Un adiós temporal

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"Hasta que la muerte nos separe"

Pero esta frase no aplica cuando naces en México, la muerte es solo una etapa más.

En el bello Guadalajara, se encontraba Sergio con sus hijos, la tristeza aún era profunda por la pérdida de su esposo, pero si algo sabia era que cuando alguien partía jamás sería el final de la vida, era solo un destino más en esta travesía.

Si bien aún era difícil para todos afrontarlo, trataban de no pensar mucho en ello, si algo Max siempre resaltaba era el hecho que le gustaba verlos sonreír, Sergio había ido a visitar a Max y dejarle unas flores, con el corazón en la mano, contaba como Pato finalmente había graduado de la universidad y como Yuki había ascendido de puesto, y el nuevo compromiso de Hamda.

Después de un largo momento y sentir el peso sobre el mismo un poco mas liviano manejo hasta casa, al entrar por la puerta sintió una pequeña brisa, que erizo su piel, solía pasar algunas veces, le gustaba pensar que es Max encontrándose con el desde el otro plano.

¿Qué pasaría si la muerte se enamorara un día y decidiera abrazar al amor? ¿Sera acaso que se moriría el amor? O tal vez se enamoraría de la muerte... O tal vez la muerte moriría enamorado durante el resto de la eternidad y el amor amaría hasta la muerte.

Sergio despertó de sus sueños al escuchar un pequeño ruido que provenía de la cocina, rápidamente se levanto para correr hacia el lugar, cuando se encontró de frente con esos hermosos ojos azules que extrañaba tanto y la hermosa cabellera rubia de su esposo, pensaba que estaba soñando y se dio un pequeño pellizco, pero al sentir el dolor en él, se dio cuenta que el estaba ahí, solo por un momento, por un instante, pudo correr hacia el y abrazarlo una vez más.

—Max—Fue un suspiro de alivio al volver a estar rodeado de los brazos de su esposo.

—Te he extrañado tanto mi amor... —Lo sujeto fuertemente, no queriendo soltarlo jamás y quedarse por siempre de esa manera. —Podrán pasar años y yo estar lejos, pero siempre vere ese verde en tus ojos que me encanta desde la primera vez que te vi.

El más bajo lo sujeto de la cara y le dio un beso cálido y tierno, al sentir la calidez de sus labios una vez mas y sus manos rodear su cintura, no pudo evitar soltar lágrimas, que ahora corrían por sus mejillas y soltaba pequeños sollozos, al saber que esto tendría que terminar en algún momento.

—Mi amor, no llores—Limpiaba sus lagrimas con cariño y dulcemente acariciaba sus mejillas.

—Te extraño tanto, la vida jamás volvió a ser la misma sin ti aquí, ¿Por qué no puedes volver? —Las lágrimas seguían rodando por su rostro y con un mano sujeto la de su esposo para envolverlas en él.

—Jamás me he ido de tu lado—Decía mientras comenzaba a colocarlo entre sus brazos y comenzó a moverlo como si estuvieran bailando una bella melodía. —Cuando sientes tu piel erizarse, esa brisa en tu cabello, estoy ahí contigo, cada mañana al levantarte, lo hago contigo, con nuestros hijos, esa pequeña mariposa monarca que se poso en su foto del compromiso de nuestra bella hija, aquel hermoso colibrí que amaneció en tu ventana cantando el día de la graduación, aquel pequeño gato naranja que estaba contigo en el café cuando esperabas la llamada de Yuki sobre su trabajo, nunca me he ido.

Sergio sintió como su corazón desbordaba de sentimientos, de alguna manera siempre supo que el rubio jamás se había ido de su lado, pero ahora que Max se lo había confirmado, sentía tranquilidad en él.

—Gracias a ti, sabía que había más que solo una vida, tu me enseñaste que existe aún más, cuando dijimos en el altar "hasta que la muerte nos separe" mentimos, porque el que muere en México, jamás podrá separarse, siempre estaremos juntos.

—Quisiera quedarme contigo aquí, no quiero irme Maxie—Se volteo hacia el mientras lo abrazaba y seguían moviéndose en forma sincronizada.

—Nuestros hijos te necesitan pequitas, no puedes dejarlos, yo siempre estaré aquí, la misma muerte que nos puso esta distancia será la misma que un día nos unirá de nuevo, no tengas miedo, aquí estaré siempre.

Max levanto la barbilla de esta y le dio un beso, después de esto, comenzó a cantar ¨Can't help falling in love with you¨, esta había sido la canción que bailaron la primera vez juntos en el baile de su preparatoria y después la canción que bailaron juntos en su boda, mientras se abrazaban tiernamente y recordaban todos aquellos momentos que les fueron regalados.

—¿Puedo pedirte algo antes de que te vayas? —Checo acaricio su mejilla con melancolía, sabía que era hora de irse.

—Lo que sea mi amor. —Mientras rodeaba su cintura queriendo no soltarlo nunca.

—Puedes acompañarme a dormir una ultima vez, quiero ver tus ojos una ultima vez antes de cerrar los míos.

Max lo guio hasta la habitación que solían compartir, arropándolo tiernamente y quedando sus miradas entre ellas, Max acariciaba su cabello y su mejilla, mientras le cantaba suavemente.

—Te amo mis ojitos verdes.

—Te amo Maxie, hasta siempre. —Sergio cerro sus ojos y quedo en un sueño profundo hasta la mañana siguiente, volvió a ver el lado vacío de la cama, pero un pequeño maullido desde su ventana llamo su atención.

Un pequeño gatito naranja lo veía desde la ventana, esperando a que Sergio dijera algo para él.

—Ven aquí pequeñito—Palmeo su cama y el gatito salto hacia ella, acurrucándose y ronroneando por los mimos que le eran dados.

Sergio volvió a sentir una vez mas tranquilidad a su corazón, había pedido con devoción que le concedieran una ultima vez con su esposo, y fueron buenos con él, era extraño poder encontrar tu alma gemela y ellos se habían encontrado, su amor era tan puro y sincero, que sería egoísta no concederle su petición.

Finalmente, Checo sabía que en algún momento podría volver a verlo y estar una eternidad juntos, porque él siempre lo estaría esperando.

El día en que la muerte se enamoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora