Izuku, un niño marcado por la tragedia, desata un poder oscuro inimaginable tras presenciar el asesinato de su madre. Con su quirk recién descubierto y un corazón lleno de sed de venganza, Izuku se sumerge en un mundo de caos y secretos, donde encue...
Aizawa caminaba por las calles de una ciudad en Corea del Norte, mezclándose con la multitud, su presencia pasando desapercibida. Después de unos minutos, llegó a un restaurante deteriorado, cuyo exterior reflejaba años de desgaste. Al entrar, notó las miradas hostiles de los pocos clientes en el lugar, pero él las ignoró y se dirigió al mostrador, donde pidió un plato de comida.
—No eres de por aquí, ¿verdad? —preguntó el dueño del restaurante, observando a Aizawa con curiosidad.
Aizawa se tomó unos segundos antes de responder, evaluando la situación.
—No, solo ando de visita. —respondió, colocando discretamente un sobre con dinero en el mostrador.
El dueño levantó una ceja al ver el sobre, luego miró a Aizawa con una expresión intrigada.
—Ya veo, ¿y qué deseas? —preguntó el dueño, esbozando una sonrisa mientras hacía un gesto con la mano.
Inmediatamente, la atmósfera tensa del restaurante se disipó; los clientes que antes observaban a Aizawa con recelo volvieron a lo suyo, como si hubieran recibido una señal para ignorarlo.
—Tu comida estará lista en breve, pero dime, ¿qué te trae a Corea del Norte? —continuó el dueño, con la misma sonrisa, ahora acompañado de una pregunta más directa.
Aizawa, ya más relajado, respondió en tono serio:
—Vine a ver si es cierto que Corea ha cambiado.
El dueño cerró los ojos momentáneamente ante esa respuesta, mostrando una expresión pensativa.
—Entiendo por dónde vas, héroe. No te preocupes, no te delataré, pero te daré un consejo: no indagues demasiado. Quien controla Corea del Norte ahora es alguien de temer, no en vano sometió a las fuerzas especiales del país. Ve con cuidado. —advirtió el dueño mientras le entregaba su comida a Aizawa.
Cambio de escena.
Aizawa estaba en lo alto de un edificio, observando la ciudad iluminada. Las luces, que anteriormente eran un lujo raro bajo el antiguo régimen, ahora adornaban las calles, revelando una imagen de progreso y aparente felicidad entre los ciudadanos.
—Me pregunto qué estará haciendo Kasumi. —murmuró Aizawa, sacando su teléfono para mirar una foto del primer día de clases de una joven Kasumi. Después de un momento nostálgico, guardó su teléfono y comenzó a moverse entre los tejados de los edificios, escudriñando la ciudad desde las alturas.
—Se suponía que otros ocho héroes vendrían, pero hasta ahora no me he encontrado con ninguno. —pensó Aizawa, mientras revisaba la zona con cautela.
Lugar desconocido.
En un gran salón, seis figuras encapuchadas estaban arrodilladas ante un trono. En él, un niño de aspecto enigmático, con cabello negro y ojos rojos intensos, observaba a sus súbditos con una expresión fría.
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