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Rhaenyra

Los rayos de sol iluminaban mi rostro poco a poco, mientras intentaba abrir los ojos. Me encontré con Alicent a mi lado, lucía tranquila, en paz, como si nada en el mundo la preocupara.

De repente, llamaron a la puerta con fuerza. —Majestad, la reunión del consejo —la voz me sobresaltó al escuchar esas palabras. Sabía que Jacaerys seguía furioso en ese momento.

—Ya voy, tuve algunos problemas —dije mientras miraba a Alicent, quien, a pesar de todo, parecía seguir dormida.

Me levanté rápidamente y me cambié con apuro. Llegué al salón del consejo apenas a tiempo, pero todos me miraban con preocupación, como si ocultaran algo. Mi hijo levantó la cabeza y se dispuso a hablar.

—¿Puedo saber el motivo de tu tardanza, madre? —su tono era severo, casi un regaño, mientras Helaena, a su lado, parecía querer esconderse como una niña pequeña.

—Tuve unos problemas.

—¿Problemas? ¿Te refieres a estar acostada con la maldita Hightower? —puso sus manos sobre la mesa con furia—. Si no te tomas en serio esta guerra, dímelo de una vez.

—Jacaerys, recuerda con quién hablas —dije con firmeza, notando cómo apoyaba las manos sobre su espada. Me recordó a Daemon. Parecían tan diferentes, pero a la vez tan iguales—. No estaba con Alicent. Te pido que dejes de hacer conjeturas.

—No me mientas, madre, no soy un niño —el consejo se mostraba incómodo, al igual que Helaena.

—Si es así, ¿cuál es el problema? Soy la reina, y decido a quién meter en mi cama. No es una asesina para que me hables de esa manera.

—Lo es. Por culpa de ella, tu hijo murió.

—Cállate, Jacaerys, respeta tu lugar —repliqué con dureza. No dijo nada más, ya que Helaena tomó su mano, algo que no veía desde que eran pequeños. Ella siempre podía calmarlo con un simple apretón.

La prometida de Jacaerys los miraba, incómoda por la escena.

Los minutos pasaron mientras hablábamos de las pérdidas, de cómo Aegon había atacado. Sus estrategias no eran claras; se dejaba llevar por la venganza y por buscar a sus hijos. La falta de dragones era alarmante, teníamos pocos, y Aemond nos superaba en ese aspecto. Él no era como Aegon; planeaba bien, y su verdadero objetivo parecía ser recuperar a sus sobrinos, o al menos eso creía yo.

Al finalizar la reunión, me dirigí por el lado contrario al de Jacaerys, que se fue acompañado de Helaena. Caminé hacia mi habitación, encontrándola vacía. No me sorprendió demasiado; lo suponía

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⏰ Última actualización: Sep 13 ⏰

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