Prólogo

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La noche golpeaba como los fríos paisajes del invierno, pasos veloces y una gran cantidad de olor a sangre desprendían la atmósfera.

-Respiración de la serpiente: Segunda postura: Colmillo Venenoso de la serpiente pequeña.

Y con ello voló una cabeza demoníaca, su cuerpo se agachó hacia el pequeño niño que en su lado estaba. No parecía tener más de 10 años, pequeño, frágil y tristemente solo.

-Quien es usted señor- sus manos se alzaron a su haori, intentando subirse encima de el.

Iguro, no sabía que hacer o decir, no era de las personas comunicativas, el pilar de la serpiente era usualmente solitario. Se limito a apoyarse en su rodilla y preguntar.

-¿De donde provienes?, niño- no recibió más que una mano tapando su ojo derecho.

-De allí- Tomo la mano del cazador, lo guio a través de los árboles. Sus ojos se abrieron al ver la gran mansión en llamas, lo que allá pasado definitivamente fue ocasionado desde dentro. Su vista se poso al niño que su mano sostenía, físico normal (Un poco gordito) mejilla hinchadas con cenizas, sus ropas llenas de vómito y tierra.

-Niño, ¿Qué sucedió aquí?- El pequeño solo lo guio al interior de la casa, en ellas todo se quemaba, destruido como si un animal rabioso hubiese entrado y una jaula, mejor dicho cárcel en donde comida ya tomada por los insectos yacía en montones, y sus ojos se abrieron al descubrir la verdad. Las ganas de matar en el aire solo aumentaron a la presión del ambiente.

-Nos iremos de aquí- Era la mejor opción, mientras calmaba su mente los kakushi llegaron a la zona.

Dejo al pequeño a su cargo y tomo su auto respiro para calmar sus aguas, el demonio estaba acabado y seguramente dejarían al pequeño a cargo de otro de sus familiares o si aún le quedaban. No quiso hacerse cargo de eso así que sin dar despedida al niño, se marchó del lugar en dirección a su finca.
La noche termino, meditando en su hogar el golpe de la puerta llego, era algo sorpresivo para el. No recibía visitas al menos que sean de Kanroji, de mala gana se acercó a la puerta y en ello la vio.

-Hola, Iguro-san, vine de visita- su alegre voz encendió una sonrisa en su cara tapada.

-Hola, Kanroji- En eso noto como la nombraba levantaba un niño extrañamente familiar.

-Saluda a nuestro amiguito, Iguro-san-
El niño solo le tapo el ojo derecho a Iguro, ganándose una mirada en blanco del espadachín serpiente. “Oh si, esto será muy largo”.

Suspiro y dejo pasar a ambos a su morada



Fin del prólogo 

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⏰ Última actualización: Sep 15 ⏰

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