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La Tuna, Badiraguato 📍 Sábado, 14 de septiembre del 2024 11:35 am
Iván miraba a Kenia, todavía inconsciente en la cama de la hacienda, su respiración suave y constante, pero el recuerdo de lo que le había sucedido lo atormentaba. Sabía que, aunque la situación estaba bajo control, mantenerla cerca de él siempre la pondría en peligro. La vida que llevaba, con enemigos acechando en cada esquina, era demasiado peligrosa para alguien como ella.
Con el corazón encogido, Iván tomó una decisión que sabía que cambiaría todo. No quería hacerlo, pero no veía otra salida. Si de verdad la amaba, debía protegerla, aunque eso significara alejarse de ella.
Tomó su radio y con una voz firme, aunque quebrada por dentro, llamó a uno de sus hombres de confianza.
—Quiero que prepares todo para llevar a Kenia de vuelta a su casa en Culiacán — dijo con voz grave, intentando no mostrar emoción.
El hombre en el otro lado de la línea se sorprendió, pero obedeció sin cuestionar.
—¿Está seguro, patrón? ¿No sería mejor tenerla aquí, bajo nuestra vigilancia? —preguntó con cautela.
—No. Lo mejor es que esté lejos de todo esto. Si se queda conmigo, siempre estará en peligro. Llévala a Culiacán, asegúrate de que esté segura... y no le digas nada sobre esto. Que piense que fue por su propio bien — añadió Iván, con un tono que no admitía discusión.
Cuando colgó el teléfono, se quedó un momento en silencio, observando a Kenia una vez más. Sabía que lo que estaba haciendo la lastimaría cuando despertara y no lo encontrara a su lado. Pero prefería eso, a que ella pudiera morir por su culpa.
Alfredo, quien había estado observando todo desde la distancia, sabía lo que su hermano estaba planeando. Con el ceño fruncido, se acercó a Iván mientras este se preparaba para marcharse de la habitación de Kenia.
—¿Estás seguro de esto, hermano? —preguntó Alfredo, con un tono serio, pero también preocupado. Sabía que Iván no tomaba decisiones a la ligera, pero alejar a Kenia era un paso grande, incluso para él.
