Towards Beginnings

La primera suposición inmediata de Shiki cuando se mira a sí misma y nota el nuevo conjunto de líneas, que brillan con bastante claridad desde lo que parece ser el interior de su propio cuerpo, es que tal vez tenga algún tipo de enfermedad estomacal. El recuerdo de la apendicitis de Asagami Fujino es lo primero que le viene a la mente, y le hace reflexionar, pero al examinarlo más de cerca, la idea se desestima. Shiki no se siente enferma y, de todos modos, estas líneas no parecen realmente lo mismo que una enfermedad.

No, por pequeñas que sean, estas líneas de muerte se parecen a las de una vida humana.

En el momento en que Shiki comprende por completo las implicaciones de eso, la conmoción la invade y se queda boquiabierta. Lógicamente, tendría sentido, supone, porque ella y Mikiya nunca se molestaron en protegerse, pero pensar que alguien que anhela tanto acabar con vidas a diario haya ido y creado vida...

Parecía tan ridículo que casi podía reír.

Entonces Shiki se toca el estómago con la mano y se pregunta qué se supone que debe hacer ahora. Coquetea brevemente con la opción de simplemente agacharse y pasar su propia uña por esas líneas, cortándolas, provocando la muerte y poniendo fin a esto antes de que realmente comience, pero la descarta con la misma rapidez.

No es como si ella particularmente quisiera matar algo que está creciendo dentro de su propio cuerpo, y de todos modos, tendrá mucho tiempo para hacerlo más tarde si cambia de opinión.

Entonces Shiki sacude la cabeza y se dice a sí misma que resolverá todo esto más tarde, e incluso cuando Mikiya viene de visita más tarde esa noche, no dice una palabra sobre su descubrimiento.
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Cuando una semana después las líneas siguen ahí, Shiki sabe con certeza que no se trata de una enfermedad. Cuando después de otro mes siguen ahí, sabe con certeza que nunca las va a cortar, que tendrá que llevar este embarazo hasta el final.

Desafortunadamente, es también en este momento que Shiki realmente comienza a sentir que los efectos hacen mella en su cuerpo.

Es patético, en verdad, lo débil que la hace; cómo sus pechos a menudo se sienten tan doloridos que le duele incluso estirar los brazos, y cómo su fatiga le dificulta hacer cualquier otra cosa que no sea dormir, comer y luego vomitar lo que acaba de comer. Las náuseas matutinas son una perra y Shiki las mataría por completo si no estuviera tan segura de si eso dañaría o no al feto.

Por ahora, Shiki está atrapada, con la cabeza inclinada sobre el inodoro mientras su almuerzo a medio digerir sale por su garganta. Sus propias y fuertes arcadas deben bloquear el sonido de la puerta al abrirse, porque no se da cuenta de que hay alguien más allí hasta que de repente unas manos la sujetan, le tiran del pelo hacia atrás y le frotan la espalda con caricias relajantes hasta que su estómago se calma y su tos cesa. Jadeando, Shiki se limpia los labios manchados de vómito con el dorso de la mano, pero cuando gira la cabeza para mirar a su ayudante, no espera a la persona que la mira fijamente.

-¿Azaka? -Shiki jadea, sorprendida, sobre todo porque hay una mirada inusualmente comprensiva en el rostro de la chica-. ¿Qué estás haciendo aquí?

La otra chica mira a Shiki por un momento, pero después de aparentemente discernir que está más o menos bien, la preocupación se desvanece y la irritación familiar regresa. Azaka frunce el ceño y resopla, desviando la mirada, colocando sus manos en sus caderas. "Nii-san no pudo venir, así que me dijo que viniera en su lugar. Honestamente, qué inconveniente".

Azaka hace una mueca antes de volverse hacia Shiki nuevamente, llevándose la mano a la barbilla y sin poder ocultar su sonrisa detrás de ella. "Aunque, supongo que valdrá la pena el viaje si te veo enferma ". La mocosa suena un poco demasiado feliz por eso, por lo que Shiki no puede evitar provocarla a cambio.