Capítulo 17

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Despertar por las mañanas se sentía como emerger de un mundo onírico, donde Minho y yo compartíamos momentos inolvidables. Ese día no fue la excepción. En mi sueño, nos encontrábamos en una playa deslumbrante, envueltos en risas y conversaciones que fluían con la brisa marina. Desde el primer rayo de sol que iluminaba la arena dorada, podía verlo correr con alegría, su sonrisa iluminando el paisaje como si fuera el propio sol.

A medida que el día se desvanecía y el cielo comenzaba a oscurecerse, nosotros nos tumbábamos sobre la arena suave, sintiendo la calidez del día en nuestra piel mientras admirábamos las estrellas que parpadeaban en el vasto firmamento. Era un sueño donde la conexión entre nosotros parecía trascender el tiempo; éramos dos almas disfrutando de la simplicidad del momento, como si nos conociéramos desde siempre. La playa se convertía en nuestro refugio, un espacio sagrado donde solo existían el sol, la arena y nuestra complicidad.

Al verlo sonreír y jugar como un niño en la playa, una mezcla de felicidad y relajación recorría mi cuerpo, como si cada latido de mi corazón se llenara de alegría al contemplar su libertad y despreocupación. Era un instante mágico, donde la risa de Minho resonaba como música en el aire, envolviéndome en una sensación de paz que solo el mar podría ofrecer.

Pero, a medida que me acercaba al despertar, una sombra de tristeza comenzó a apoderarse de mí. Era doloroso pensar que solo en mis sueños podía vivir lo que nunca había tenido la oportunidad de experimentar en la realidad. Pero no me molestaba. Si esos momentos representaban la esencia de la felicidad, no dudaría en regalarle a Minho experiencias como esas, aunque solo existieran en un mundo creado por mi imaginación. En ese espacio etéreo, donde los sentimientos llenaban mi corazón y la conexión entre nosotros era palpable, encontraba consuelo.

Recién despertaba cuando me llegó la noticia de que un nuevo integrante se uniría a la empresa, y que debía estar allí para darle la bienvenida junto a la doctora Ahn, Chris y otras personas. Al llegar, pude distinguir a lo lejos a la doctora conversando con el recién llegado, mientras Chris se mantenía a su lado y los demás empleados intercambiaban saludos y charlas animadas.

Me acerqué lentamente, la doctora Ahn al percatarse de mi presencia, sonrió y dirigió su mirada hacia mi y luego hacia aquel hombre.

—Han, permitame presentarle al nuevo doctor que se unirá a nosotros, Lee Hyeon woo.

El volteó a mirarme, sonriendo ligeramente, pero a pesar de querer saludarlo, mi cuerpo se erizaba lentamente por su mirada fulminante y profunda. Seguía inmovilizado, jamás había conocido alguien que con tal solo una mirada me causará tanto miedo, pero seguía sin entender por que, pues era la primera vez que lo veía.
Al menos eso pensaba.

—Parece que mi llegada lo sorprendió.—Dijo el sin quitar su mirada de mí.

Chan golpeó levemente mi hombro para que reaccionara. Me sacudí la cabeza y estreché su mano con temor.
—Mucho gusto, doctor—Saludé, intentando no tartamudear y alejando mi mano de la suya.

Despues de ese breve instante de tensión, volteé hacia la ventana, donde la vista del mar y las montañas la decoraban, pues habia sentido que Minho estaba cerca.

—Volveré en unos minutos, doctora. Me despedí de todos los que se encontraban saludando al doctor y salí del edificio en busca de su presencia. Llegué hacia la parte de atrás del edifico hasta que pude verlo, y pude percatarme de que ahora tenia compañía. Al verme, se ocultó tras Minho mientras este le decía algo.

Me acerqué a las rocas, sentándome en ellas y saludando a Minho. Me presentó a su amigo, y aunque pareció que no le agradé, el me hizo saber que sería difícil acostumbrarse a mi extraña existencia y cercanía.

Secretos entre las olasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora