La suave luz del amanecer filtraba sus rayos a través de las pesadas cortinas de la alcoba real, acariciando con delicadeza los rostros de las dos figuras dormidas. El aire fresco de la mañana entraba por la ventana entreabierta, trayendo consigo el olor de las flores silvestres y los árboles cercanos. Rosé, aún sumida en el abrazo del sueño, se removió ligeramente bajo las pesadas mantas de lana.
A su lado, Jisoo ya estaba despierta. Llevaba unos minutos observando la quietud de su esposa, disfrutando de la tranquilidad que solo las primeras horas del día podían ofrecerles. Sus dedos jugueteaban con un mechón de cabello dorado que se había escapado de la trenza de Rosé, mientras sonreía ante la visión angelical que tenía frente a ella.
-Buenos días, mi reina dormilona. -susurró Jisoo, inclinándose para plantar un beso en la mejilla suave de Rosé.
Un murmullo de protesta salió de los labios de Rosé, que se giró hacia el otro lado, envolviéndose más en las mantas.
-Cinco minutos más... -murmuró con voz adormilada, medio sonriendo mientras intentaba mantener los ojos cerrados.
Jisoo rió con suavidad, y justo cuando estaba a punto de intentar despertarla de nuevo, escuchó un suave crujido a los pies de la cama. Giró los ojos y no pudo evitar una sonrisa cómplice.
Allí estaba, el verdadero culpable de las mañanas caóticas: Dalgom. El perro, con su pelaje blanco y brillante, asomaba la cabeza desde el suelo, observando a ambas con sus ojos grandes y llenos de expectativa. Jisoo le había repetido mil veces que no se le permitía subir a la cama, pero Dalgom parecía tener su propia agenda. Lentamente, apoyó una pata en el borde de la cama, como si quisiera probar hasta dónde podía llegar.
-Dalgom... ni lo pienses. -susurró Jisoo, intentando contener una risa.
Pero el perro, ajeno a la advertencia, aprovechó la distracción de Jisoo y con un salto ágil, aterrizó en medio de ambas, hundiéndose entre las sábanas con un suspiro de satisfacción.
Rosé soltó un pequeño gemido al sentir el movimiento en la cama y abrió los ojos lentamente.
-¿Qué está...? -comenzó a decir, pero al ver a Dalgom en medio de las sábanas, su expresión cambió. -¡Dalgom!
El perro, con una inocencia que solo él podía tener, inclinó la cabeza hacia un lado como si no entendiera el motivo de la sorpresa, mientras Jisoo intentaba no reírse demasiado fuerte.
-¿Otra vez? -Rosé frunció el ceño, sentándose en la cama con una expresión que intentaba parecer seria, aunque sus ojos delataban un pequeño brillo de diversión. -Te dije que no podía subirse a la cama.
-Lo intenté, lo juro. -respondió Jisoo, levantando las manos en señal de rendición. -Pero ya sabes cómo es. Solo... no puedo resistirme.
Rosé lo miró con los labios apretados, cruzando los brazos. Dalgom, mientras tanto, aprovechó la situación para rodar sobre su espalda, mostrando la barriga para recibir caricias, como si supiera que ya había ganado la batalla.
-Hace lo que quiere porque sabe que tú siempre lo consientes. -protestó Rosé con un tono de falsa indignación. -Esto no puede seguir así.
-Es mi pequeño guerrero. -respondió Jisoo con una sonrisa traviesa. -Y es parte de la familia. No me puedes decir que no te gusta tenerlo aquí, mira esa carita.
-Pero ya está ocupando mi espacio en la cama. -Rosé puso cara de puchero mientras señalaba al perro. -¡Y lo sabes!
Dalgom, completamente ajeno a la situación, soltó un pequeño ronquido mientras seguía en su cómoda posición, extendiendo una pata hacia Rosé en lo que parecía ser un intento torpe de pedir disculpas.
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Princesa & Guardia [Chaesoo]
FanfictionJisoo y su mejor amiga entrenan duramente para un dia ser elejidas como guardias y poder servir a la familia real. Rose la heredera a el trono, en compañía de su consejera y mejor amiga tienen que ir a inspeccionar el pueblo, pero sus planes cambian...