Roo

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Directo a su estación, ignorando a todos y a todo. Cerrando con llave y creando un escudo al rededor del lugar fue corriendo al baño para verse en el espejo.

En la mitad de la cara tenía tres ojos completamente rojos con delgadas líneas negras. Del miedo rompió el espejo con sus tentáculos de sombra y se tambaleó hacia atrás. Se llevó sus manos a su cabeza su negaba con fuerza cerrando sus ojos.

—¡Dejame! —gritó desesperado.

Su respiración se volvió errática. Miró al piso y ahí estaban también, esos ojos rojos que le daban aviso que ella estaba ahí, a dónde mirara esos ojos estaban ahí.

Sintió un ardor en su torso y se empezó a arrancar su ropa. Está era una de las pocas veces en que Alastor perdía toda compostura y actuaba por instinto, desesperación y miedo.

Por desgracia para él lo que temía era su realidad en ese momento, los ojos también estaban en su cuerpo y se esparcirán con rapidez. Era asqueroso ver cómo su piel se abría para dar paso a una cornea roja con una fina pupila negra.

Cayó al suelo y su espalda pegó contra la pared del baño. Con sus garras empezó a arañar sus brazos con una fuerza que lo hizo sangrar.

En cada lugar donde veía que estuviera un asqueroso ojo Alastor lo arañaba hasta sangrar. Quería quitárselos con urgencia, no podía permitir que lo cubrieran por completo o todos estarían en peligro.

Por eso había huido de esa actividad tan divertida que había organizado Charlie hace unos momentos, nada bueno pasaría si se quedaba y todos lo miraban, pero tampoco cambiaría mucho el destino si se quedaba en el hotel por más tiempo.

Dejo de arañarse y se levantó con rapidez para tomar su bastón, dió dos golpes en el suelo. Su estación desapareció de la estructura del edificio junto con los demás pisos de abajo, pero también sus energías se fueron. No lo pensó bien.

Cuando la estación desapareció Alastor quedó en caída libre de por lo menos 4 pisos. Estaba consiente que con esa perdida de energía ella lo dejaría en paz está vez, pero en cuanto recuperara un poco de fuerza regresaría así que debía actuar rápido en estos momentos.

En cuento empezó a caer chasqueo los dedos y sombras volaron alrededor de el liberando energía o más bien, liberando almas.

Estaba renunciando a todo, a su estatus como soberano, a su poder, a su orgullo, a sus ambiciones, a sus amigos, al primer amor y en estos momentos, incluso a su vida. Al liberar todas las almas en su poder, al haber gastado tanta energía y al dañarse gravemente momentos antes era imposible que sobreviviera a la caía pues su cuerpo volvía a tener la fuerza de un humano común.

Hubo un temblor en todo el hotel y todos en la sala de juegos se alarmaron. Mientras se preguntaban que había pasado, Huks estaba paralizado, Angel fue el primero en darse cuenta de la actitud del gato y le tocó el hombro.

—¿Estás bien?

Huks no respondió, empezó a respirar con dificultad y se tocó el cuello. Lo sentía tan, ¿cómo describirlo?, ligero. Sus ojos también empezaron a arder y los tuvo que cerrar con fuerza. Cuando el ardor pasó por un momento miró a Angel.

—¿De que color son mis ojos? —el tono se su voz era de miedo y preocupación. Su rostro mostraba las mismas emociones.

Angel no reaccionó al momento y tartamudeo un poco pero Huks más desesperado le repitió la pregunta casi en un grito.

—¡Gris claro, son gris claro!— Un poco confundió dió un paso para atrás.

—Mierda, ¡ALASTOR!— Salió corriendo sin dar explicaciones. Al abrir la puerta emprendió un rápido vuelo al otro extremo del hotel, que era donde estaba la cabina del demonio.

Roo (One-shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora