lo demandaba a hacerse cargo de conceptos que desde siempre se provocaron solos en esta tierra llena de injusticias. Khaos era ese desdichado diablo que fue expulsado del paraíso allá arriba en el espacio exterior por el simple hecho de que nunca estuvo realmente seguro de la moralidad de su contraparte, la gran jefa.
Obligado a tomar forma física apenas tocó la atmósfera al caer, de contiene en el cuerpo de un alto hombre pálido de manos alargadas, largo cabello negro, una mirada oscura y perdida en tonos rojizos, así como vestimentas negras y elegantes, alargadas garras negras, dos pared de alas como si de un dragón negro se tratase y una cola espinosa malherida, algunas escamas adornaban su cuello y pómulos, haciéndolo ver como una bestia más, una bestia antigua y solitaria... ¿Realmente siempre fue así? ¿Será que su único propósito de vida es, fue y será solo recolectar almas y guiarlas a sus destinos? ¿Es realmente merecedor de algo? ¿Qué culpa tenía él de salir como salió, de pensar como piensa? Realmente él no creó nada, solamente destruyó lo que debía ser destruido...
Toda construcción o remodelación debe pasar por una demolición previamente.
El era el encargado de ensuciarse las manos cuando la gran jefa proponía algún plan o reforma en algún minúsculo rincón de todo lo que podría llamarse un gigantesco universo, destruyendo y dejando vacíos para así poder llevarse a cabos los "planes divinos" que se pedían, porque después de todo, al igual que muchas de las otras deidades, él solo hacía "su trabajo" siempre defendió a su hermana con el hecho de que "los jefes no están hechos para caer bien" pero muchas veces la gran jefa se pasaba, como lo fue con Kyandi, una pobre deidad que jamás fue planificada a nacer, pues su concepto accidentalmente albergaba algo peligrosamente poderoso por sobre todas las cosas, El Amor, la luz, y la Belleza. Tal criatura solamente con el hecho de existir ya hacía su trabajo, pero él sabía muy bien que la gran jefa no la dejaría vivir libremente.
Encerrada en un orbe desde su nacimiento, un destino que le hubiese esperado toda su vida hasta que fue "lanzada" al abismo, en el corazón del Purgatorio donde cayó el orbe, su esencia divina y con la caída a la Tierra, su cuerpo físico. Fergus tenía una misión desde hace milenios y era lograr entrar al Purgatorio, pero solamente las bestias muertas y almas corruptas entraban allí, lo peor de lo peor e irónicamente él no era el peor de los males.
Una zona tan misteriosa e inaccesible como esa debería ser accesible para el mismísimo Dios de la Muerte y el Caos... Pero "ellas" algo hicieron para mantenerlo alejado del Purgatorio, habían pasado tantos años que ya no recordaba qué era lo que albergaba en el corazón del Purgatorio, pero de algún modo, en lo más profundo del más allá, sentado en un trono hecho de sombras y ácido, Fergus recordó aquel suceso hace milenios con aquella pobre joven Diosa que pudo haberlo sido todo... Si bien, fue él quien aportó a la caída del orbe de energía... ¿Dónde habrá caído?
Pasaba sus afiladas uñas por su afilada mandíbula, mirando hacia esos montones de niebla negra y verde en un vacío abrumador, solitario, sombrío. Cerró los ojos para mirar, desde su perspectiva, al resto del mundo, aunque solo miraba las almas apunto de abandonar sus cuerpos y algunas no tan humanas pereciendo, se enfocaba , pero solo podía llegar hasta ahí, su esencia lo pasaba más allá, no podía ver el Purgatorio, un lugar que, de hecho, él debería tener poder sobre ese.
-¿Será que...?Alzó una ceja y se levantó, caminando por el tóxico vacío lleno de ácido, fuego y niebla negra, caminó por especies de pasillos entre la oscuridad iluminada vagamente por el verde radioactivo de este hasta llegar a otro espacio lleno de vitrinas de vidrio dónde estaban las profecías de las próximas almas por partir, miró a través de la que correspondía a las bestias y alzó una ceja, persiguió el camino con su mirada fría y en este caso no tan oscura, iluminada apenas con un rayo del energizante interés en, finalmente, algo que no pertenecía del todo a solamente su trabajo. Siguió el camino hasta que finalmente el sujeto murió y su alma se perdía e iba encontrando su camino hacia el Purgatorio, pero ya en las posibles entradas la vista se nubló con una misma neblina negra y tóxica como la de su propia energía en el más allá y luego no vió nada, más allá de una pequeña chispa de luz a lo lejos.
Abrió sus ojos de par en par, al fin una pequeña señal, algo de piedad para la curiosidad y el aburrimiento de su pobre alma divina atormentada bajo la condena de solamente hacer su trabajo, cegado por el propósito de la Jefa bajo la amenaza de mantenerlo cada vez más miserable, sabía que ella no le perdonaría jamás el, un poco accidentalmente, regalarle el "libre albedrío" a la joven Diosa que simbolizaba el Amor. Pero finalmente pudo ver algo, pero su pequeña felicidad no le duró tanto, pues sí logró ver ese pequeño destello de luz al fondo de la visión que guiaba un alma hacia el Purgatorio, solo le daba el peor indicio que jamás tuvo sobre la parada de aquella pobre Deidad: Ella estaba encerrada en el Purgatorio.Y él solo podía pensar en lo peor bajo el prejuicio y el desconocimiento.
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Ácido Bendito
DragosteEn un universo donde los destinos se entrelazan entre la luz y la oscuridad, Kyandi, una joven Diosa encerrada en su propio paraíso, anhela desesperadamente un amor que sane su soledad. Mientras tanto, Fergus, un ser de origen oscuro y caótico, sumi...