Espectáculo.

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Craig Tucker era un adulto joven de 20 años, para ese punto, él había logrado todo lo que quería, tenía su propio piano profesional, tenía miles de lugares para poder tocar y ser observado, las personas apreciaban sus espectáculos, pero había algo que siempre le costó conseguir y que anhelaba con gran sentimiento, eso era un compañero de vida.

En cada una de sus composiciones, Craig tocaba con todo lo que su alma podía ofrecer con respecto a la pasión, melodías lentas, calmadas, con tonos bajos y para dar ese toque cálido agregaba unas notas altas, en sí, daba todo su corazón para crear sus obras.

Él no solo se dedicaba a ser pianista, puesto que en tiempos libres hacía esculturas de arcilla, él era todo un artista por lo que se puede catalogar.

Su fama iba demasiado bien, tanto que fue reconocido en varios lugares, estaba en la cúspide de su carrera, hasta ese diez de octubre, en el que había perdido todo el interés de seguir tocando, eso debido a que su estado de ánimo había decaído hace ya bastante tiempo, pero tras no haberlo demostrado, toda esa carga se fue acumulando, dejó de tocar y esculpir durante meses.

Toda su inspiración, su emoción, todo ese sentir se había ido, lo único en lo que pensaba era en descansar unos cinco minutos más para ya después volver a querer lo mismo, descansar.

No muchos sabían, pero él había salido de un pequeño episodio depresivo a sus 17 años, su estabilidad mental en esos momentos era terrible, él no tenía problemas con suicidarse en frente de cualquier persona, recaía y recaía muchas veces, con medicamentos que realmente no le funcionaban pero le hacía creer al resto que sí, su necesidad en esos momentos de autolesionarse eran solo por puro placer, cada noche de esos años, él se preguntaba qué estaba mal con él, pensaba muchas veces en si valía la pena seguir viviendo, eso hasta que empezó a tener esa pasión por crear y recrear melodías en un piano.

Pero ahora, él pensaba que volvería a recaer, pensaba y no paraba de hacerlo, dudaba en si volver a como estaba antes, ya habían pasado tres meses desde que dejó de presentarse en escenarios, pensaba en qué debía hacer.

Craig recibió una llamada un día de diciembre, era uno de sus antiguos "colegas" con los que se había presentado alguna vez.

- Hola, ¿hablo con Craig Tucker? - Preguntó el chico al otro lado de teléfono.

- Sí, soy yo, ¿qué necesitas, Stan? -.

- Oh, sí te acuerdas de mí, perfecto, mira, estaba planeando iniciar un curso de pianismo ahora ya en Enero, y me preguntaba quién me podría ayudar -.

- ¿Ajá? Pues suerte buscando a alguien, Stan, es una gran idea -.

- No, pero, te estaba buscando a tí, por algo te llamaba -.

- Ya lo sé -.

- Entonces, ¿aceptas? -.

Craig se quedó pensando solo un par de segundos, dudando sobre la oferta de aquel chico.

- ¿Aló, Craig? -.

- Bueno, acepto -.

Stan iba a responder con unas cuantas palabras más, pero Craig le terminó colgando antes.

Aunque Craig ni estuviera muy convencido del todo, vió eso como una oportunidad para no volver a recaer y poder usar su tiempo perdido en algo más.

Él creía que conviviendo con unos cuantos niños podría alegrarse al enseñarles algo que le gusta.

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El esperado Enero había comenzado y Craig ya estaba al tanto de cómo deberían organizarse para cada día, estarían desde el cinco de enero hasta el tres de marzo haciendo ese curso, de lunes a jueves.

Craig llegó temprano al salón para empezar todo.

Lo que esperaba en ese momento era ver a unos cuantos niños de al rededor de ocho a diez años, pero, apenas entró la primera persona se quedó bastante confundido, puesto que era un chico que aparentaba unos 19 años, era rubio y con ojos azules, un poco más alto que él y con pecas por todas sus mejillas.

- Holiiiss - Saludó el rubio a Craig - ¿También vienes por lo del taller? El encargado se está tardando, jaja -.

- Yo soy el encargado -.

El chico que antes reía se quedó serio y miró a Craig de pies a cabeza con una mirada juzgadora.

- Ya sabía, era una broma - dijo él.

- No, no sabías -.

- Bu, ya, que simpático, menos mal no vendrán niños tan pequeños acá, de seguro los haces llorar -.

- Ya, perdóname, mejor empecemos de nuevo, soy Craig Tucker, ¿y tú? -.

- Uhh, como el pianista, yo me llamo Kenny -.

Craig miró al rubio con una cara de confusión, ¿es que acaso el chico del frente era retrasado?

- Ja, sí, como el pianista, amigo -.

- Y bueno, ¿qué haremos primero? Enseñame la canción de peppa pig -.

- Mm, no, ya tenemos una planificación hecha que no me gustaría alterar -.

- Pareces autista -.

Craig ofendido miró de manera despectiva a Kenny, pero aún así lo guió al piano para indicarle y recordarle todo lo que harían durante ese verano ahí.

Eran cosas tan simples como no comer encima del piano, no tocar teclas de manera alborotada y no ir a hacer nada.

Craig tenía una lista de canciones para poder practicar y aprender, con eso en mano le explicó a Kenny y le leyó todas las canciones para que él pueda elegir la que más le guste.

Kenny no conocía ninguna de las canciones propuestas entonces eligió una al azar.

"Can't help falling in love".

Craig sonrió y primero le enseñó todas las notas que debía tocar y con la frecuencia al hacerlo.

A la llegada de más jóvenes, continuó con su labor e hizo todo lo mismo con cada uno de los llegados.

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⏰ Última actualización: Nov 04 ⏰

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El pianista - CrennyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora