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Suguru se sienta en la barra, bebiendo una cerveza fría, con las manos agarradas con fuerza a la base del vaso verde, la boca en la punta y los ojos buscando al bombón con una camisa de seda roja.

Baja la mirada por un segundo, saca el teléfono, abre la aplicación y le vuelve a enviar un mensaje. No sería la primera vez que una cita que conoció en Grindr lo deja plantado, decide simplemente no presentarse o lo hace esperar o no se parece en nada a su foto de perfil. Todo eso ya le ha pasado antes.

Sin embargo, en este caso no existía la posibilidad de que esto último sucediera, ya que no había visto a su pareja. Habían estado coqueteando en el sitio durante un par de días antes de mostrar interés en reunirse. El chico le había dicho que no quería revelar su rostro a personas que no conocía, por lo que su exhibición fue la de su pecho musculoso y la señal era buscar a alguien de rojo.

Mira de nuevo en dirección a la entrada, pero al no encontrar nada que se parezca a la descripción mencionada, se centra en la barra. El camarero hace malabarismos con los vasos que tiene en la mano mientras mezcla las bebidas, saca hielo del congelador que hay detrás y sirve las bebidas a una pareja sentada justo delante de él.

Se pregunta si su "chaqueta vaquera, sentado en la barra con una cerveza" es una descripción suficientemente clara para que el chico sepa quién es y mira para ver si alguien más en la barra lleva ropa similar.

"¿Quieres otro?", le pregunta el camarero mientras se acerca a él, sonriendo.

"No, estoy esperando a alguien. Quizás cuando llegue", le sonríe cortésmente al camarero, que pronto vuelve a trabajar mientras Suguru empieza a mirar el espacio abarrotado.

Es entonces cuando siente una mano en su espalda, un toque firme que lo sobresalta, y le toma un tiempo darse vuelta mientras un dulce aroma a bayas llena su nariz, un olor agradable en medio del sudor y el alcohol del lugar.

Le toma un par de segundos procesar el rostro frente a él. Esos ojos grandes, esa cara familiar. Intenta recordar lo mejor que puede antes de que su mente le dé la respuesta.

"Satoru... ¿Eres tú?"

Satoru, parado frente a él, tiene la misma expresión de sorpresa. Sus ojos brillan con una mezcla de reconocimiento y confusión.

"¿Suguru? No puedo creerlo, ¿tú también usas Grindr?"

Ambos se quedan atónitos, tartamudeando. La sorpresa los deja sin palabras por un momento, con sonrisas incómodas y sonrojadas en sus rostros.

"Bueno, esto es... inesperado", murmura Satoru, finalmente sentándose a su lado en la barra.

El ambiente se siente extraño, como si el pasado y el presente chocaran de golpe.

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