¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
CORNELIO VEGA ITS ADRIAN GUZMÁN
.
.
La aplicación Raya no era un lugar común para que Lewis Hamilton, el astro de la Fórmula 1, buscara el amor. Sin embargo, entre sus compromisos de carrera y eventos sociales, se encontró desilusionado por las relaciones superficiales.
Así que, cuando una noche de insomnio lo llevó a deslizar el dedo por su pantalla, no pudo evitar arrastrarse a una experiencia que parecía algo novedosa y prometedora.
En la pantalla apareció el perfil de Adrián: un joven con ojos oscuros y profundos, una sonrisa desarmante y una biografía intrigante que mencionaba un gusto por la música y el arte. “Interesante”, pensó Lewis. Sin embargo, lo que no sabía era que detrás de ese perfil impecable y bien elaborado se escondía una verdad mucho más complicada.
Adrián, al igual que muchos en el mundo de las citas, había mentido sobre casi todo en su perfil. Su vida en realidad estaba lejos de ser la de un simple amante de las artes. Era el hijo de Iván archivaldo Guzmán Zalazar, un notorio jefe narco en México, y nieto del infame Joaquín "El Chapo" Guzmán. Su llegada a la Ciudad de México estaba respaldada por un pequeño ejército de guardias y matones, cada uno más imponente que el anterior, todos bajo la sombra de su padre y abuelo.
La primera cita entre Lewis y Adrián ocurrió en un elegante restaurante en la Ciudad de México, lejos de los focos de la Fórmula 1 pero en el epicentro de un juego peligroso que Lewis no comprendía aún. El restaurante estaba lleno de encanto y sofisticación, pero la presencia de los guardaespaldas de Adrián le daba al lugar un aire de tensión subyacente.
Adrián llegó con una sonrisa que, aunque genuina, escondía una mezcla de nervios y emoción. Lewis lo recibió con un abrazo cálido, sin sospechar que el verdadero desafío estaba por comenzar. La cena transcurrió en una atmósfera de camaradería y complicidad. Sin embargo, mientras compartían risas y miradas intensas, Adrián sabía que debía revelarle su verdad, un secreto que podría cambiarlo todo.
Después de la cena, mientras paseaban por un jardín privado del restaurante, Adrián se detuvo. Miró a Lewis con una seriedad que contrastaba con el tono relajado de antes. “Lewis, hay algo importante que necesito decirte”, comenzó, su voz temblando ligeramente.
Lewis frunció el ceño, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. “Claro, Adrián. ¿Qué sucede?”
Adrián tomó una respiración profunda. “Mi vida… no es lo que ves en mi perfil. Mi familia… es muy diferente a lo que imaginas. Mi padre es Iván archivaldo.”
Lewis palideció. Aunque había escuchado el nombre antes, no había hecho la conexión. “¿Iván archivaldo? ¿El narcotraficante?”
Adrián asintió lentamente, sus ojos llenos de tristeza. “Sí. Y mi abuelo era Joaquín Guzmán Loera , El Chapo.”
El silencio se hizo pesado entre ellos. Lewis se quedó sin palabras, su mente zumbando con la idea de estar vinculado a una de las familias más temidas del crimen organizado. El miedo se apoderó de él mientras evaluaba la situación. ¿Qué podía hacer ahora? ¿Cómo podía salir de esta sin poner en riesgo su vida?
En ese momento, los guardias de Adrián se acercaron, rodeando el área con una vigilancia meticulosa. Lewis miró a los hombres de seguridad y luego a Adrián, su corazón latiendo con fuerza. “No puedo estar aquí”, dijo Lewis finalmente, su voz llena de angustia. “Esto es demasiado peligroso para mí.”
Adrián intentó calmarlo, sus ojos rojos de frustración. “Lewis, por favor, no te vayas. No estoy pidiendo que te quedes por mí. Solo quería ser honesto contigo. No quiero que te metas en problemas.”
Los guardias, notando la tensión, estaban a punto de intervenir cuando Adrián hizo un gesto de desespero. “¡No! ¡Dejen que se vaya si eso es lo que él quiere!”
A medida que Lewis se daba la vuelta para irse, un dolor profundo llenaba su pecho. No podía soportar la idea de perder a Adrián, a pesar del peligro. Fue entonces cuando algo en él rompió, y, sin pensarlo, corrió tras Adrián.
El ambiente se volvió aún más tenso. Los guardias apuntaron a Lewis con sus armas, sus miradas implacables. Adrián, al ver la determinación en los ojos de Lewis, hizo una señal a sus hombres para que se detuvieran. “¡Bajen las armas!” ordenó con firmeza.
Lewis se detuvo frente a Adrián, su respiración agitada. Sin pensarlo más, tomó el rostro de Adrián entre sus manos y lo besó apasionadamente. Adrián, sorprendido, se dejó llevar por el momento, sus lágrimas cayendo libremente.
Cuando se separaron, Lewis secó las lágrimas de Adrián con sus dedos temblorosos. “No me importa quién eres ni quién es tu familia. Lo que importa es lo que siento por ti”, dijo Lewis con firmeza. “Si esto significa enfrentar peligros, entonces enfrentaré esos peligros.”
Adrián lo miró con una mezcla de alivio y amor. “Lewis, no tienes idea de lo que estás diciendo…”
“No me importa”, respondió Lewis. “Solo quiero estar contigo.”
Los guardias, viendo la resolución en los ojos de ambos, dieron un paso atrás. Adrián tomó la mano de Lewis y lo llevó a un lugar más privado, alejado de la mirada atenta de los matones. “Esto no será fácil”, advirtió Adrián, su voz llena de preocupación. “Mi vida está llena de riesgos, y puede que no podamos tener una vida normal.”
Lewis lo miró con determinación. “No busco una vida normal. Busco a alguien que me haga sentir vivo. Y tú eres esa persona.”
Adrián sonrió, con una mezcla de tristeza y esperanza. “Entonces, haremos esto juntos, sin importar lo que venga.”
Con esas palabras, el destino de Lewis y Adrián quedó sellado. A partir de ese momento, sus vidas estarían entrelazadas en un torbellino de amor y peligro, enfrentando juntos los desafíos que el mundo les arrojara. En el crisol del peligro, su amor florecería, desafiando las sombras que amenazaban con separarlos.
...
Ya cumplí...ya subí mi reto para septiembre mexica ...lo hicimos con LA-701_MP3 y elmadafakincami Se trata de subir algo con la temática narco y el tipo de contenido que cada uno hace y aquí está el mío
