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La primera luz del amanecer se filtraba tímidamente a través de las cortinas cerradas de la habitación de Marinette. La joven yacía en su cama, arropada hasta la barbilla, con los ojos entrecerrados, luchando contra el agotamiento que la consumía. La noche anterior había sido larga y ardua, llena de sorpresas y revelaciones que aún rondaban en su mente, negándole el descanso que tanto anhelaba.
Los eventos de la noche anterior se desarrollaban en su cabeza como un eco constante, una mezcla de confusión, temor y una inevitable sensación de inquietud. Habían pasado horas intentando razonar con Ralua, ese enigmático y peligroso chico que parecía disfrutar jugando con ellos como si fueran simples piezas en su tablero de ajedrez.
Su sonrisa sarcástica y sus ojos penetrantes seguían grabados en la mente de Marinette, recordándole lo incierto que era confiar en alguien como él. Sin embargo, la crisis que enfrentaban era demasiado grande, demasiado peligrosa para ignorar su ofrecimiento de alianza, por más temporal que fuera.
Finalmente, habían llegado a un acuerdo, aunque Marinette no podía evitar sentir que había sido más una imposición que una elección.
Ralua había dejado en claro que él no era un héroe ni un villano, sino alguien que simplemente disfrutaba del caos, y por alguna razón, esto lo había llevado a ofrecer su ayuda en la crisis actual.
Marinette y Cat Noir no tuvieron otra opción que aceptar, conscientes de que, por ahora, necesitaban toda la ayuda posible, por más incierta que fuera.
La alarma de Marinette sonó, cortando abruptamente sus pensamientos y arrastrándola de vuelta a la realidad. Un suspiro de frustración escapó de sus labios, y con una expresión de total agotamiento, estiró la mano para silenciar el molesto sonido. Sin embargo, sus dedos cansados fallaron en los primeros intentos, apenas rozando el reloj. Fue solo después de un golpe más fuerte que finalmente logró apagar la alarma, sumiendo la habitación en un silencio sepulcral.
Por un momento, se permitió cerrar los ojos nuevamente, deseando poder dormir por unas pocas horas más, olvidar por un breve instante todo lo que había ocurrido. Pero sabía que eso era imposible. Incluso si lograra dormir, los pensamientos la perseguirían en sus sueños, tal como lo habían hecho durante toda la noche.
Justo cuando comenzaba a sucumbir de nuevo al sueño, la puerta de su habitación se abrió lentamente, y su padre, Tom Dupain, asomó la cabeza, mirándola con preocupación.
—Marinette, ¿por qué no te despiertas para ir a la escuela? —preguntó suavemente, su voz cálida, pero con un toque de preocupación.
Marinette abrió los ojos con esfuerzo, parpadeando varias veces para enfocarse en la figura de su padre en la penumbra de la habitación. Se incorporó ligeramente en la cama, apoyándose en un codo, y lo miró con una expresión que dejaba claro lo cansada que estaba.
—Papá, no voy a ir esta vez —murmuró, su voz era apenas un susurro—. Estoy... agotada.
Tom la observó por un momento más, antes de asentir lentamente. Sabía que su hija era fuerte y resiliente, pero también sabía cuándo estaba al límite de sus fuerzas.
—Entiendo, Marinette —dijo con suavidad, caminando hacia su cama y sentándose en el borde—. Todos tenemos días en los que simplemente no podemos más. ¿Quieres que te prepare algo de desayuno? ¿O prefieres dormir un poco más?
Marinette lo miró con una pequeña sonrisa, agradeciendo en silencio su comprensión.
—Prefiero dormir un poco más, papá. Gracias.
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Un Nuevo Villano? Miraculous Ladybug
Fanfictionla historia es buena, denle una oportunidad.