PRODIGIO

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La idea de ser madre acuciaba la cabeza a Zaynab muy a menudo, recordaba que al momento de incorporarse de su alcoba real su vista se había nublado por instantes y tan solo puntos blancos relampagueantes se reflejaban en sus pupilas, posteriormente a eso las especulaciones que su pequeño sobrino Baldwin V había deducido habían producido en ella una curiosidad inexplicable, sabía perfectamente que aquel niño era tan inteligente como su tío, así que no le convendría desdeñar las palabras que salían de su boca.

-No lo creo, Baldwin- balbuceó Zaynab observando al niño con una sonrisa nerviosa.

-A veces quisiera un primo con quien jugar en estos tiempos de infortunio y guerra- declaró el pequeño- No ignoro los sucesos que Jerusalén está viviendo, sin embargo me gustaría tener a mi lado alguna persona que me haga sonreír, mi madre no se ha animado a tener hermanos y mi padre no está en este mundo.

El corazón de Zaynab se estremeció al oír las palabras lastimeras que expresaba el niño. Reflexionando bien , aquella idea aunque le parecía absurda y prácticamente imposible, le emocionaba más que ninguna otra en el fondo de su corazón, la fe en Dios que habitaba en aquella joven reina le comenzaba a hacer creer que nada es imposible para las personas poseedoras de aquella virtud.

Tener a un niño en su vientre, hijo de aquel hombre que jamás imaginó amar con toda su alma y entregarse a él por completo a tal punto de que la enfermedad no llegaba a ser un factor de impedimento para quererlo, la hacía sentir al mujer más feliz del mundo. Sin embargo no quería hacerse ilusiones.

-Sería un milagro de Dios- musitó- Si el me regala la oportunidad de ser madre, aceptaría su voluntad con todas fervor

El niño la observó con una mirada muy fija, y de inmediato Zaynab identificó la mirada idéntica de su esposo en ellos, era destino de aquel niño convertirse en el nuevo rey de Jerusalén.

-Bueno, tía, le avisaré a mi tío que ya despertaste- el niño ordenó las piezas de ajedrez acomodándose en su respectivo lugar, luego se incorporó y caminando hacia la puerta, atravesó la entrada retirándose de la habitación. Zaynab tocó su vientre delicadamente y levantó su mirada concentrándose en una imagen en donde se tallaba el sagrado corazón de Jesús, el cual brillaba poniente sobre todos los tejidos con los que estaba hecha aquella pintura.

-Señor, ¿Será posible?

Su esposo entró a la habitación apoyado casi por completo del brazo de Sybilla, su andar era muy lento, reposado y de vez en cuando cojeaba, mucho más que antes, al menos hasta hace alguna semana atrás todavía podía caminar por sí solo,  Zaynab se entristeció al verlo así de decaído, corrió hacia el y acurrucó su cabeza en su pecho como una niña anhelando protección de su padre, el rey cerró sus ojos  para sentir a su amada, haciendo un gran esfuerzo y víctima de un calambre en sus extremidades,  logró cubrir con su brazo izquierdo la espalda de la joven, apretaba los dientas para evitar que quejido alguno de dolor saliera de sus labios, Zaynab pudo sentir como el cuerpo de su amado temblaba producto de la debilidad  al abrazarla, así que lo sostuvo rodeando su torso con sus brazos.

-Me da gusto que estés bien, mi amor...- balbuceó apenas con un agotamiento infinito en sus palabras- Me angustié ¿Estás comiendo bien?

-Tiberias nos comentó que te desmayaste abruptamente- intervino Sybilla- Dios quiso que fuese antes de subir al caballo de lo contrario podías haberte lastimado con la caída.

-Descuida, Sybilla- contestó Zaynab con una sonrisa- Me encuentro bien y sí amado mío, me estoy alimentando adecuadamente, debió ser por la tensión del momento que estamos viviendo.

-Vamos a dejarte hasta tu alcoba, hermano...

Baldwin, preso de un sentimiento de impotencia por no poder movilizarse con facilidad y tener que recibir ayuda, se dejó guiar hasta su lugar de reposo, acompañado de las dos mujeres más importantes en su vida, aquellas a la que su apoyo hacía él había sido incondicional en todo momento de su vida, el rey sabía que su final estaba cerca, no obstante lo ignoraba, su mente no tenía fuerzas para pensar en eso en ese instante, solo quería vivir el presente al lado de su amada reina y reprimía su tristeza hasta más no poder, anhelaba vivir el presente y solo pensar en él.

Alas BlancasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora