Día 1: frío

301 18 2
                                    

Advertencia: Tortura fisica y jugueteo. El dibujo no es mío, lo creó @nakariia_06 

[Pov. Narrador]

La habitación era oscura y fría, sentía su cuerpo adormilado congelarse, de a poco fue abriendo sus ojos. El lugar se le hacía extraño, no recordaba cómo había llegado allí o siquiera dónde estaba.

Intentó moverse, pero le fue imposible, ¿qué estaba pasando? La poca iluminación solo le dejaba a su cabeza pequeños extractos que se llenaban con escenas aterradoras. Estaba amarrado del cuello y su cuerpo pesaba.

La presión de este era bastante, se dio cuenta con horror qué sucedía, sus dedos estaban congelados, pegados al suelo. No traía puestos zapatos, así que supuso que la piel de sus pies también estaba igual. Ni siquiera podía llevar sus manos a la boca y tratar de calentarlos con su respiración, no los sentía ya.

Intentó no moverse demasiado, pero el mismo temblor de su cuerpo lo arruinaba, el collar metálico era grueso, por lo tanto, su cuello estaba adolorido y el dolor aumentaba cada vez más por ser consiente de él.

Su uniforme negro se le pegaba a su cuerpo, no se dio cuenta de lo helado que estaba su propia ropa, la sangre que lo cubría le jugaba en contra, tiritaba sin control, los dientes castañeaban de forma dolorosa. Si hacia solo un poco más de presión, sentía que todos sus dientes se romperían, incrustándose en su mandíbula.

Estaba solo, en completa oscuridad y lleno de dolor, su respiración fue en aumento. El oxígeno que llegaba a sus pulmones le perforaba el órgano por lo frío del ambiente.

No podía ni respirar de forma tranquila, si hacía el ademán de moverse, sus dedos no vendrían con él, quedarían en la superficie del lugar. Estaba capacitado para tratar este tipo de heridas, pero ahora solo podía quedarse quieto y rezar por sus extremidades.

La puerta del lugar dio un chillido, su cuerpo se tensó en respuesta, no pudo reprimir la mueca que salió de lo más profundo de su ser. El soviético se quedó estático, observándolo, no había expresión en su mirada. Intentó con desesperación soltarse, la piel se estiró de forma perturbadora; intentó tirar de la cadena, pero no hizo más que ahorcarse. Quedó aún más adolorido y jadeante, la mirada del otro la podía sentir por todos lados, no quería levantar la vista.

La risa le recorrió todo el cuerpo, sus pupilas se dilataron con miedo cuando los pasos se hicieron presentes. No, no quería que se acercara. La mano en su cabello le hizo soltar un grito por la fuerza- El metal se estaba incrustando en su piel, casi no podía respirar.

—¿Qué pasa, nazi? ¿No pudiste con el frío?

El vaho que soltó el hombre le hizo constatar lo frío que estaba, en comparación del hombre frente a sí. El ojo del comunista tenía un parche amarrado por detrás de su cabeza, la herida aún era nueva; su cabello estaba un poco crecido y tenía la cara algo sucia; la barba comenzaba a asomarse y se notaba que no estaba de humor.

Los recuerdos volvieron a su cabeza de golpe; su ejército, el invierno, osos, los días que tuvo que caminar o correr, huyendo de morir, las batallas que dio, la falta de comida, las heridas en sus costados por la explosión de una bala de cañón.

El otro sonrió de forma enferma, mirándolo directamente. Tuvo que comer carne, mató a un ciervo y lo despellejó vivo por el hambre; la carne cruda y los gritos por detrás, aún los sentía en su boca y cuerpo. Quiso vomitar, si no hubiese tenido que matar al animal, tragó saliva, se hubiese comido el cuerpo a medio congelar de su general. Le tuvo que disparar cuando quedaron solos, y el hombre empezó a enloquecer por solo ver blanco.

Blanco por todos lados, caminó como por tres días antes de simplemente caer, no tenía fuerzas ni para terminar su existencia con una estúpida roca, luego el comunista lo trajo aquí. Los animales silvestres ya se habían encargado de la mayoría de sus soldados, solo quedaba su líder, Third Reich_ Sinceramente, solo iba a llevarse la cabeza, pero esto sería más divertido.

Todo lo que te Mereces-COUNTRYHUMANSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora