Te quiero en mi vida

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Habían pasado ya varias semanas desde que Yoongi había comenzado su rehabilitación, y en ese tiempo, Jin había estado a su lado cada día, apoyándolo de formas que Yoongi nunca habría imaginado. Jin no solo se había convertido en su compañero en las terapias, sino en un faro de luz constante que iluminaba los días más oscuros de Yoongi. Cada vez que sus caminos se encontraban, la conexión entre ellos se hacía más fuerte, más profunda, y ambos comenzaban a darse cuenta de que lo que sentían no era algo pasajero, sino algo mucho más significativo.

Esa tarde, después de una sesión particularmente agotadora de terapia, Jin llevó a Yoongi de regreso a su apartamento. Era un viaje familiar ya, uno que hacían juntos casi todos los días. Pero esa tarde, el aire parecía distinto, cargado de una expectación silenciosa.

Jin ayudó a Yoongi a entrar, su mano firme en la cintura de Yoongi, guiándolo suavemente.

—¿Estás bien? —preguntó Jin, su voz llena de preocupación genuina mientras cerraba la puerta detrás de ellos.

Yoongi asintió, aunque su hombro todavía dolía. Pero su dolor físico era insignificante comparado con la calidez que sentía al estar tan cerca de Jin.

—Sí, estoy bien. —Yoongi respondió, con una pequeña sonrisa—. Aunque, si soy honesto, estaré mejor cuando terminen estas terapias infernales.

Jin se echó a reír, y el sonido fue como una melodía suave que llenó el pequeño espacio.

—Lo estás haciendo muy bien, Yoongi. Eres más fuerte de lo que crees —dijo Jin, sus ojos brillando con admiración.

Yoongi se ruborizó ligeramente ante la sinceridad de Jin, pero mantuvo su mirada, sintiendo una oleada de valentía que lo impulsaba a hablar.

—No sé si es fuerza o pura obstinación —murmuró, medio en broma, pero luego sus ojos se suavizaron al mirar a Jin—. Pero sí sé que no podría haberlo hecho sin ti, Jin. Has estado conmigo en cada paso del camino.

Jin se acercó más, sus dedos rozando la mejilla de Yoongi, acariciándola suavemente.

—Estoy aquí porque quiero estar aquí —dijo Jin con una voz baja, llena de emoción—. Yoongi, me importas más de lo que puedo expresar con palabras.

Por un momento, el mundo pareció detenerse. Estaban tan cerca que podían sentir el aliento del otro. Jin se inclinó lentamente, sus labios rozando los de Yoongi en un beso suave, como si estuviera probando el terreno.

Yoongi cerró los ojos, permitiendo que la sensación lo envolviera por completo. El beso era tierno, lleno de promesas no dichas, de esperanzas y sueños que recién comenzaban a tomar forma. Era un beso que hablaba de la aceptación, de dejar atrás las dudas y avanzar juntos.

Cuando se separaron, ambos se quedaron en silencio, pero no era un silencio incómodo. Era un silencio cargado de entendimiento, de cariño puro.

—Eres tan hermoso, Jin —susurró Yoongi, su voz apenas un aliento—. Desde el primer día que te vi, en medio de ese caos... no pude evitar quedarme embobado por tu belleza.

Jin se rió suavemente, sus dedos todavía acariciando el rostro de Yoongi.

—¿De verdad? ¿En ese momento? —preguntó con una sonrisa juguetona.

Yoongi asintió.

—Sí, en ese momento. Y también ahora, cada vez que te miro. No puedo evitarlo —admitió, sintiendo que el calor en sus mejillas aumentaba.

Jin se inclinó nuevamente, esta vez para dejar un beso en la frente de Yoongi, un gesto tierno y protector.

—Tú también eres hermoso, Yoongi. No solo por fuera, sino por todo lo que eres. Admiro tu fortaleza, tu determinación... pero también admiro cómo, a pesar de todo lo que has pasado, sigues siendo una persona tan noble.

Desde los cimientos (Yoonjin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora